El barco Logos Hope llegó al puerto de Las Palmas, en la Isla Gran Canaria, para hacer una reparación y entrar en Dique Seco por quince días.
Estas paradas de rutina se realizaban una vez al año, y permitían a la tripulación descansar luego de meses de trabajo, y a los maquinistas y técnicos realizar las reparaciones necesarias para que el barco continuara navegando sin ningún inconveniente.
La mayoría de los voluntarios tomaría aquel tiempo fuera del barco para servir en alguna iglesia de un puerto de las islas cercanas, o realizar alguno de los cursos de capacitación en un Instituto Bíblico de Las Palmas.
Las cuatro argentinas decidieron permanecer en el barco, como algunos otros de los tripulantes.
Serían asignadas a diferentes tareas de mantenimiento y limpieza, luego tendrían tiempo libre por las tardes.
Cris se quedó a ayudar a su padre con los inventarios y planillas de planificación. Quería poder estar a su lado en este momento triste debido a la partida de Alex la semana anterior.
Will y Cath también se quedaron, luego de conocer los sentimientos de su hermano, Cath quería que Will y su amiga pasaran juntos el mayor tiempo posible.
Gino se quedó a cargo de la cocina. La tripulación se había reducido a unas cincuenta personas, pero debían brindarles las tres comidas diarias.
Paloma, Dan y él se encargarían de la cocina durante el tiempo de reparaciones.
Jeremy se anotó como voluntario para trabajar en la reparación exterior del barco, así que estaba con el grupo de pintores y soldadores que reparaban el casco por fuera.
Andrew no dudó en quedarse con Giuly.
Los dos se veían radiantes y felices.
Luego de la autorización de sus padres, Mark volvió a hablar con ellos y les permitió formalizar su relación. Su continuidad en el barco sería beneficiosa para las áreas administrativas y la librería, ya que podrían capacitar al nuevo grupo de voluntarios.
Los pasillos del barco se encontraban vacíos y silenciosos.
La librería y la cafetería estaban cerradas y en tiempo de reparación y mantenimiento.
El bullicio normal de los almuerzos y cenas se reemplazó por un murmullo y solo unas pocas mesas ocupadas.
La sensación era extraña. Un sentimiento de melancolía y tristeza se estaba despertando en el pequeño grupo.
—¡Arriba ese ánimo, bambinos! —exclamó Gino riendo y acercándose a la mesa donde sus amigos se encontraban almorzando—. ¡Les traigo buenas noticias!—las palabras del italiano llamaron la atención de toda la mesa—. Esta mañana hablé con Tim y Mark y me autorizaron para que vayamos a la playa. El clima está hermoso, podríamos hacer un picnic... pasar el día jugando al vóley y mirando el atardecer en el mar. ¿Qué opinan?
La idea les encantó a todos.
Las caras serias y desanimadas se llenaron de sonrisas. Todos estuvieron de acuerdo en juntarse en una hora en la salida del barco. Algunos valientes se pusieron las mallas, aunque no hacía demasiado calor.
Cris buscó una pelota del depósito y las chicas prepararon sándwiches y bebidas para compartir en la playa.
—Lástima que la yerbamate se acabó como hace dos meses—se lamentó Giuliana—, estaría ideal para tomar unos mates sentados en la arena y mirando el mar.
—Es cierto—afirmó Paloma metiendo una manta en el bolso y un abrigo—, tendremos que conformarnos con unas gaseosas.
—Vamos, chicas, no se demoren—exclamó Marilina desde la puerta.
ESTÁS LEYENDO
EL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRAS VIDAS
AventuraCuatro amigas deciden dedicar un año de sus vidas a servir en el barco LOGOS HOPE. Emprenden esta aventura sin comprender el alcance que tendrá para sus propias vidas y amistades. Las tormentas en el mar, los conflictos en los puertos, la cárcel y e...