CAPÍTULO 22: DESILUCIONADA

58 24 6
                                    

Mariel se despertó el domingo temprano.

Tenía que limpiar la sala de máquinas como cada día y luego los baños públicos de la cafetería cerca de medio día.

Recogió sus cosas y en el camino se cruzó con Alex.

—¿Cómo está la chica más linda del barco?—preguntó sonriente.

Mariel se detuvo y le miró confundida. La última charla que habían tenido, Alex la había dejado plantada en la cubierta del barco. Se había ido furioso después de mencionar a su hermano y antigua novia. Ahora aparecía como si nada, sonriente y de buen humor.

«¡Este chico es bipolar!».

—¿Porqué siempre tan seria?

—Intento ser equilibrada con mis emociones.

—Eso suena a reproche. ¿Por qué lo dices?

—Será porque no te entiendo. Porque me confundes...

—Si no me entiendes, puedes preguntarme...

—Bien... ¿por qué estás de tan buen humor? Si mal no recuerdo, anoche saliste enfurecido y me dejaste hablando sola... ¿Qué cambió?

—Es un bonito día. Y más bonito ahora que te veo.

—Alex, estoy hablando en serio.

—Siempre hablas en serio... lo sé.

—¿Pasó algo con Cris?

—Tenías que mencionarlo—dijo cambiando su sonrisa por un gesto de desagrado—, ya no quiero hablar de mi hermano.

—Quiero que me cuentes que pasó, no sabía que tenías novia... ¿rompieron por Cris?

—No quiero hablar de Cris, no quiero mencionarlo.

—¿Por qué no lo perdonas y sigues adelante con tu vida?

—Te dije lo que me hizo, no puedo, ni quiero perdonarlo... Mejor hagamos de cuenta que soy hijo único.

—Estoy cansada de esto, Alex. Tienes un hermano, y tienes problemas con tu hermano. Hasta que no lo resuelvas tu vida seguirá siendo miserable y amargada. No obedeces a lo que Dios dice en su palabra. Eso te hace daño... y te aleja de lo que Dios quiere hacer con tu vida.

Si algo estaba claro, era que Alex no solo estaba mal con Cris, su vida espiritual estaba fría, helada.

Mariel había estado ciega durante todo este tiempo, pero ahora podía ver con claridad que la forma de conducirse de Alex no era correcta.

Si su madre estuviera cerca le diría que debía alejarse de él. No era el momento para estar con alguien tan conflictivo y con un corazón lleno de rencor.

—Prometo que estaré bien. No más arranques de bronca, no más enojos... Empecemos de cero.

—Tengo trabajo que hacer.

—¿Podemos vernos más tarde?

—No... iré a ver la obra, Marilina actúa y quiero estar en la inauguración.

—¡Te acompañaré!

—Mejor no, Alex. Tengo muchas cosas en mi cabeza en este momento y la verdad... necesito aclarar mis ideas.

—¿Me estás pidiendo que me aleje?... ¿Qué te dijo Cris antes de irse? ¿Cuándo lo viste?

—Cris no me dijo nada... ¿Por qué dices antes de irse? ¿A dónde se fue?

—Seguro te llenó la cabeza... parece que está empecinado en quitarme a toda chica que me interesa... ¿Ya lo besaste?

Y esa pregunta fue el colmo para Mariel que no pudo contenerse más y le plantó una fuerte cachetada dejándolo completamente descolocado.

—No vuelvas a hablarme por un largo tiempo—soltó enojada, mientras se alejada de él caminando rápidamente.

«¿Quién se cree que soy? ¿Cómo va a insultarme de esa manera? Realmente Alex acaba de desilusionarme por completo».

La bronca y el enojo no pudieron evitar que una lágrima de dolor cayera por su mejilla. Estaba completamente desencantada de Alex.

Durante este mes, había tenido la oportunidad de conocer a dos Alex completamente diferentes. Uno dulce y tierno, divertido y atento, que la había enamorado, pero también uno temperamental y fastidioso, odioso y mal humorado. Este último no le agradaba en lo más mínimo. El tema en cuestión era: ¿Cuál de los dos es el verdadero Alex? ¿Cómo sería Alex, sin rencor, sin bronca y cerca de Dios? ¿Habría un Alex así?

Lo más sabio en este momento era alejarse. Dejar que Dios trabajara en la vida del muchacho y ver cómo continuaban las cosas.

La mañana de tareas se pasó con rapidez entre todos estos pensamientos.

Mientras terminaba de limpiar el baño, Marilina entró con algunas de las chicas de teatro a cambiarse.

—¿Irás a ver la obra?—preguntó Marilina.

—Por supuesto. No me la perdería.

—Oye, Cris me dejó esto para ti—dijo extendiendo la nota. Sus sentimientos no podían interferir en la hermosa amistad que ellas tenían. Mariel además era completamente inocente, ni siquiera sabía que ella también estaba enamorada de Cris.

—Gracias—respondió tomando el papel y abriéndolo frente a ella. Leyó las cortas líneas y lo guardó.

—¿Algo importante?

—Se fue del barco por unos días... teníamos una charla pendiente... eso es todo—explicó con sencillez.

Era la verdad. Ella misma había leído la nota. Allí decía una cita, pero Mariel no parecía afectada o desilusionada.

Cada vez las cosas eran más extrañas y confusas.

—Nos veremos al terminar la obra.

—Sí, amiga, que todo salga hermoso y que muchas personas reciban a Cristo por este testimonio—declaró Mariel.

Las chicas se despidieron con un abrazo sincero.

Marilina no iba a permitir que los sentimientos por un chico las separaran. La amistad sería lo principal.

EL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRAS VIDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora