Capítulo 53

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El joven de anteojos se sintió lleno de emociones que iban desde la resignación hasta la felicidad, luego de algunas respiraciones profundas tomó la caja de madera que escondió durante años encaminándose a la estancia frente al estanque. Ahí estaba Akane realizando algunas facturas, la penúltima persona a la que debía enfrentar antes de comenzar de nuevo

Por un momento quiso darse la vuelta y ocultar nuevamente la caja, después de convivir tanto con ella, sintió que era una gran persona. Podría ser que sólo estuvieron involucrados como empleado y empleadora, pero no podía evitar sentirse como un traidor teniendo algo tan importante en sus manos. Aspiró hondo tratando de acallar sus temores y dió pasos decididos al lugar —¿Akane?— la llamó aún con dudas. Ella levantó los ojos de sus papeles dándole una mirada

—Mousse— lo recibió con una sonrisa ordenando sus documentos en una sola pila

—¿Tienes un minuto para hablar?— trató de mantener un semblante serio,  lo que estaba a punto de revelar tal vez cambiaría todo de nuevo

—Claro, siéntate— respondió un poco menos sonriente, era la primera vez que él precisamente le pedía hablar ¿Por qué tenía un semblante tan sombrío?

El azabache se sentó de frente con la mesita separándolos, aspiró hondo por enésima vez en ese corto lapso de tiempo para luego depositar la caja delante suyo, entonces la abrió —Ésto, es para tí— informó empujando el objeto en su dirección

Desconcertada, estiró su mano acercando más la caja. Se sorprendió al verla repleta de sobres, presumiblemente de cartas, algunos más amarillentos que otros indicando que tenían diferentes tiempos guardados ahí —¿Qué es esto?— quiso saber, mientras hablaba, sacó una examinando el contenido del exterior

Remitente: Ranma Saotome
Dirección: Tianzi Mountain, Zhangjiajie, Hunan China
Fecha: ...

Luego levantó la vista completamente en shock. Sin poder evitarlo sacó otro sobre, que esta vez decía: Ranma Saotome, Jusenkyo, Bayankala Mountain, Qinghai China y luego uno más con otra dirección en el remitente.

Una tras otra hasta tener un total de quince esparcidas en la mesa fueron leídas encontrando siempre el mismo destinatario: Akane Tendo, Nerima, Tokyo Japan

Un poco asustada por lo recién visto, levantó los ojos con una mirada inquisitiva —¿Qué es todo ésto?— demandó clavando sus orbes en el muchacho que tenía enfrente

Mousse se refregó las manos con nerviosismo, su conciencia culpable comenzó a actuar de inmediato la vió con el ceño fruncido ¿Qué era esto? Era...

Una traición. Eso era

Pero también era un grito silencioso de un corazón roto

—¿Por qué tienes éstas cartas?— en vista de que no obtendría respuestas a su pregunta anterior eligió cambiarla por una nueva, más directa —¿Mousse?

El joven suspiró, él debía responder. Más allá de sus sentimientos, no podía seguir engañando a la Tendo, tenía que exponer el asunto y muchos otros para que todo terminara apropiadamente antes de irse —Éstas cartas son escritas, de Ranma, para tí. Yo... Me quedé con todas desde que empezó a enviarlas

Akane casi saltó de su lugar —¿Qué?— aún más sorprendida, volvió a bajar la mirada hacia la caja, no podía saber el número con exactitud, pero podía apostar a que eran cerca de cien sobres —¿Qué está pasando?— volvió a cuestionar. La conmoción y duda la hicieron buscar los orbes masculinos con impaciencia

Mousse encapuchó los ojos afligido, arrepentido, con un nudo en la garganta que le impedía hablar. Ni siquiera sabía por donde empezar aunque se preparó mentalmente para esto durante los últimos meses. Cerró los ojos con fuerza abriendo la boca de la cual sólo emergió un pujido, cerró sus labios, luego los abrió repitiendo la acción algunas veces más sin lograr articular una sílaba

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