21. Desapego y aceptación

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Nuestro séquito estaba formado junto a otros viajeros para ingresar al avión comercial (no podía transportarme con mi habilidad, pues esa es información que sólo unos cuantos humanos en el mundo pueden saber, y por supuesto, mi presidente no es digno de confianza) cuando una humana se acercó y habló en perfecto español.

— Señorita México, me han encargado entregarle esto —dijo ofreciéndome una pequeña caja de cartón blanco.

Tomé la caja por inercia, pero antes de procesar lo que estaba pasando, Héctor le agradeció y la mujer se alejó a paso veloz.

Mantuve la caja conmigo, hasta abordar. Acomodé mi mochila de viaje sobre los compartimientos por encima del asiento y me senté para revisar el contenido de la caja. Dentro había otra caja blanca más pequeña y una nota.

"Especialmente desarrollado

para nosotros.

Todos esperamos

seguir en contacto

con usted".

No reconocí la letra y tampoco estaba firmado. Dentro de la otra caja había un teléfono celular sin marca visible, al encenderlo, hizo un reconocimiento facial y se activó. Bastantes notificaciones e invitaciones para descargar aplicaciones aparecieron en la pantalla. De entre todas, una notificación capta mi atención.

Alguien me envió las fotografías de hoy.

Al observarlas con detenimiento, veo a todos sonriendo, excepto a Rusia y Alemania, que se encuentran en la misma fila que yo, pero en direcciones opuestas.

Ambos miran en mi dirección.











Durante el viaje sólo podía pensar en lo que pasó con Alemania y Rusia. Volví a mirar la fotografía.

¿Por qué Alemania dijo eso?

¿Detener el tiempo?

Justo ese momento, donde parecía que sólo estábamos él y yo... la música, el baile ¿el ambiente? ¿Qué era lo que quería detener?

Por un momento, cruza por mi mente la idea de que Alemania estaba estrechamente ligado a una versión que solía ser como yo en el presente.
¿?
¿Y si no era eso? ¿¡Por qué todos tienen que ser tan jodidamente misteriosos?! Nadie dice las cosas claras, nadie es directo.

¿Y si antes herí a Alemania? Dios, por favor, ayúdame a recordar.

...

Me di cuenta de lo irónico que era mi deseo. Antes odiaba y me frustraba la idea de ser un country y ahora deseaba serlo por completo, no sólo para ayudar a mi gente, sino para comprenderlos, formar parte de ellos.

Pertenecer.

Qué deseo tan inútil y vago.

Este deseo es inherente a la naturaleza, todos y todo anhela ser parte de la manada. Animales, humanos e incluso plantas y seres microscópicos... todos aspiran a pertenecer.

Ya me estaba hartando de luchar contra mi naturaleza, pero tampoco puedo rendirme ante ella. No quiero, pero debo...

Y entonces, cuando lo acepté... por primera vez desde que me transformé en México, sentí paz. Incluso cuando seguía sintiendo mis órganos internos ser triturados, mis músculos derritiéndose y mi piel caerse a pedazos.









Fue un vuelo largo y tedioso. Esta vez no tenía una cama y estaba rodeada de personas. A ratos dormía, leía o escuchaba música.

Aproveché para configurar el teléfono como me gustaba. Seleccioné un fondo de pantalla, pero no encontré la forma de bloquearlo o desbloquearlo, luego de aterrizar usé el wifi del aeropuerto para descargar las aplicaciones sugeridas y una que otra de mi gusto.

Soy... ¿México?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora