12. Preparación de las fiestas patrias

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— Señorita México, por favor, debe ir a bañarse y arreglarse... —Héctor me agitaba de un lado a otro en la cama— hoy debe estar presente en la rueda de prensa en palacio nacional... —me mantuve con los ojos cerrados. Despertar temprano siempre fue mi mayor suplicio y aparentemente, también lo sería ahora.

— I got this... —dijo una voz conocida.

Escuché unos pasos alejarse para luego volver corriendo. Me di cuenta muy tarde de lo que estaba por pasar y sólo alcancé a colocarme en posición fetal, con los brazos cubriendo mi cabeza.

Irlanda saltó sobre mi en la cama y me abrazó por sobre las mantas, buscando con las manos el lugar donde estaba mi cabeza.

— Lil' sis, we got to go! —dijo removiéndose y dejándome sin aire.

— AAAAGGGGHHH ¡YA! Ya estoy despierta —Héctor salió de la habitación antes de que me quitara a Irlanda de encima.

Cuando salí de mi baño privado, encontré un traje sastre que me quedaba a la perfección. No supe en qué momento tomaron mis medidas, pero lo hicieron sin molestarme. Debo felicitar al sastre.

— Sis! You look great! (¡Hermanita! ¡te ves genial!) —dijo Irlanda— Are you ready? (¿Estás lista?)

Asentí. No sabía por que Irlanda estaba ahí, pero me daba mucho gusto tenerla en mi nuevo hogar, incluso podría decir que, a su lado, no me dolían tanto los ojos.


Al llegar a Palacio Nacional, todos me saludaron amablemente, otra vez me sentí como cuando entraba a trabajar. Aquello me hacía sentir satisfecha. Tomé asiento en el lugar que me correspondía, una silla a la derecha del presidente de mi nación.






Las horas fueron pasando. Era obvio que el presidente no quería dejarme hablar. Las pocas preguntas que fueron dirigidas a mí fueron respondidas con un "por el momento vamos a centrarnos en el trabajo". Todos los presentes se fueron aburriendo junto conmigo.

Recordé que él me había llamado "una simple marioneta". Pues este "juguete" tiene una voz. Y ahora mismo puedo hacer que todos me escuchen.

Poco faltaba para que terminara la rueda de prensa. El vejestorio habló de los planes para el siguiente aniversario de la independencia de México, mi "cumpleaños"

— Hemos invitado a las embajadas de varios países a participar en el desfile militar como parte de los festejos —dijo el viejo—, por supuesto, nuestra Señorita México participará en un contingente de escaramuzas —momento, momento... cómo que ¿escaramuza? ¡Me dan miedo los caballos!

Dejé de escucharlo. ¿Cómo cree este pendejo que voy a montar un caballo? ¿Siquiera me preguntó? ¡Ah, pero por esto vas a pagar!

— Disculpa Andrés —dije interrumpiéndolo. Todos los periodistas y camarógrafos se giraron hacia mí con energías renovadas—, pero desde ahora mismo debo decirte que no puedo hacer eso.

— ¿Disculpa? —preguntó atónito.

— No puedo montar a caballo. No sé cómo.

— Ah, creo que la señorita México se esta confundiendo —dijo el secretario de gobernación—. Usted nació en México. Obviamente sabe montar a caballo, sólo que no lo recuerda.

— ¿Usted cree que, por ser mexicana, automáticamente sé montar caballos? —ambos asintieron— ¿Usted sabe montar? —ambos negaron— ¡¿Pero cómo?! ¿No son ustedes mexicanos? ¡Obviamente deben saber!

Soy... ¿México?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora