14.3 Los juegos

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Le pedí a Colombia que me ayudara con las flores de mi cabeza. Las retiró con cuidado y las dejó sobre una mesita junto a los altavoces.


De camino a nuestras posiciones, todos nos miramos nerviosos. No por perder o ganar, sino porque nadie quería terminar lastimado como Argentina, Irlanda o UK.

Yo estaba en el tercer puesto; si me equivocaba, me lastimaría y tenía el presentimiento de que el dolor sería aún peor por estar en mis tierras.

Me coloqué en mi lugar, dando pequeños saltitos y moviendo los brazos. Escuché el disparo y a los soldados de Colombia animándolo a gritos, luego los gritos fueron los de los rusos, en menos tiempo del que pensé, Rusia llegó a mí, entregando la estafeta. Evité mirarlo para no perder la concentración, salí corriendo, aunque cada paso era una punzada de dolor en la planta de los pies. Alargué mis pasos, tratado de compensar mis piernitas con la velocidad que estaba adquiriendo.

Llegué al primer orificio, consciente del peligro, tomé aire y me arrojé de frente, con los brazos apuntando al reducido espacio que debía cruzar. Cerré los ojos un segundo y los volví a abrir, mirando que ya había cruzado todo mi cuerpo.

Los soldados se quedaron en silencio, aquello no era sólo arriesgado, sino estúpido. No obstante, me sorprendieron aplaudiendo y gritando, apoyándome aunque no eran mis soldados.

Pasar por el siguiente orifico ya no fue tan aterrador, sabía lo que debía hacer. Al pasar, todos volvieron a sorprenderse, gritando enloquecidos. Me levanté lo más rápido que pude y corrí hasta entregarle la estafeta a Italia, que al igual que Bangladesh, comenzó a saltar con agilidad sobre las barras de metal.

— Мексика! —dijo cierto ruso detrás de mí— ¿Estás bien? ¡Eso fue increíble!

— Corre Rusia —respondí sin mirarlo—, ya casi llegan.

Colombia se unió a nosotros trotando y llegamos justo a tiempo. Para ver a Argelia trotar con cuidado sobre la banqueta elevada, al cruzar la meta el reloj se detuvo. Lo miré con un poco de miedo.



8 minutos y 58 segundos.




Mi equipo miró en silencio el reloj. Como si nadie entendiera lo que acababa de pasar. Los gritos de nuestros soldados no se hicieron esperar, los mexicanos estaban saltado de las gradas con rumbo a nosotros. Me rodearon y antes de darme cuenta, me levantaron en brazos, para luego lanzarme hacia arriba y atraparme mientras gritaban "¡México!"; vi los soldados de Rusia, Italia, Colombia y Argelia hacer lo mismo con sus respectivos countries.

Me daba muchísimo miedo, pero lo estaba disfrutando, la victoria no era sólo mía, sino de mi equipo y nuestras naciones.

Mis soldados me arrojaron con más fuerza, provocando que me girara y pudiera observar por un segundo a los soldados que me tenían en sus manos. No eran sólo mexicanos, se habían revuelto y tenía a muchas manos de diferentes naciones esperando mi caída.

Luego de eso, la voz del comandante pidió regresar a sus puestos. Todos se calmaron y regresaron más tranquilos a las gradas, que estaban casi vacías.



Era el turno de los soldados de participar. Los countries nos acomodamos en una grada especial, con sombra, asientos cómodos y algunos snaks.

Todos hablábamos de nuestro desempeño.

— Por un momento creí que lo había arruinado todo —dijo Colombia, lo miré sorprendida—. ¡De verdad! Mex, tu no me viste, pero tropecé en las escaleras, me atoré con esos lacitos colgantes...

— Ah, por eso tus soldados comenzaron a gritar —dije recordando la escena en mi mente. Desde donde estaba no podía ver a Colombia, pero sí escuchaba a los soldados.

— Sí, pero luego vimos cómo SE HACE en la madre Rusia y bueno, no sé qué fue más sorprendente, Rusia volando o tú atravesando esos agujeritos.

— No es verdad, Мексика fue mucho más sorprendente —dijo mirándome insistentemente.

— Pero ¿tú estás bien Colombia? —pregunté ignorando a Rusia. ¿Qué parte de "no te quiero ver" no entendió?— ¿No te lastimaste?

— Caí bien, todo bien... —dijo notando mi tensa relación con Rusia.

Me dediqué a observar a los soldados, ahora participaban en parejas, algunos imitaban los movimientos que nosotros hicimos, sólo los más intrépidos intentaban copiar mi forma de entrar, pero al ser tan pequeño el orificio y sus cuerpos tan grandes, sólo lograban golpearse y perder tiempo.

— Este año esta aburrido —dijo UK sentándose a mi lado, mirando a los soldados—. No lo sabes, pero en años pasados, los juegos de los soldados eran mucho más interesantes.

Sentía mi estómago revolverse cada vez que UK hablaba. ¡Casi me viola con sus 3 versiones y ahora habla como si nada!

— ¡Ah! ¿Sabes qué? Se me olvidaron mis flores en la mesa —dije saltando de mi asiento. Me dirigí al campo, donde varios soldados me saludaron, algunos de ellos ni siquiera sabían hablar español, pero me dirigían un "Hola" muy apenado; a lo que yo respondía con una sonrisa y un "Hola" más tranquilo.

Al llegar a la mesita encontré mis flores.

Destrozadas.






Regresé a las gradas especiales y tomé asiento alejada de Rusia y UK.

Irlanda se acercó y tomó asiento a mi lado.

— México, ¿y tus flores? —preguntó Irlanda.

— Ah, yo... —dije mirando a los soldados, que aún desde el campo, me dirigían miradas y saludos amistosos. Les devolvía los saludos con la mano y una sonrisa triste— debieron caerse de la mesa, ya no las encontré.

— Owww ¡hermanita! Llegando a casa te haré una corona de flores ¡Ya verás que bonita te vas a ver!

Abracé a Irlanda por la cintura. Era demasiado parecido a mi hermano mayor. Siempre tan atento, divertido, leal y responsable.

— ¡hey! ¡eso es mío! —dijo Perú desde el otro lado de las gradas, corriendo hacia nosotros— ¿Desde cuándo Irlanda es tan cariñoso con México?

— Desde que me convertí en su hermano de corazón —dijo Irlanda, inflando el pecho orgulloso. Para luego mostrarle la lengua a Perú y abrazarme más fuerte, pasando sus manos por mi espalda.

Perú detuvo sus acelerados pasos.

— ¿Es verdad? —dijo Colombia asombrado.

— Síp —respondí tratando de soltarme del abrazo de Irlanda.

— Puedo ir a su casa cualquier día y puedo quedarme con ella taaanto como quiera —miró malicioso a Rusia— ¿No es geniaaal?

— Yay, siii... —dijo Rusia sin despegar la mirada de Irlanda— fascinante espectáculo están dando a los humanos...

— Ah, se me olvidaban las cámaras —dijo Argelia, acomodándose el uniforme.

— ¡¿Hay cámaras?! —gritamos al mismo tiempo Perú y yo.

Soy... ¿México?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora