CAPÍTULO 68: Despedida

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—No encuentro mi pantalón azul—exclamó Paloma—, ¿alguna de ustedes lo ha visto?

—¿No lo llevaste a la lavandería el jueves pasado?—interrogó Mariel—, quizás se mezcló con alguna otra ropa.

—Tendré que ir a averiguar—resopló Palo mientras terminaba de doblar la ropa en su valija.

—¿No piensas acomodar tus cosas?—le preguntó Mariel a Marilina que estaba acostada sobre su cama.

—Lo haré mañana.

—Deberías empezar ahora, porque si necesitas buscar algo perdido...—explicó Mariel.

—Lo sé... es solo que no quiero hacerlo... no estoy lista todavía.

Mariel y Paloma se sentaron en la cama de su amiga.

—¿No quieres irte?

—No lo sé...

—¿No extrañas a tu familia?—cuestionó Paloma.

—Siento que extrañaré más este lugar... y me da temor lo que pueda pasar al regresar.

—¿Temor a qué?—soltó Mariel sorprendida.

—Temor a caer en la rutina, a la comodidad... a no saber qué hacer con mi vida... a perder todos los amigos que he hecho en este tiempo. ¿No han pensado en eso?

—Yo no pienso demasiado en esas cosas, me causan estrés, prefiero dejarme sorprender...—admitió Paloma—. Preocuparme por anticipado no es lo mío.

—Yo sí lo he pensado—respondió Mariel—, pero no hay muchas alternativas. Desde que llegamos al barco sabíamos que llegaría este momento... No podemos pasar nuestras vidas en este lugar, aunque es grandioso...

—Lo sé... quizás mañana me sienta preparada para armar la valija, pero hoy no. No tengo ánimo suficiente.

...

Cris evitó cruzarse con Mariel los días siguientes. Entender más sobre su propia realidad, en vez de darle claridad y valor, lo lleno de temor e incertidumbre. No podía emprender aquel camino de una relación, sin solucionar sus propios conflictos internos. Todavía no sabía cómo, ni cuál era el plan a seguir... pero sus sentimientos debían esperar.

...

Will en cambio, opto por arriesgar.

Luego de aquella confesión arriesgada en el juego mientras pescaban, las cosas no podían quedar así.

Los dos se iban pronto, debía actuar ya, o la perdería.

Buscó a Marilina durante todo el día, pero las chicas le dijeron que estaba acostada y no se sentía muy bien.

Se preocupó más aún cuando llegó la hora de la cena y no aparecía.

—Necesito hablar con ella—le dijo a su hermana—, parece que me está evitando.

—¿Estás seguro de que es buena idea hablar ahora? En dos días sale su vuelo.

—¡Cath! ¡¡Me dijiste mil veces que le diga de mis sentimientos!!

—Lo sé, lo sé... es solo que...

—Esto no se acaba acá, si es lo que estás pensando.

—Will...

—No me importa si tengo que mudar toda mi vida a Argentina para estar con ella.

Cath lo miró con ternura.

—¿Tanto la amas?

—Como nunca pensé amar a nadie—afirmó con seguridad.

—Entonces tenemos que planear algo especial. Una declaración que no pueda olvidar.

EL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRAS VIDASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora