Quizás solo sea un sueño

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Cuando se propago la noticia, sus compañeros quedaron con la incertidumbre de que esto era improbable, el que era uno de los mas fueres Pilares no podía perder.

Para Suzume, fue una pesadilla, sintió morirse en vida y a la vez la mas dulce de sus ilusiones. Iba a preguntarse por quinta o sexta vez si esto era real. Le resultaba irónico cuando solo hace unos dias estaba en sus brazos amándolo con todo su ser.

Ella era una flor marchita asomándole a que los rayos del sol le den algo de luz, porque sus vida desde esa vez se colmó de brumosa oscuridad.

No comía ni dormía bien, no sabia si la poca salud que le quedaba bastaría para seguir aferrándose a despertar otro día mas.

Solo Akane permaneció a su lado, su hija le recordaba a Kyojuro y no queria verla, por lo que se quedo en casa de su padre.

— Suzume-san, se lo ruego, pruebe algo de alimento— Pidió y lucia preocupada tras la puerta.

No había respuesta, por la rendija se observaba a la mujer recostada sobre el futon, sin ánimos de levantarse ni mucho menos ingerir bocado alguno.

—  Mas tarde, la visitara el medico y...— Se atrevió a hablarle nuevamente.

-"No quiero ver a nadie, déjame en paz"

Suzume queria gritarlo y no poseía fuerza alguna para decirlo, llorar y desbordarse en lagrimas era su triste pasatiempo.

El medico acudió y le receto calmantes, Akane seria la persona que se los administraría, aunque Suzume estaba ausente escuchaba perfectamente la conversación. Accedió al tratamiento pero también se fijo en donde guardaba los fármacos. Mientras Akane preparaba la tina de baño, la castaña sucumbió ante cierta tentativa.

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Los problemas se esparcían como la arena del mar, Akane la buscaba desesperadamente por toda la casa y al no encontrarla, fue a toda prisa hacia la mansión Rengoku.

De todas las personas, solo el la conocía bien, sus defectos y sus arranques en situaciones tan deprimentes, por lo que la mujer confió en el para ubicar al escurridizo gorrión.

El escucho atentamente la suplicante voz de Akane y le encomendó cuidar de Harumi en su ausencia.

Alejada de la ciudad, en terrenos de espeso bosque, bajo un árbol de cerezo, Suzume se quiebra y la luz del sol resulta fastidiosa.

Si una pastilla del frasco la tranquilizaba ¿Por que no tomárselo todo?¿Por que no dejar al corazón descansar del dolor?

La cabeza le estallaba de tanto pensar, consiguió tomarse varias grageas, que la marearon y le perturbaron la visión de la realidad.

Inmediatamente, vio la cara de una persona que nunca olvidaría.

—  Kyojuro-san— Murmuro con una sonrisa suave, mientras las lagrimas caían sin parar.

Se paro de puntas y sujeto con ambas manos el rostro del hombre, que al escuchar la voz de ella, entreabrio los labios y sus labios guardaron silencio. Se dio cuenta del frasco que sostenía y se lo arrebato.

—  ¿Estas bien? ¡Por que lo hiciste!— Reclamo con voz seria.

Ella mantuvo la compostura a pesar de esa voz fuerte, no quiso separarse de ese hombre a quien denominaba con el nombre de su amado.

Se mío Rengoku-san (Rengoku x OC)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora