Tener el privilegio de predicar en un país musulmán y sin restricciones, era un milagro de Dios.
Libia nunca antes había permitido al barco Logos ingresar en su territorio marítimo y mucho menos permanecer en su puerto para recibir a la población como visitante.
En los cuatro días de navegación la tripulación se vio sometida a varios entrenamientos y capacitaciones.
Era necesario conocer la cultura, forma de tratar a las personas, los nuevos programas por realizar... Muchas cosas debían cambiar.
Ahmín, un joven de veinticuatro años de Mozambique, hacía un año y medio que estaba en el Logos, su testimonio había impactado a miles de personas en las reuniones realizadas durante la estadía del barco en Centro América.
Ahmin se había convertido al evangelio cuando tenía dieciséis años y una misionera le había predicado con el libro sin palabras. Seguir a Cristo le había costado el rechazo y maltrato de su familia y de toda su aldea.
Pero eso no lo quebrantó, sino que fortaleció su fe y comenzó a predicar a todos los que conocía acerca del amor y perdón de Dios.
La misionera lo recibió como un hijo y juntos predicaron durante años.
Muchas personas creyeron en Cristo por medio de Ahmín. Su nombre se hizo conocido entre las aldeas, y los líderes comenzaron a verle como una amenaza.
Planearon matarlo para cortar con aquella nueva creencia que él predicaba. Lo golpearon y tiraron en un campo creyéndolo muerto. Pero Dios tenía planes mayores para él.
Luego de semanas de cuidados, se recuperó y por consejos de la misionera se sumó a la tripulación del Logos, que en ese momento se encontraba cerca de allí en Madagascar.
Ahmín, en el Logos, es muy querido por todos sus compañeros, su piel oscura resalta la amplia y blanca sonrisa que siempre está en su rostro.
Mark y Tim estuvieron de acuerdo con que él se encargara de organizar los grupos que trabajarían en tierra, visitando las escuelas, hospitales y diferentes comunidades. Nadie mejor que él para saber la realidad que enfrentan cada uno de esos niños.
Estos grupos de ayuda comunitaria y evangelismo, para actividades fuera del barco, comenzaron a formarse con voluntarios de todas las aéreas de trabajo.
Will, Marilina, Cathy y Bruna, junto con otros diez tripulantes, se ofrecieron para visitar las escuelas y realizar programas de juegos y pintura para niños. Llevarían literatura, regalos y golosinas para los pequeños.
Mariel se unió a otro grupo de voluntarios que visitaría un hospital militar cercano al puerto.
Fue la única mujer valiente que se animó a visitar a aquellos heridos de las guerras civiles que constantemente se desataban en aquel país del norte de África. El resto del equipo estaba formado por cinco muchachos.
Andrew supervisaba los equipos y asignaba el cronograma con horarios.
La tarea era mucha y había necesitado la ayuda de Giuly, Minnie y Shoe, quienes sabían de computación y cargaron todos los datos en el sistema.
Cris y Lance se encargarían del manejo de las camionetas que llevaban a los distintos grupos a tierra.
Ese último día de navegación la cena se realizó por familias. Cada una de las chicas se dirigió a reunirse con su familia para una cena especial.
Mariel se había mantenido alejada de Cris durante los dos días siguientes a la charla con sus amigas.
Había tomado la firme decisión de dejarle el camino libre a Marilina. Ella era su amiga y debía respetar esos sentimientos que tenía hacia Cris.
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EL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRAS VIDAS
AventuraCuatro amigas deciden dedicar un año de sus vidas a servir en el barco LOGOS HOPE. Emprenden esta aventura sin comprender el alcance que tendrá para sus propias vidas y amistades. Las tormentas en el mar, los conflictos en los puertos, la cárcel y e...