CAPÍTULO 6: LA TORMENTA

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Marilina tenía un sueño extraño aquella noche.

Daba vueltas en su cama intranquila.

Un ruido la sobresaltó.

Abrió los ojos intentando enfocar el origen de aquel sonido.

Las tenues luces del pasillo alumbraban por debajo de la puerta y permitían apenas distinguir los objetos.

Se sentó de prisa y pudo notar el movimiento del barco diferente a lo habitual.

Su estómago comenzó a sentirse extraño y unos deseos de expulsar la cena la hicieron levantar corriendo hacia el baño.

La carrera de su pieza al pasillo era corta, pero en el trayecto chocó con las paredes y le fue difícil caminar en línea recta.

Algo extraño estaba pasando.

Pero no tenía tiempo de pensar. Debía llegar al baño, o terminaría ensuciando todo el pasillo.

Se arrodilló frente al retrete y quedó sin aliento luego de expulsar todo lo que había en su estómago.

Cuando se levantó, apenas si podía mantenerse en pie.

¿Qué estaba sucediendo?

Lavó su cara haciendo equilibrio entre las fuertes sacudidas que amenazaban con voltearla al piso.

Salió del baño, pero no se dirigió a su camarote.

En el pasillo se oían voces y se escuchan pasos en el piso inferior.

Con su pijama rojo a lunares blancos caminó hasta las escaleras. Un estruendoso ruido la hizo estremecer.

No le quedaron dudas, era una tormenta.

Bajó por las escaleras buscando con curiosidad de dónde provenían las voces y los pasos.

Antes de poder llegar al último escalón, una sacudida las hizo tambalear y perder el equilibrio. Intentó sujetarse del barandal pero su mano resbaló y su cuerpo voló por el aire.

Cerró los ojos esperando el golpe del duro suelo, cuando en vez de eso, unos fuertes brazos la sujetaron.

Abrió los ojos confundida.

—No deberías salir de tu camarote—escuchó decir con voz seria al joven de hermosos ojos verdes que la sostenía.

—Lo siento yo...

—Regresa a tu habitación—afirmó dejándola en el suelo—, es peligroso caminar por los pasillos.

—¿Está todo bien?—se animó a preguntar en voz temblorosa.

—Es solo una fuerte tormenta—respondió el muchacho restándole importancia—, algo común en medio del océano, regresa a tu cuarto, no hay nada que puedas hacer.

Marilina bajó la mirada y regresó su vista hacia las escaleras. Se sentía como una niña pequeña retada por sus padres. Afirmó su pie en el primer escaló y sintió la voz nuevamente.

—Ten cuidado, la próxima podría ser una dura caída.

Y luego, escuchó unos pasos que se alejaban rápidamente.

Con ambas manos sujetas al barandal subió las escaleras y caminó hacia su pieza.

Una vez acostada, no podía volver a dormirse.

Un par de ojos verdes y unas fuertes manos regresaban a su memoria una y otra vez.

...

La tormenta continuó durante todo el día.

EL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRAS VIDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora