6. Ellos eran sus amigos

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ONU había dejado de visitarme últimamente, no esperaba sus visitas, pero de alguna forma me sentía sola sin él. Tal vez es porque él y OMS fueron los primeros en darme la bienvenida al mundo de los countries.

Ya habían pasado algunas semanas y me sentía cada vez más lista para mi nuevo papel en el mundo, esperaba con ansias regresar a mi país y ayudar en todo lo que pudiera. Había aprendido muchas cosas y quería aplicar o modificar algunas en mi nación.

Me sentía muy motivada.

A veces, Irlanda me mandaba mensajes o memes, mientras que Corea del sur me consultaba sobre asuntos personales, como mis gustos o preferencias.

Sospechaba que se trataba de una investigación para alguien más, pero no le di importancia. Cada dato que le daba era completamente personal, dudaba que esa información le sirviera de algo.

En fin, me encontraba en el escritorio de mi habitación, tomando notas de uno de los libros de UK sobre nuestro sistema económico, "El triunfo del dinero" de Ferguson. Cuando la puerta de la habitación se abrió sin previo aviso. Era un country, pero no reconocía la bandera. Me parecían familiares sus colores ¿Estonia? ¿Francia? ¡Aggg... qué difícil! No pude identificarlo.

— Santo cielo... —dijo el recién llegado, su voz profunda y tranquila me llamó la atención— pero si eres... tu...

Miré confundida al country, esperando una presentación, un saludo. Quizá alguien detrás de él que me ofrecería disculpas "perdona a mi hermano, es esquizofrénico" o algo así. Pero no, no llegó nadie y el silencio se alargó lo suficiente para que ambos notáramos lo incómodo del momento.

— ¡Ah! Mis disculpas, ya veo... que no... que tú no... —sus ojos se llenaron de lágrimas que no estaba dispuesto a dejar caer frente a mí— p-per-perdón.

Dio media vuelta y salió corriendo, dejando la puerta abierta.

Sentí mi pecho crujir, como si mi esencia supiera quién era ese country y me rogara ir tras él.

Salté del escritorio, corrí tras él o ella, no lo sé. Sólo hice caso de mi corazonada. No sabía qué iba a decirle o hacer, sólo no quería ser yo quien provocara ese gesto de tristeza.

Al llegar al pasillo lo vi derrumbarse frente al elevador. Caminé despacio, no quería que huyera de mí. No otra vez. Cuando estuve lo suficientemente cerca me arrodillé y lo miré. No sabía qué decir. Sólo pude quedarme ahí, como idiota, mirando llorar a un Country.

Mi corazón me suplicaba abrazarlo, consolarlo, pero me sentía incómoda con hacerle eso. ¿Y si volvía a herirlo?

— Мне не нужна твоя жалость. Вы меня предупредили, и я не хотел вас слушать. (No necesito tu lástima. Me lo advertiste y no te quise escuchar). —dijo sin mirarme.

No entendí nada, hablaba en un idioma que jamás en mi vida humana había escuchado, así que sólo puse una mano sobre su hombro, intentando consolarlo.

— Не трогай меня! (¡No me toques!) —Retiré mi mano instintivamente. Esta vez me miró, en sus ojos no había más que dolor e ira. Pero un segundo después, su mirada se transformó a una sorprendida— Мексика...

— Perdón —dije sin apartarle la mirada— no soy el México que solías conocer, pero... estoy segura de que podemos volver a comenzar —sonreí tímida, no entendí por qué había dicho eso, pero lo echo, echo estaba.

Me puse de pie y le ofrecí una mano.

— Gracias —dijo poniéndose de pie. Ahora él volvía a hablar español—, yo... lo siento —cuando se puso de pie, me sorprendió su tamaño. ¡Era tan alto! O... ¿Quizá yo era muy bajita?—, en realidad vine a hablar contigo. Pero, cuando te vi, no pude evitar pensar que eras él, verás, físicamente eres muy parecida a mi... am... amigo Мексика. Por un momento creí que mi amigo había vuelto.

— Lo siento. Ah... supongo que todos nos vemos igual —dije riendo—, ¿me acompañas a mi habitación?

Ambos caminamos por el pasillo, yo repasaba en mi mente sus colores. Había muchos países con color rojo, azul y blanco y no lograba dar con su nombre.

Dentro de mi habitación, nos sentamos, yo en la cama, él en la silla del escritorio.

— Me presentaré. Mi nombre es Federación de Rusia, pero puedes llamarme Rusia.

— Un gusto Rusia, mi nombre es Estados Unidos Mexicanos, pero prefiero que me digan México, es menos problemático para mí.

Otra vez, silencio. ¿Qué le podría decir a este tipo enorme? Recuerdo muy pocas cosas sobre él. Mis clases de geografía solían ser superfluas, muy pocas veces atendí alumnos de grados superiores, mi especialidad eran los niños pequeños... ¿De qué podría hablar con él?

— Hum... —dijo poniendo sus manos sobre sus rodillas— supuse que la comida aquí no es agradable... así que, traje algo de contrabando...

Metió la mano al bolsillo de la chaqueta y sacó algunos dulces. Un mazapán, un lucas muecas y chocoretas. Lo miré emocionada, mi sonrisa se amplió más y más, la comida que sirven en ese lugar no es tan mala, pero sin duda me hacían falta los dulces. Me acerqué a Rusia con nerviosismo. Una vez frente a él, tomé los dulces que me ofrecía con las palmas de sus enormes manos.

— ¡Gracias! —dije realmente emocionada— ¡Ay, no sabes cómo me gusta el mazapán!

Me recargué en el escritorio y escondí los otros dos dulces en un cajón. Quité la cubierta de celofán (sin romper el contenido, obviamente) y lo partí por la mitad, ofreciéndole una parte a Rusia. Él aceptó y lo comimos juntos de un bocado, saboreando el azúcar.

Cuando por fin me sentí en confianza para hablarle, escuché otras voces en el pasillo. En ese hospital no había otros pacientes además de mí, por lo que eran más visitas. O quizá la OMS y ONU, pero ellos no suelen ser así de ruidosos.

Por la puerta entraron al mismo tiempo 3 countrys, a dos de ellos los reconocí de inmediato. Era obvio.

— ¡Boludo, como no te quites, terminamos embarrados en el piso! —casi gritó Argentina, empujando a los otros dos.

— ¡Aweonao! ¡Tú eres el que no me deja pasar! —gritó Chile cerrando los ojos, pues Argentina le daba manotazos en la cara.

— ¡Rusia! No sea malito, ¿nos ayuda? —dijo el tercer country extendiendo las manos como si fuera un bebé.

Rusia se levantó y jaló una de las manos, provocando que todos cayeran al piso de golpe.

Quería ser educada hasta el final, de verdad quería, pero no pude evitar soltar una carcajada ante la escena. ¿Qué es esto? ¿Los tres chiflados? Cuando finalmente paré de reír, me di cuenta de que todos me miraban fijamente.

— Ah, lo siento, no quería reír tan fuerte, pero... —me limpié una lágrima provocada por la intensa risa— ya, perdón. Am...

No pude terminar de hablar, los tres countries se abalanzaron sobre mí, abrazándome al mismo tiempo.

— O-oigan, yo no quisiera... lastimarlos, créanme, soy la última persona que quiere eso... pero ¿me explican quiénes son ustedes?

— Weón, ¡no eres una persona! —dijo Chile riendo— Pequeño weñe, ¡tienes mucho que aprender! ¡Yo te ayudo!

— Te voy a soltar una piña si no dejas de decir boludeces —dijo argentina.

— México, somos tus panas —dijo el tercer country— ¿Quién más vendría a verte estando en Suiza?

— ¿Estamos en Suiza? —pregunté a Rusia, quien había llevado la palma de su mano a la frente. Asintió sin quitar la mano de su rostro— Ah, no entiendo nada.

— ¡Pa eso vinimos! —respondieron los tres countries latinos.

Soy... ¿México?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora