22. Ayúdame

105 13 2
                                    

Michoacán me acompañaba, antes de sugerirle este viaje, se comportaba de forma brusca o grosera siempre que se reunía conmigo para revisar o planificar propuestas de ley, pero obviamente todo cambió cuando cambié mi género.

Aunque me sentía triste por no poder lograr nada con él siendo mujer, ahora sentía que tenía más influencia en él. Así tal vez, podría hacerlo cambiar y ser más tolerante. Eso esperaba.

Subimos caminando las empedradas calles de Tlalpujahua. Ya casi nunca me ejercitaba y sentía mis pernas arder, además de que estar en el estado, lleno de violencia, rezago educativo y corrupción, me hacía sentir los pulmones y entrañas diluirse en ácido al tiempo que mis propios nervios me revolvían el estómago.

Finalmente, le haría frente a uno mis mayores temores como country human.

Recordar.





Me encontraba de pie frente esa inmensa puerta de madera antigua.

Tomé la mano de Michoacán, que no negó el contacto y subimos juntos los tres escalones de piedra. Justo al cruzar la puerta, pude verlo de nuevo. Como si nunca se hubiera ido. Todo estaba igual.

Una mujer mayor arreglaba su falda, concentrada en todos los detalles, no notó nuestra presencia.

— Ejem —dije llamando su atención—, Doña Rafaela, buenos días.

— Joven Nueva España, no lo esperaba tan temprano —respondió avergonzada

— Bueno, doña... aquí esta mi crío —dije jalando la mano del pequeño hasta quedar frente a Rafaela. El niño mantenía su fuerte agarre sobre mi mano—. Reino de México, saluda.

— B-buenas t-tardes... —dijo con voz tímida.

— Veo que ya has llegado —dijo una voz desde los jardines.

— No podía esperar —respondí sonriendo. Ambos humanos me miraron sorprendidos, ellos no creían que yo podría estar interesado en sus ideales, pero ya había demostrado varias veces mis intenciones de independizarme—, Doña Rafaela, le encargo mucho a mi chilpayate, ahorita esta así, pero en cuanto agarre confianza, podría destrozarle toda la cas-

— Hijo, crié 5 hijos varones ¿crees que no podré?

Le volví a sonreír, así es mi gente, ellos siempre pueden con cualquier desafío.

Salimos de la casa, no sin antes entregarnos un itacate que doña Rafaela puso para Nacho y para mí (incluso cuando le aseguré que yo no necesitaba comer).

Al llegar al monte, pudimos hablar con confianza, Nacho me habló a profundidad de sus ideales, sus planes y estrategias, era un hombre muy inteligente y perspicaz. Notó mi incomodidad al hablar de usar mujeres y niños en el ejército. Cambió de tema hablando de su familia.

Un sentimiento de nostalgia y añoranza me invadió. Yo quería recuperar mi propia familia. Solía ser un humano, tenía una familia, pero se destruyó poco después de la conquista militar. Me quedé solo, me hundía en mi propio sufrimiento cuando me di cuenta de que mi piel no era la misma. Traté de reunirme con mi familia, pero me fue imposible. Estaba encadenado a la vida.

—...Nueva España? —alcancé a escuchar mi nombre. Ese nombre que otro más me dio, ese horrible ser que incluso había ayudado en mis intentos de destruirme, disfrutando cada segundo.

—... creo que es hora de volver —dije mirando el horizonte. Pensar en ese hombre me revolvía el estómago.

Espero que esta vez, sí podamos lograrlo...

Soy... ¿México?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora