7. México sufre

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Luego de algunos días hablando con Ecuador, Chile, Argentina y Rusia (que casi siempre estaba cerca de mí, por alguna inexplicable razón) solicité hablar con ONU en privado.

Él llegó a mi habitación, lo que hizo que los demás salieran en silencio.

— ¿Cómo estás, México? —preguntó cuando la puerta se cerró tras Rusia.

— Me siento muy bien, gracias. ¿Tú cómo estás, ONU? —la conversación siguió con algunos temas banales, me preguntó cosas de los libros que había estado leyendo, los paseos por el jardín y las conferencias que solía ver por la noche para no aburrir a mis amigos latinos.

No me sorprendía que él supiera lo que hacía cada momento del día, seguramente había cámaras en todas partes.

Aunque en realidad no me importaba. No tenía nada que ocultar (a excepción de los dulces que aún guardaba en el escritorio).

— Bueno ONU, de lo que te quería hablar es... que ya me siento listo para ir a mis tierras.

— ¿Por qué lo crees? —preguntó acercándose al escritorio.

— Pues... he estudiado bastante. Pero tú y yo sabemos que estudiar nunca será suficiente. Debo poner esto en práctica si quiero mejorar mi país. Debo ir con mi pueblo, trabajar para ellos y así mejorar poco a poco. Lo necesito, necesito a mi gente.

ONU sonrió orgulloso, se veía como una mamá gallina.

— Tienes razón —dijo mirándome seriamente—, jamás creí que México diría algo así, pero aquí estamos... —hizo una pausa, volvió a caminar por la habitación, nervioso— sin embargo, me gustaría que te quedaras en el hospital unos meses más, queremos que te vuelvas más fuerte —lo miré confundida, si querían que fuera fuerte, debieron mandarme al gimnasio, no a la biblioteca—, escucha, hay algo que debes saber antes de que eso ocurra.

— ¡Weon! —gritó Chile entrando de golpe por la puerta y cayendo al piso— Aaahh s-s-señor ONU. N-no era mi intención, pe-pero- ¡Ah! ¿Se acuerda...

No pude ver el rostro de ONU, pero por la voz y los gestos de Chile, supuse que daba mucho miedo.

— Señor Chile, debo recordarles a usted y el resto de los countries —dijo alzando la voz para que los que estaban en el pasillo pudieran escuchar claramente—, que escuchar conversaciones privadas los haría acreedores a cierta sanción muy específica...

Chile se levantó a tropezones y corrió a la puerta, pude escuchar a los otros correr detrás. Luego de un momento de silencio, ONU retomó la palabra.

— Usted también podría estar incluido en la sanción, señor Rusia —dijo mirando la puerta.

— Я хотел убедиться, что они не вернутся (Quería asegurarme de que ellos no volvieran) —respondió el otro, acercándose a la puerta y cerrándola poco a poco— и что у них есть конфиденциальность (y que tengan privacidad).

— Как всегда вы очень внимательны (Como siempre, es usted muy considerado) —dijo ONU. La puerta se había cerrado, creí que ya podríamos retomar la conversación, pero, otra vez, había silencio—, однако у меня нет твоего времени ... (no obstante, no tengo su tiempo...)

Esperamos un momento en silencio, me preguntaba por qué todos le temían tanto a esa amable y respetada organización.

— Lamento eso —ONU me miró con una sonrisa—, supongo que no es muy distinto de lo que un profesor debe hacer para imponer el orden en su aula.

— Eh... yo creo que lo que impones es miedo, no orden...

— Y yo considero que ambos deben ir de la mano. No hay orden si no hay miedo.

Comenzaba a entender por qué los demás le temían. Ahora yo tampoco quería hacerme acreedora a una sanción.

— En fin. Quiero explicarte por qué estamos en Suiza y por qué no puedes dejar el hospital... aún —lo miré expectante, lista para rebatir cualquier argumento que me diera. Yo no sólo quería llegar a mi país a ayudar, también necesitaba con urgencia ver y sentir mi tierra, quería escaparme y ver a mi familia, a mis alumnos, a mis amigas—. Como sabrás, esta nación es neutral desde 1815 —asentí, fingiendo saber de lo que me hablaba—. Cualquier country puede pasar un tiempo indefinido aquí sin consecuencias. Es por eso que el hospital especializado en countries fue construido aquí.

Aquello no era la explicación que esperaba, pero lo escuchaba atenta.

— Cada country, además de ser la representación humanoide de una zona geográfica, tiene habilidades especiales que dependen de su nación. Pero... también tiene debilidades... —ONU me miró con tristeza— la debilidad de un país en desarrollo como tú, es tu población y gobierno. Lo que te pasará al tocar tierra mexicana, o incluso de cualquier otro país, será un dolor terrible que atravesará tu cuerpo en formas que no puedes ni imaginar. Podrías caer en coma si no eres atendida de inmediato. Por eso antes de dejar Suiza, debes ser fuerte, tanto de forma física, como emocional y psicológica; sólo así podrás volver para ayudar a tu pueblo.

Jamás escuché algo así. Esa información debía ser exclusiva para countries, por eso las personas normales como yo, no sabrían nada al respecto. Parecía lógico. Si ellos eran nuestra representación, debían sufrir el dolor, la frustración y agonía de la población. Pero ONU no sabe lo terca que puedo ser.

— Entiendo —dije mirando a ONU—, pero no has contemplado algo importante sobre mi.

— ¿Y eso sería...?

— Mi carácter y profesión —dije con una sonrisa de superioridad, ONU me miró alzando una ceja— y lo más importante: mi género. Obviamente no lo sabes, ni lo imaginabas, pero una mujer en cualquier parte del mundo debe sufrir mucho, aguantar ese dolor y sobrellevarlo día a día, más aun siendo mujer en un país tercermundista, que debe aprender a vivir con miedo y saber defenderse.

ONU permaneció en silencio unos momentos, cuando creí que debía volver a hablar para convencerlo, me miró y sonrió amablemente.

— Sin duda, la información recabada sobre ti es apenas una ínfima parte de lo que realmente eres. Seguramente nos sorprenderás a todos —parecía que hablaba consigo mismo—. Tú ganas México. Estarás aquí un mes más, en lugar de los seis meses que tenías programados. Pero si colapsas, deberás cumplir los seis meses de forma obligatoria. ¿Entendido?

Como todo buen jefe, no me estaba dando opciones, sino indicaciones.

— Entendido —respondí con una sonrisa. Extendí mi mano hacia él en un intento de hacer "oficial" nuestro trato.

Estrechamos las manos justo cuando alguien tocó a la puerta. Era OMS, pues mi chequeo nocturno estaba por comenzar.

Soy... ¿México?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora