45.1 Prelimpiadas: Acomodación en la villa olímpica

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Luego de la bienvenida personalizada de Japón, me enviaron al edificio que compartiría con el resto de los countries participantes, un lugar enorme y por supuesto, equipado con tecnología de punta.

Al entrar al lobbie del lugar, noté una pizarra negra a los lados de los elevadores tenía los nombres y banderas de los country en orden alfabético japonés (kana) y números indicando la organización de las habitaciones. Localicé mi bandera y presioné el botón del elevador.

Una vez dentro, una voz sonó en japonés, preguntando si el botón que presioné era correcto.

— Es correcto —respondí.

"Reconocimiento de voz. Bienvenida, señorita México" Se escuchó luego de que las puertas se cerraran. Silbé sorprendida, ¿Cómo hace eso Japón?

Las puertas se abrieron y entré a lo que parecía un departamento y no un pasillo que me llevara a una habitación. Volví al elevador y traté de buscar otra pizarra con los números, pero la voz sonó.

"Piso 32. Norteamérica."

Ah, es por eso. Pensé.

Bajé del elevador junto a mi equipaje y miré alrededor. Una sala de estar junto a un comedor pequeño para cuatro personas detrás estaba una cocina equipada y una barra separaba la cocina del comedor.

Caminé en dirección de las ventanas de la sala, mirando el increíble paisaje, tomé algunas fotografías para enviarlas a mi familia biológica.

Las puertas del elevador volvieron a abrirse, dejando ver a Canadá, que miraba el lugar igual de confundido que yo.

— Hey —dije a modo de saludo—, parece ser que no nos dieron habitaciones, sino departamentos.

— Hey —respondió de igual forma—, qué extraño es Jappy. Pero se agradece la compañía —dijo entrando, curioseando igual que yo.

Lo dejé investigando la cocina mientras yo me dirigí al lado contrario, donde supuse estarían las habitaciones. Y en efecto, una puerta separaba un pasillo del resto de la casa, al abrirla me encontré con otras 4 puertas, sin pensarlo mucho, abrí la primera y arrojé mi equipaje.

Volví con Canadá, encontrándolo peleando con la lavavajillas.

— Cancelar ¡CANCELAR! —gritaba mientras trataba de meter las rejillas y ráfagas de agua caliente y fría salían a chorros.

Me acerqué y presioné el botón con el símbolo de encendido/apagado. Luego la máquina emitió un sonido de campana y se apagó.

— Gracias Méx —dijo Canadá, que terminó de acomodar la rejilla y cerró la puerta del aparato.

— Yo quería ver cuánto tardaba en arreglarlo solo —dijo Groenlandia, levantándose de uno de los sillones de la sala—. Hola Méx, ¿cómo éstas?

— Bien, bien —respondí acercándome para abrazarlo— ¿Y tú?

— No me quejo.

Canadá se retiró y ambos pudimos sentarnos a charlar tranquilamente. Luego de un rato, llegó USA y se arrojó a mis brazos, aplastándome en el sillón.

— Bro! Te juro que no creí que vendrías, creí que te quedarías de amargado en tu casa.

— Mi país ama las olimpiadas, ¿por qué no vendría? —respondió Groenlandia.

— Le hablaba a México —respondió quitándose los lentes negros—. En fin, ¿saben dónde esta mi habitación?

Les señalé la puerta del pasillo y ambos se fueron, pero no pasaron ni 30 segundos cuando los gritos y golpes se escucharon... ésta será una larga temporada...























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