15.2 Desfile militar: Cumpleaños

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— Por tradición, una mujer no puede montar de esa forma —era la quinta vez que me lo repetían. Ya lo sabía, pero yo era lo suficientemente terca para insistir—. Señorita México, ya llevamos dos días, por favor...

— Bien, bien... —respondí a mi instructora.

Ya habían pasado dos largos días aprendiendo a montar, los otros countries me informaron que también desfilarían montados para mostrarme su solidaridad de forma personal. Aunque claro, ellos ya sabían montar y no necesitaban clases.

Al llegar a casa, subí los escalones sin ánimos. Había una ligera lluvia que me refrescaba un poco la piel. Otra vez sentía como si se quemara por dentro, mi piel ardía y el uniforme me lastimaba con cada roce.

Poco antes de abrir la puerta escuché un gran alboroto. Quizás mis invitados estaban en medio de algo. Me dio un poco de miedo abrir la puerta y encontrarme con una imagen que no podría borrar de mi mente.

Giré la manija lo más lento que pude, evitando hacer ruido. No había nadie en el suelo, eso era buena señal. Pero había algo en el aire que me obligó a levantar la vista, del techo colgaban ramilletes de bellas flores lilas y blancas, habían colocado series navideñas en forma de cascada por cada esquina de la entrada y entre las flores, pero estaban apagadas.

Aquello se vería precioso al estar encendido, así que busqué el tomacorriente y lo conecté. Desde ahí observé fascinada la decoración.

— ¡¿Quién fue el güevudo que encendió las luces?! —gritó Honduras entrando con una canasta de flores en brazos— ¿Les tengo que volver a explicar que no podemos llamar la atención desde fuera?

—Ah, perdón —dije desconectándolas. Honduras se congeló un segundo mirándome sorprendido—. No sabía que debían estar apagadas.

Honduras tomó aire para después soltar un agudo grito que me obligó a cubrirme los oídos con fuerza. Apenas terminó su grito, vi a mis otros invitados llegar corriendo con cajas de diversos tamaños en las manos.

— Ah, señorita México —dijo Argelia—. No la esperábamos tan temprano...

Miré mi pulsera. Eran las 11:30 pm. ¿Para ella era temprano?

— 1. 2. ¡3! —contó Italia.

— ¡Feliz cumpleaños! —gritaron todos a la vez.

Las luces navideñas volvieron a encenderse y cayeron pétalos y trocitos de papel plateado y dorado sobre nosotros. Miré sorprendida a mis invitados. Hoy no era mi cumpleaños. Hoy es... ¿15? de septiembre... ah... hoy es 15 de septiembre, claro. El aniversario del inicio de lucha por la independencia de México.



El primero en entregarme un regalo fue Marruecos, que no había hablado en toda su estadía.

— أريد أن أهنئك بعيد ميلادك. على الرغم من أنني
 أعلم أنه ليس عيد ميلادك حقًا ، إلا أنني أريد أن

أقدم هذا لك.

— "Quiero felicitarte por tu cumpleaños. Aunque sé que no es realmente tu cumpleaños, quiero obsequiarte esto" —dijo Francia, traduciendo— ¿No es tu cumpleaños, Méx?

— No. Bueno, ¿Sí? Mmm Se festeja el 15 y 16 de septiembre, pero oficialmente es el 28 de este mes —respondí. Marruecos me entregó una pequeña caja, la coloqué en una mesa y extendí los brazos hacia él.

— إنه تقليد ، لا تتركه هكذا— dijo Francia.

Marruecos me abrazó con incomodidad. Le agradecí mirándolo a los ojos y le pedí a Francia que tradujera.

Soy... ¿México?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora