28. En familia

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A la mañana siguiente nos reunimos en una sala pequeña para ver la retransmisión del desfile, me recosté en el sofá, así no habría nadie a mi lado. Canadá hizo lo mismo del otro lado del sofá, pero sus pies tocaban mis rodillas. Tonto y larguirucho country...

USA nos puso una manta enorme que nos cubrió a ambos y Groenlandia trajo una bandeja con snacks de todo tipo.

— ¿Mexique? —preguntó Canadá desde el otro lado del sofá— ¿Estás bien? No has parpadeado...

— Ah... es que... como humana, jamás había visto un desfile de día de acción de gracias. Simplemente, no me interesaba —dije parpadeando fuertemente, sentía mis ojos resecos.

USA me miró entrecerrando los ojos, su plato de manís ya estaba vacío, pero lo mantenía en sus manos.

— Sin duda, no volveré a perdérmelo, es más —dije pasándole una bolsa nueva de maníes a USA— quisiera verlo en las calles. ¿Crees que se pueda?

USA y Canadá sonrieron como nunca, sentí que, sin duda aquella era una sonrisa legítima. No trataban de verse bien o fingir amabilidad.

— Vamos el próximo año —dijo Canadá.

— Es una promesa —afirmó USA

— Genial —dije acurrucándome con la enorme cobija que me prestó USA.

— ¿Qué dices amigo? —preguntó Groenlandia, llamando nuestra atención— Ah, sí. Yo también existo, pero ellos lo olvidan constantemente...

— Deja de hacerte la vistima —dije arrojándole una gomita en forma de lombriz—, obvio tú también vienes. ¿Quién me va a molestar, si no vas tú?

USA y Canadá me miraron sorprendidos y en completo silencio. Groenlandia sonrió y les mostró el dedo medio a los otros dos. Quizá la acabo de regar y sólo debí ignorarlo, como lo hacen USA y Canadá, pero a mí me enseñaron que a la familia no se le deja de lado.

— ¡Bien! Todos vamos el próximo año... pero será como yo diga —amenazó USA, señalándonos.

— ¡AH! —gritó Canadá— ¿Sabes qué? ¡Mejor vamos al desfile de la rosa! ¡TE VA A EN-CAN-TAR! Además, la fecha está mucho más cercana —dijo completamente emocionado, al tiempo que me daba pequeñas patadas en las rodillas y pantorrillas— ¿Qué dices?

— No creo que sepa q- —comenzaba a decir USA

— ¡Ese sí lo conozco! ¡Vamos! —recordaba haber visto un par de desfiles de la rosa para copiar ideas para los desfiles de primavera de mis alumnos, al final no era lo mismo, pero todos de divertían.

— ¡Sabía que te gustaría!

Canadá se metió bajo la manta, desapareciendo bajo ellas. Estaba a punto de preguntar a USA si su hermano había olvidado tomar sus medicamentos, cuando apareció bajo la manta de mi lado del sofá. Había cambiado su género y estatura, ahora era una mujer más pequeña que yo y me abrazaba con emoción, pasó sus manos por debajo de mi espalda y rio contra mi pecho.

La abracé de vuelta. Me era muy difícil negarme a las cosas pequeñas y lindas, por eso Japón siempre me manipula, en fin. Ambos disfrutamos del resto del desfile en esa posición.

Al terminar, Canadá fingía haberse quedado dormida, por lo que simplemente me giré sobre mí mismo y la dejé recostada en el sofá.

— Todo muy bonito, USA —dije poniéndome de pie—. No puedo esperar para el año nuevo.

— ¿Ya te vas? —preguntó mirando su celular— Llévate la cosa que dejaste, bueno que dejó el otro México.

— ¿Qué cosa?

Soy... ¿México?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora