31.1.1 Una duda resuelta

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— Encontré esto tirado —dijo Héctor, entrando a la oficina, con mi celular en la mano— como estaba descargado me tomé la libertad de ponerlo a...

Lo miré molesta. Él no debería tomar mis cosas sin permiso. ¿Quién se cree que es? ¿El jodido PRI?

— En fin, te recuerdo que tienes una cita con Brasil en dos días, ya la he reprogramado varias veces y me pregunto si hay algo que —nuestras miradas se cruzaron, en este punto tanto Héctor como yo nos conocemos lo suficiente para saber dónde trazamos la línea—. No, nada. Otro asunto: la iniciativa fue presentada ante el pleno y esta siendo discutida.

— Perfecto, ¿qué falta?

— La aprobación —dijo sonriendo—. Vamos a la mitad del proceso, pero esta es la parte más importante. En este paso, me hemos estado atascados desde hace un mes, casi después de que obtuviste la aprobación de ONU.

— ¿Ya pasó un mes?... ¿qué seguirá en caso de ser aprobada?

— Sí, ¡el tiempo vuela! Faltaría la sanción, promulgación y publicación, y claro, la iniciación de la vigencia.

— Gracias Héctor. Recuérdame, ¿cuándo fue la última vez que tuviste vacaciones?

— En diciembre.

— Entonces tómate una semana, estoy segura de que, si la iniciativa se aprueba, las cosas serán un poco más complicadas. Así que nada de excesos en tus vacaciones ¿entendido?

— Sí, profeeee —respondió con un tono infantil— ¿me va a dejar otra tarea?

— Te dejaré la misma tarea que a mis alumnos: Duerme mucho, juega videojuegos pero también debes practicar cualquier deporte, habla con tu familia y come lo más delicioso que encuentres.

— ... bueno —comenzó a reír ligero, tomó sus cosas y justo antes de salir por la puerta me miró con tristeza—. Tú también deberías descansar. Te ves horrible.

— Gracias, qué lindo —dije con sarcasmo.









Brasil entró a la oficina con dos enormes bolsas colgando de sus hombros, se veía tan campante como siempre, me da envidia verlo así de relajado.

— México, às vezes eu senti que você estava me evitando

— ¿Qué? —dije mirándolo confundida. ¿Me habló en portugués? ¿Por qué no entendí?

— ¿Le pasó algo a tu traductor? —preguntó en español, me quité el dispositivo y lo miré detenidamente— Quizá china pueda ayudarte.

— Querrás decir Japón.

— Cierto, siempre los confundo.

— Uno es enorme y rojo. El otro es pequeñito y blanco. ¿Cómo vergas los confundes?

— ... ¿sus ojos?

— ... ya no importa, le llamaré luego a ver si me puede ayudar.

— Obvio te va a ayudar.

— No quiero sonar grosero con mi primito, pero ¿por qué estás aquí?

— Teníamos una reunión ayer. ¿Lo olvidaste?

— ¡Ah! —dije dando una palmada a mi frente— Sí, perdona. Lo olvidé por completo.

— Descuida me diste una excusa para venir a verte. Estaba preocupado por todo el revuelo que se armó en tu país, quizá tú también te sientas confundido.

Soy... ¿México?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora