CAPÍTULO 43: CELOS AMARGOS

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La inauguración y apertura del Logos fue todo un éxito. La población libanesa respondió de manera positiva ante la convocatoria. Desde muy temprano se formaban largas filas de personas en el muelle, esperando entrar a la librería.

Los precios de los libros y Biblias eran muy accesibles, permitiendo que aún aquellos de bajos recursos pudieran comprar ejemplares.

La cafetería también fue bien concurrida, y todos se mostraban ansiosos de probar la Coca-Cola americana y los sándwiches de jamón y queso que allí servían.

La gente era amable y educada. A pesar de no poder comunicarse con palabras, los tripulantes recibían a todos con una sonrisa, estrechaban sus manos y les regalaban un folleto en árabe con el plan de salvación.

Paloma caminó hacia la cocina.

Ayer había sido su día libre y aprovechó a descansar, antes de lo que sería el comienzo de semana con la recepción de mercadería y el planeamiento del menú semanal.

Lía era tan estricta que cada lunes hacia un inventario de las despensas y la lista de pedidos de compras, para que nada faltara.

Al entrar, tomó su delantal del perchero y mientras se lo colocaba escuchó voces extrañas y risas en la cocina.

No era normal el bullicio, ni las risas... menos un lunes por la mañana.

Una voz se destacaba del resto.

Era un tono conocido.

Caminó unos pasos más... y allí estaba.

—¿Qué haces por aquí? Pensé que no regresarías—dijo Paloma.

—Lía tuvo que realizar un viaje por problemas familiares y necesitaban un reemplazo—respondió Gino sonriente—. Al parecer mi pan de nuez ha enamorado a toda la tripulación...

Paloma miró a Gino que sonreía feliz de estar nuevamente en el barco.

Lo habían despedido diez días atrás cuando el barco había abandonado Italia, y pensó que jamás regresaría.

—No te ves muy feliz con mi regreso...—susurró acercándose a ella y separándose del grupo—, pero no importa... estoy feliz de regresar, aunque solo sea por unas semanas.

—Entonces... ¿estás a cargo?

—Me dijo Lía que me ayudarías; habló de un inventario... una lista de compras... dijo que me explicarías.

Paloma negó con la cabeza. Hubiera preferido que Lía la dejara a cargo de la cocina, ahora debería lidiar con este muchacho...

—¿Y? ¿Por dónde empezamos?—agregó Gino frotando sus manos y con una amplia sonrisa en el rostro.

...

Will estaba en el aula de planeamiento, junto con algunos de los integrantes de su grupo. En dos días sería el primer evento fuera del barco en una escuela primaria cercana al puerto.

Una gran caja llena de elementos de juegos estaba sobre la mesa.

Bruna y Mariel recortaban unas tarjetas que Ahmín había diseñado con un texto en árabe para regalar a cada pequeño junto con una golosina.

Kadija, una muchacha de Yemen, tendría la lección.

Cris entró en el aula saludando a todos y se sentó cerca de Mariel.

—¿Todo bien?—preguntó el muchacho dirigiéndole una mirada.

—Sí, bien...—respondió sin levantar la vista del papel que cortaba.

EL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRAS VIDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora