Los dos días de navegación hasta el puerto de Malta estuvieron llenos de temor y silencio.
Lo sucedido en Trípoli había generado mucho miedo en toda la tripulación y la partida tan de prisa no había permitido realizar las maniobras necesarias y el protocolo estricto que en cada puerto se realizaba al momento de salir.
Cuando el barco se encontró en aguas internacionales, detuvo sus motores y toda la tripulación comenzó las maniobras de orden y aseguramiento de mobiliarios, utensilios de cocina y toda cosa suelta que andaba dando vueltas.
Los cajeros de la librería no habían podido hacer el cierre de cajas, ni cambiar los billetes locales por dólares, así que necesitaban tiempo para cerrar el balance y acomodar las cuentas.
En la cafetería sucedía lo mismo. Necesitaban hacer los inventarios, controlar las mercaderías de las heladeras, y guardar las cosas que no necesitarían hasta la nueva apertura en Argelia.
Aquellas horas en alta mar, todos tenían tareas por hacer y poco tiempo para cumplirlas.
En las salas de máquinas, los marineros y mecánicos revisaban los niveles de aceite y combustible, ya que el barco no estaba listo para la partida y era necesario controlar cada pequeño detalle.
Mark, en la cabina de mando, esperaba los informes de cada área para continuar la marcha hacia el puerto de Malta.
Era de madrugada cuando todos terminaron las tareas. La tripulación había trabajado toda la noche y terminaron exhaustos.
Los primeros rayos de sol iluminaban el horizonte cuando los motores se encendieron nuevamente y el rumbo fue fijado hacia el norte.
Un viaje de unas 23 horas les esperaba por delante.
La Valeta era el principal puerto de la isla de Malta.
En la parte noreste.
Mientras el barco hacía las maniobras de ingreso, la tripulación observaba el pintoresco paisaje y los innumerables edificios históricos a su alrededor.
La guardia costera recibió al Logos amablemente y completaron los formularios y fichas de migración.
Pero, a pesar de darles asilo y los permisos para permanecer en el puerto, el gobierno les negó el ingreso a la isla, como medida de precaución, por todo lo sucedido en Trípoli, que ya era de conocimiento mundial.
Por esta razón prohibieron descender del barco a cualquiera de sus tripulantes.
Mark y Tim, gestionaron unos permisos especiales para poder proveerse de alimentos y combustible necesarios para llegar a Argelia.
Los familiares de los tripulantes no paraban de llamar preocupados por la seguridad y estado emocional de cada uno de ellos; mientras, la angustia y el desánimo se había apoderando de la mayoría de los tripulantes del barco.
Algunos estaban considerando la posibilidad de abandonar y regresar a sus hogares, razón por la cual Mark y Tim estaban muy preocupados.
Cris reunió a los chicos en la sala de computadoras.
Will, Cath, Andrew, Giuly, Mariel, Marilina, Paloma, Gino, Minie y Bruna.
Todos se veían bastante desanimados y tristes.
Las chicas habían hablado con sus familias y en Argentina los noticieros mostraban imágenes terribles de lo que estaba sucediendo en Libia, donde inmediatamente después de la partida del Logos, se había desatado una guerra civil.
Las bombas fallidas contra el barco no eran mencionadas, pero los padres que sabían que sus hijos estaban en ese puerto, inmediatamente se comunicaron.
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EL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRAS VIDAS
AventuraCuatro amigas deciden dedicar un año de sus vidas a servir en el barco LOGOS HOPE. Emprenden esta aventura sin comprender el alcance que tendrá para sus propias vidas y amistades. Las tormentas en el mar, los conflictos en los puertos, la cárcel y e...