CAPÍTULO 53: EN UNA CELDA DE TANGER

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Will miró a los guardias discutir entre sí.

No podía entender ni una palabra de lo que decían, pero un gesto de uno de ellos, al mirar la foto, le hizo pensar que había reconocido a Marilina.

Una pequeña puerta que dividía aquella sala de un pasillo era la única entrada a la parte siguiente de la jefatura.

Si habían traído a Marilina ella estaría detrás de aquella puerta blanca.

Un presentimiento en su pecho le decía que estaba allí y debía encontrarla, no podía confiar en esos hombres.

No parecían querer colaborar, algo discutían entre sí. Así que Will tomó la iniciativa, si quería encontrarla debía hacer algo.

—¡¡Marilina!! —grito con voz fuerte.

Los guardias se miraron sorprendidos.

Will se acercó nuevamente a la puerta e insistió:

—¡¡Marilina!! ¡¡Marilina!!

...

Mariel se alejó del grupo de chicos que hablaban y caminó hasta un lugar oscuro y solitario.

Se apoyó en la pared y se dejó caer sentada al suelo apretando sus rodillas con sus manos.

Cerró sus ojos con fuerza bajando su cabeza.

Las lágrimas salieron de sus ojos aun cerrados.

Tenía tanto miedo.

Una gran angustia le ardía en el pecho.

Dios mío, cuida a Marilina, permite que Will la encuentre —oró en silencio.

Se sintió indefensa y sola.

Pensó en su familia en ese momento.

Los extrañaba.

Los necesitaba.

Marilina seguramente también estaba pensando en sus padres, en cuanto los necesitaba con ella.

—¿Mariel? —preguntó Cris buscándola con la mirada.

Bajó el rostro hacía donde escuchó un ahogado sollozo.

Corrió a su lado y se puso de rodillas.

—No llores, por favor—dijo apoyando su mano en la espalda de ella—. Marilina estará bien, seguramente Will ya la encontró y pronto regresarán.

—Tengo miedo, Cris...

El muchacho se sentó a su lado apoyando su espalda contra la pared.

—Confiemos en el Señor, en su cuidado y Soberanía...

Sacó un pañuelo de su bolsillo y se lo extendió con cariño.

—Gracias.

—Por favor, no llores...

Ella secó sus lágrimas e intentó calmarse.

—Estoy asustada...—dijo Mariel—, pude haber sido yo...

—¿Qué dices?

—Que pude ser yo quien se perdiera y alejara del grupo, quien estuviera en peligro... ¿Y si fuera yo, Cris? ¿Y si fuera yo la que estuviera sola y perdida? —preguntó con angustia y lágrimas en los ojos.

—Si fueras tú... seguramente sería yo el que estaría corriendo por las calles de todo Tanger—afirmó con voz calma—, y créeme que no pararía hasta encontrarte.

EL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRAS VIDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora