47. Ellos

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Seguía nerviosa, mis manos temblaban sin saber qué hacer, mi respiración entrecortada delataba mi inseguridad.

Alemania acariciaba mi cuello con su mano izquierda y con la derecha jugaba con mi cabello, sus labios dejaban un recorrido de suaves y lentos besos a lo largo de mi cuello y  rostro, Rusia, por su parte, había metido su mano derecha acariciaba mi pierna, subía, apretaba un poco el muslo y volvía a bajar. Su mano izquierda por debajo de mi blusa, paseaba por mi espalda para luego aferrarse a mi cintura, dejándome sin posibilidad de moverme.

Ambos susurraban tiernas palabras, intentando tranquilizarme, logrando que mi respiración bajara y al fin recobré el control de mis manos. Al primero que miré fue a Rusia, en sus ojos veía anhelo, me suplicaba con la mirada, quería ir más lejos y más rápido que Alemania, mi mano apenas rozó su afilada quijada, guiándolo a mis labios, bailando a un ritmo lento, luego de un breve momento, terminó el beso, Ru mordió ligeramente mi labio inferior, para luego lamer la herida, a lo que Ale no tardó en unirse, nuestras lenguas, las tres, tocándose, intercambiando la respiración...





















Juraría que sólo cerré los ojos un segundo, pero al abrirlos me encontré a mi misma en la cama de Ale, en aquella habitación de color pistache, sentada sobre él, mis rodillas a cada lado de sus costillas y mis brazos entrelazados detrás de su cuello, él continuaba mirándome con deseo, sus párpados caídos y respiración lenta.

— Mex, mi amor —dijo acariciando mi espalda—, lo siento mucho. No sé qué me pasa. ¡Ah!

— No es nada —dije sintiendo su miembro dentro, incluso podía sentir sus venas dilatarse y contraerse.

— No lo entiendo... jamás me había venido tanto, durante... tanto tiempo...

Había dejado de moverme por temor a que aquello ya no fuera normal, le había preguntado si alguna vez le pasó algo similar, pero su respuesta fue:

"Sólo me pasa contigo, pero hoy rompí el récord"















Rusia se encontraba sentado en el piso, entre mis rodillas, me hablaba sobre sus cosas mientras yo peinaba su largo cabello.

— Mexy —Rusia apretó mi rodilla, llamando mi atención, me había concentrado en entrelazar su cabello y perdí el hilo de lo que me estaba diciendo.

— Perdón, mi vida —dije terminando la trenza, la enredé con una liga transparente que se difuminaba con su cabello— ¿Qué decías?

— Bueno, ¿En qué te quedaste?

Hice memoria un poco, recordando su relato.

— Estabas patinando con Biel, tratando de dibujar un mandala sobre el hielo.

— Sí, la estúpida trataba de hacer círculos pequeños pero —comenzó a reír a medio relato, lo intentó de nuevo pero la risa le ganaba en la misma parte— no, espera, no, no puedo.

Adoraba escuchar su risa, casi nunca podía verlo o escucharlo reír tan libremente... fue educado en su infancia para no reír frente a cualquiera, una simple sonrisa era considerado un error fatal.

Pero conmigo ya podía reír, carcajearse sin parar hasta sonar como foca con enfisema pulmonar. Realmente adoro su sonrisa.

— Bien, luego le preguntaré a Biel —dije levantando su rostro para dejarle un beso en la frente.

— Siempre puedes volver a hacer eso, ¿Sabes?

— Claro, siempre que lo necesites te ayudo con la trenza.

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⏰ Última actualización: 2 days ago ⏰

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