Ambrose Dash
Veía como las vendas eran retiradas de mi pierna izquierda mientras fingía que fruncir el ceño ayudaba con el dolor. La enfermera hacía todo lo posible por ayudar a que no fuera tan desagradable, pero la verdad era que no había mucho que hacer.
Miré hacia un lado, encontrándome con mi reflejo. Estaba en el salón de los espejos, y al parecer no me iría en unas horas.
Luego de que limpiaran la herida y me pusieran nuevas vendas, las enfermeras abandonaron el lugar, dejándome sola. Sabía que no pasaría mucho tiempo así, ya que Aiden si había cumplido con eso de estar conmigo en todo momento.
Cerré los ojos por lo que pareció una hora, era imposible quedarse dormida con el dolor que estaba experimentando, o con toda la angustia que causaba el hecho de estar perdiendo a las únicas personas que había llegado a querer, sin mencionar que eran las únicas que me quedaban.
Mara estaba sufriendo de psicosis, causada por una depresión bastante fuerte y avanzada, o eso había dicho la doctora Martin, también podría ser a consecuencia del virus.
—Sabes que soy fuerte —me había dicho luego de que le hablaran de su condición —, puedo con esto y más, pero, ya no tengo ganas de seguir luchando.
Eso había dolido muchísimo, pues ella se había dado por vencida y yo no creía que a August Finnes le agradara eso.
Por otro lado estaba Kristen. Ella estaba en terapia, debido a la herida de bala en su brazo y a la rápida cicatrización de ésta. También seguía medicándose contra la depresión, ella si había decidido seguir dando todo de sí, pues me había dejado bastante claro que tenía la esperanza de poder vivir tranquila en algún momento.
Estábamos jodidas.
Esto era lo que quedaba de las cinco elegidas de la primera fase.
—Ambrose —escuché, lo que me obligó a abrir los ojos.
Amara había tomado asiento a un lado de mi camilla. Respiré profundo antes de sacar desde el fondo de mi ser fuerza para sentarme en aquella camilla.
Una vez frente a ella sonreí de lado.
Lucía increíblemente bien, una vez más en un vestido blanco, con cadenas doradas. Sus ojos estaban cubiertos por unas elegantes gafas de sol antes de que ella misma las tomara y las posicionara en su cabeza.
—¿Cómo sigues, linda? —preguntó, observando la venda con sus ojos azules.
—Trato de estar mejor cada día, no te preocupes.
—No me preocupo, me ocupo —dijo, al tiempo que se acercaba un poco más —. August canceló los siguientes movimientos por Calem, ya que Lyme le está causando más complicaciones de las que esperaba. Así que tienes tiempo de recuperarte, y tendremos que buscar una alternativa. En conclusión, ya no creo que puedas completar la tarea.
El alivio que sentí fue demasiado grande como para ser explicado. Sabía que no me libraba del peligro de los planes de Amara, pero ya no estaba tan expuesta como antes.
—De igual forma debes mejorar, uno nunca sabe cuándo debe echar a correr —bromeó, logrando que sonriera.
—¿Has visto a Cina? ¿Cómo está? —inquirí, al tiempo que pensaba en lo habilidosa que había sido aquella mujer al entrar al Círculo Dorado aprovechándose de que August seguía obsesionado con ella.
—Está con Captian en el campo de tiro —comentó, con calma.
—¿Qué hace con Captian? ¡¿En un campo de tiro?! —Las palabras salieron atropelladamente de mis labios.
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La Captura
خيال علميAnualmente son capturadas doce jóvenes de todas las partes del país. Serán sometidas a pruebas para transformarlas en fenómenos con habilidades que ayudarán en una guerra eterna. Este año será diferente, pues una de ellas tendrá la oportunidad de ca...