Ambrose Dash
Regresé de la habitación de Cina a mi habitación cerca de las 11 de la noche. Apenas abrí la puerta me sorprendí, al ver una espalda bastante ancha, que me obligaba a alzar la mirada para poder observarla bien.
Aiden estaba de espaldas, sin camisa, concentrado en sabrá Dios qué. No quería molestarlo, así que me recosté del marco de la puerta y detallé sus tatuajes, los que sólo tenía en el brazo derecho.
En su antebrazo había ramas, un rostro bastante terrorífico y distorsionado, para luego llegar a su tríceps y parte de su bíceps, y detallar que cambiaba totalmente el mensaje, este tenía el rostro de un hombre viejo, con barba larga, ojos totalmente blancos y rayos atravesando su cara.
—¿Dónde estabas? —preguntó antes de girarse, haciéndome dar un respingo —. Te busqué en el comedor, en los vestidores, baños, en el salón de descanso...
Reí, haciéndolo callar.
—¿Te preocupaba que lograra escaparme? —pregunté, divertida, adentrándome a la habitación y cerrando la puerta.
Pude ver como su mandíbula y cuello se tensaban.
—Me preocupaba que mi padre te hubiese hecho algo —escupió, borrándome la sonrisa del rostro.
—Fui a ver a Cina —le hice saber.
Él levantó las cejas y se acercó a mí. Pude ver como se convertía en presa de la indecisión al mover sus manos frenéticamente, sin saber qué hacer. Luego de unos segundos las metió en los bolsillos del mono gris de algodón que llevaba puesto.
—Pensé que no querías verla —admitió, dando dos pasos más hacia mí.
—Claro que quería verla... pero no sabes lo difícil que es acercarme a ella sin un ápice de esperanza y recordar que ya no tiene a nadie más que a mí —Luchaba con las ganas de llorar, o de gritar, a ese punto ni siquiera sabía qué quería en realidad —. Y verla a los ojos solo me recuerda a lo fascinada que estaba mamá con los ojos de mi padre, de lo mucho que se querían, de lo mucho que sufrimos...
El rubio se acercó, rodeando mi nuca y atrayendo mi rostro hacia su pecho. Podía escuchar los latidos de su corazón.
Se limitó a rodearme con sus brazos y a acariciar mi espalda. Nunca había sentido algo así, pero aquel chico había logrado que la tensión de mi cuerpo disminuyera, que no me sintiera tan abrumada... me tranquilizó. Y tal vez eso era lo que últimamente me tenía tan confundida con respecto a él. El hecho de que me brindara el apoyo que nunca tuve, que me ofreciera su hombro para posar mi cabeza y pensar durante un segundo.
—Lamento haber tenido ese comportamiento aquella noche en la base —susurré —. Estoy asustada de que me pase lo mismo que les hice a esas personas en Clourtier... Aiden les arrebaté niños a madres, personas que valían mucho para otras. Simplemente necesitaba culpar a alguien de mis acciones y escogí a tu padre, también a ti. Ahora sé que no hay persona más culpable de eso que yo, por eso temo.
Nada salió de su boca. Y en ese momento confirmé que no tenía escapatoria, tendría que cargar con cientos de muertes, porque era la real responsable de todas ellas.
Aiden Finnes
Estaba tendido en la grama del patio del Círculo Dorado, con los brazos extendidos hacia los lados, observando el cielo despejado mientras el dolor invadía mi abdomen.
Nunca había pasado por esa sensación.
De pronto Captian se atravesó como eses de perro en medio de la calle, tapándome la luz del sol.
—¿La princesa está descansando? —preguntó, sus iris estaban amarillas y su expresión seria —. Ponte de pie. Ahora.
Si no fuese por el maldito dolor que se extendía por todo mi abdomen le hubiese partido la cara.
—Cierra la boca —solté, tapándome los ojos con el antebrazo —. Me duele el abdomen, imbécil.
Hubo unos segundos de silencio, luego pude sentir el calor del sol directo en mi cara. Indicaba que Captian había decidido moverse, específicamente a mi lado.
—¿Siguieron inyectándote el virus? —preguntó, haciendo que me apartara el brazo de la cara y abriera los ojos. Me senté, quedando así a su lado copiando su posición.
Me limité a asentir.
—Sabes que te está matando, deberías parar —comentó, al tiempo que ladeaba la cabeza, generando que huesos de su cuello crujieran —. A menos que quieras morir pronto.
—Sabes que no estoy en condiciones de decidir.
Soltó una risa amarga y se puso de pie.
—No sé cuántas veces tendré que decirte que me importa una mierda tu condición aquí —escupió, poniéndose de pie —. Tienes que tomar una decisión ya mismo, Aiden. Morir o vivir por lo poco que tu padre nos ha dejado, y entre eso está tu madre.
Sabía que Captian me conocía mejor que a nadie, y que él sabría interpretar mi silencio, lo que no sabía era si él respetaría el hecho de que yo no quisiera hablar sobre el tema.
—¿Por qué llegaste tan tarde al entrenamiento? —preguntó, dejándome saber que mi silencio le importaba tres hectáreas.
—Dash se quedó dormida a las cinco de la mañana —confesé —, fue a ver a Cina y eso al parecer revolvió emociones o qué sé yo... la acompañé hasta que pudo dormir.
—Espero que puedas aprender algo de la situación de Ambrose —comentó, quedando durante unos segundos en total silencio —. Tu padre pidió que le buscáramos una nueva residencia a Mara, está fuera de la Captura y dentro de un mes dejará de recibir ayuda económica del estado —dijo, decidido a terminar cualquier tipo de conversación, para luego entrar al edificio.
***
NOTA
2...
ESTÁS LEYENDO
La Captura
Science FictionAnualmente son capturadas doce jóvenes de todas las partes del país. Serán sometidas a pruebas para transformarlas en fenómenos con habilidades que ayudarán en una guerra eterna. Este año será diferente, pues una de ellas tendrá la oportunidad de ca...