31.1 Golpe de realidad

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Rusia y yo permanecimos en silencio.

En mi mente, preparaba lo que debía decirle, pero no hallaba el valor para decirlo.

— Oye-

— Yo-

Hablamos al mismo tiempo. Reímos ante la situación y Rusia guardó silencio, esperando su turno. Tomé aire para darme valor.

— Oye quiero disculparme por la forma en que me comporté antes —dije antes de él intentara hablar—, lo siento mucho, Rusia. Te he tratado de forma muy grosera, yo no soy así, pero sí suelo interpretar o suponer las cosas y hoy veo que me equivoqué.

— No, no, yo no debí irme así de tu hogar. No debí comportarme así en la reunión y creo que me vi como un acosador en tu fiesta, yo lo siento mucho.

Nos sonreímos tranquilamente mientras estrechamos las manos, como buenos countries.

Caminamos por los jardines en silencio, admirando el diseño.

— En fin, creo que todo fue un enorme malentendido —dije para terminar la conversación y el pequeño acto de amistad que teníamos.

Ya no soportaba seguir cerca él. Tenía esa sensación de incomodidad en el estómago, algo estaba muy tenso dentro de mí.

— ¿Malentendido?

— Sí, bueno... además... no sé si debo guardar el secreto.

— ¿Secreto? —su rostro reflejaba confusión.

— Oh, si no es secreto, no hay problema, ¡qué bueno! De todos modos-

— Мексика —me interrumpió, acunando mi rostro entre sus manos—, sólo dime lo que crees que está pasando.

— ... pues... justo ahora... —mi cerebro estaba a punto de explotar, veía su rostro cada vez más cerca. Sabía que me quería besar, pero también había visto con mis propios ojos cómo él y Alemania se demostraban cariñitos, como una perfecta pareja feliz. Entonces, ¿por qué estaba pasando esto?

— Мексика, dime qué estás pensando —no podía apartar la mirada de sus ojos, parecía que miraba la misma Antártida... sumergiéndome en la majestuosidad, soledad y frialdad del lugar.

— R-Rusia —dije usando toda mi fuerza para mantenerme en pie—, n-no tienes una relación con... ¿con Alemania?

— Así es —respondió rosando nuestros labios, sentí un escalofrío recorrerme de pies a cabeza—, ambos nos amamos.

Cerré los ojos. Completamente decepcionada.

— Мексика, abre los ojos —susurró a mi oído—, por favor.

No podía.

Alemania. Un ser de luz, amable, eficiente y respetable estaba en una relación amorosa con Rusia, un tipo raro, implacable, frío y calculador, además de que yo era el cuerno. Él me seguía casi como un acosador. ¿Cómo puedo hacerle esto a Alemania?

Estaba a punto de escabullirme de sus brazos para transportarme a mi hogar —huir era mi única salida— cuando escuché otra voz justo detrás de Rusia.

— Mexiko...

Abrí los ojos de golpe. Asustada y temblando, miré a Alemania abrazando por detrás a Rusia, mirándome con ternura.

— A-a~lemania... es-esto no es lo que parece —dije con terror.

— Veo que Rusia no pudo controlarse más —dijo Alemania con toda tranquilidad.

— ¿Cómo podría resistirme? —preguntó Rusia, besado la punta de mi nariz— ¡Mírala!

— Lo sé —respondió Alemania, extendiendo su mano y alcanzando mi cabello para acomodarlo detrás de mi oreja—, pero definitivamente debiste esperar a que nos recuerde por sí sola.

Soy... ¿México?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora