Ambrose Dash
Sus dedos estaban fríos, señal de que había estado en la enfermería, ¿estaría visitando a Kristen?
No quería engañarme, pero me obligaba a pensar en esas cosas para no tener que concentrarme en que él estaba tan cerca y yo estaba tan alterada. Sus labios se movían sobre los míos, humedeciéndolos lentamente, ejerciendo presión sobre ellos...
Por un momento no supe dónde se encontraban sus manos, hasta que las sentí debajo del suéter, justo en mis costillas.
—Aiden, tus manos están frías —dije, para luego sentirme la persona más estúpida de todo el mundo.
—Lo sé —hizo una pausa, haciendo así que el único sonido perceptible fuese el de mi desastrosa respiración —. Respira, Dash —susurró sobre mis labios.
No mentiré, sentí un escalofrío por toda mi espina dorsal y otra sensación un poco más cálida en lugares que jamás pensé experimentarla.
Sus manos siguieron ascendiendo, hasta llegar a la goma de mi top deportivo. Jugando con ella y con mi existencia al mismo tiempo. Creía que no podía estar peor, hasta que subió la goma del top, metiendo sus manos en la prenda. Un jadeo salió de mis labios y en ese momento supe que no quería que parara. Todo lo que me hacía sentir Aiden era indescriptible, desde un mísero gesto hasta lo que hacía justo en ese momento, causaba que todos mis sentidos enloquecieran y pidieran más.
Mi piel reaccionaba a cada roce y caricia de sus manos, a su respiración y a los besos fugaces que me daba en cualquier zona del rostro.
Había perdido la capacidad de razonar. En ese preciso momento no importaba nada, ni siquiera tomaba en cuenta quien era en realidad Aiden Finnes, o quien era yo, no me detuve a pensar en qué posición estaba cada uno, o en qué posición podríamos quedar al final de esta captura. No pensé en las consecuencias ni en si unos minutos después podría arrepentirme.
Quería que fuese así, en ese momento y con él, por sobre todos los demás detalles.
El rubio me alzó para luego dejarme caer con lentitud en la cama más cercana, postrando sus rodillas a los lados de mis muslos, mientras ejercía presión en mis caderas con ambas manos. Se inclinó hacia adelante para rozar la punta de su nariz con la mía durante unos segundos, luego procedió a hacer lo mismo con mi mandíbula, cuello y por mis pechos, los cuales habían sido cubiertos irregularmente por la tela.
Bajó hasta mi abdomen, el cual sí estaba descubierto, y antes de continuar me miró de la forma más cautivadora posible.
—¿Estás segura de esto, Dash? —preguntó desde abajo, haciendo chocar su aliento con la piel de mi abdomen.
Asentí, pero él no hizo nada. Sólo siguió observándome, esperando otro tipo de respuesta.
—Estoy bastante segura, Aiden —dije, al tiempo que tomaba su cabello y guiaba su rostro un poco más abajo de la posición anterior.
Lo último que vi antes de desconocerme por completo, fue esa sonrisa que podría incendiar ambos polos, al mismo tiempo.
.
Aiden Finnes
Tenía aproximadamente cuatro horas en la habitación de Dash. Me burlaba de las anécdotas que había decidido contarme de su niñez o analizándolas. Había conocido muchísimo más de ella en esas cuatro horas que en todos esos meses en el Círculo Dorado. Ahora tenía la explicación a varios de sus comportamientos, y no me había gustado la razón de ninguno.
Ella había sido bastante abierta al contar experiencias, por más tontas que fuesen, sabía que tenían importancia. Yo había sido incapaz de compartir algo que no fuesen los recuerdos que tenía junto a Hades y Nascar, interrumpiendo mi hablar bruscamente cuando mi padre aparecía en mis recuerdos.
ESTÁS LEYENDO
La Captura
Ciencia FicciónAnualmente son capturadas doce jóvenes de todas las partes del país. Serán sometidas a pruebas para transformarlas en fenómenos con habilidades que ayudarán en una guerra eterna. Este año será diferente, pues una de ellas tendrá la oportunidad de ca...