41. Culpa y vuelta

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Estando aún en ese lugar del cerebro de México, pude ver los recuerdos de muchos otros humanos que al igual que yo, se transformaron en countries y representaron a nuestra amada nación. Me maravillé y asombré con los recuerdos de las culturas prehispánicas. Todas ellas se habían unido, dando paso a un México pluricultural.

Ahora mismo recorría las páginas del diario de una niña. Aquella versión olvidada de México durante los años 40's del siglo XX.

Las lágrimas no tardaron en aparecer. Aquella niña que al igual que yo, se había transformado en country, pero al contrario que en mi caso... nadie la protegió.

Vivió durante unos pocas semanas. SEMANAS de torturas, acoso y maltratos que me asquearon, dejé de mirar aquellos espantosos recuerdos... quizá por eso a partir de esos años, el country human representante de México, siempre fue un hombre.

Yo había llegado a cambiar eso, pero el propio México creyó que aún no era tiempo. En fin, ya llegará alguien mejor que yo y podrá cerrar la brecha de desigualdad de género en mi precioso país.

Hablando del rey de Roma, México estaba mirándome de frente con muy mala cara.

— Oh, México ¿Moriste otra vez? —pregunté curiosa. Según lo que él mismo me dijo, la única forma de volvernos a ver frente a frente, sería si él moría (de nuevo).

— Quisieras, pero no —dijo molesto, se veía bastante desesperado— ¿Se puede saber qué tanto haces en mi mente?

— Nuestra —le corregí.

— No mija, esta es Mi mente.

— Quizá pudiste engañarme antes por no tener conocimiento de cómo funcionan las cosas, pero ahora ya he pasado mucho tiempo aquí-

— SHHHH no me interesa, sólo vine por algo y me saco a la chingada.

No me dio tiempo de contestarle, pues inmediatamente puso sus manos sobre mi cuello, apretando hasta romperlo. Me soltó y mi cabeza cayó hacia el frente

— Ahora que no te puedes mover —dijo sacando una daga de obsidiana de alguno de sus bolsillos—, podré tener eso y dejarás de ser una molestia de una buena vez.

— Oh —respondí regresando mi cuello a su posición original con ayuda de mis manos—, creo que antes deberíamos hablar. Sé lo que quieres y no te lo daré.

— Si lo sabes, debiste dármelo mucho antes, ¡pinche niña culera! ¿Sabes lo que tuve que hacer? ¿Sabes el daño que me provoqué para estar aquí?

— Lo sé perfectamente, pero no creí que de verdad funcionara. Sinceramente, creí que morirías y tan sólo tendrías que "renacer". Pero no. Eres mucho más estúpido de lo que creí.

— Ay por favor —respondió molesto—, mira puta doble cara, si de verdad te interesa tu país, vas a facilitarme las cosas.

— No —respondí con la voz más neutra posible. No quería volver a pelear con México.

— ¡JA! ¿Cómo chingados no?

— No.

— Ay niña, ¿entonces será por las malas?

— No será de ninguna forma —respondí tranquila. Comenzaba a ver el lado infantil de México. Me recordaba tanto a mis alumnos de grados superiores—. Mira, si algo aprendí siendo profesora —dije comenzando con mi discurso mientras lo miraba prepararse para el combate, sacando armas de quién sabe dónde—, es que nadie aprende si le das todo. Si te doy todo el conocimiento, lo usarás un rato y después no sabrás que más hacer, pero yo ya no estaré para guiarte.

Soy... ¿México?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora