45.3 Prelimpiadas: Esto va a ser eterno

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Por la mañana, recibí la notificación de la nueva acomodación. Tendría que mudarme hoy mismo por la tarde e instalarme en el nuevo departamento junto a Colombia, Mongolia y Nueva Zelanda. Bueno, al menos no estaba tan mal. No los conozco mucho, pero tampoco me caen mal.

Al llegar la hora, nos reunimos los cuatro en la pequeña sala de estar, nos dimos un abrazo antes de tomar las maletas y retirarnos.

— Méx, promete que no le harás el desayuno a nadie de ellos —dijo Canadá cuando por fin me soltó—. Recuerda que Colombia siempre dice que tus platillos son horribles y los otros dos podrían intoxicarse, me preocupan.

— Ajá, claro —dije palmeando su hombro— ¿acaso me viste cocinar un solo día de los que estuve aquí? No, ¿verdad? —Canadá me miró poniendo ojos de cachorrito triste— La verdad sea dicha: no sé cocinar.

— Mejor di que nunca quisiste deleitarnos con tus platillos —dijo Groenlandia cruzándose de brazos—, es más creíble.

— Es la verdad —le repetí.

— Da igual, andando —dijo USA las puertas del elevador se abrieron, dejando entrar a los siguientes cuatro inquilinos: India, Turquía, Irán y Reino Unido.

— Cielos, veo que aún siguen aquí —dijo Reino Unido, entrando y pasando de largo hasta llegar a mi lado—. Dime, Méx ¿Cuál es la mejor cama del lugar?

— ¿Cómo voy a saber? —respondí tomando mi maleta para adentrarme al elevador y ser la primera en salir.

—Vas a tener que traer tu sabueso —dijo India escondiendo una sonrisa.

— Qué asco me das —dijeron USA y Canadá al mismo tiempo para luego acomodarse a mi lado en el elevador.

— Nunca aprendes, viejo —dijo Groenlandia al último, entrando con nosotros y presionando el botón de cerrado.

Cuando el elevador comenzó a moverse, todos nos sacudimos, sintiéndonos asqueados del comportamiento de Reino Unido. Sin decir una palabra más, presionamos el botón de nuestro nuevo departamento, sonando la misma voz de la primera vez, confirmando nuestras identidades. Me gusta mucho esto.

Conforme el elevador se detenía, nos separamos. El nuevo departamento ya tenía a Colombia sentada en el comedor, tomando un café que desprendía un aroma glorioso.

— Colombia, ¿hoy es el día en que tendré la fortuna de probar tu increíble café? —pregunté esperanzada, realmente olía fantástico.

— Claro, si ya todo esta listo —dijo con una gran sonrisa— ¿Será que tienes algunas galleticas para acompañar?

— No, pero conozco a alguien que sí —dije marcando el número en mi celular.












Pasamos el resto de la tarde hablando tranquilamente, bebiendo café de los dioses y comiendo galletitas que Austria me hizo favor de traer.

Dios, es increíblemente agradable estar en paz por una vez en la vida, me siento relajada por fin, después de mucho tiempo. Mongolia y Nueva Zelanda no tardaron en llegar y se nos unieron, el último sacó una guitarra de su habitación y tocaba tranquilas melodías mientras hablábamos y reíamos.

Soy... ¿México?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora