—¿Segura que te sientes bien?—preguntó Will mientras se subían al auto.
—Por décima vez, te respondo que sí, estoy bien.
—Podemos quedarnos en casa, no necesitamos ir a la fiesta, nuestros amigos lo entenderán—volvió a insistir.
Marilina soltó un fuerte suspiro.
—No estoy enferma, solo estoy embarazada, y no creo que nuestra pequeña quiera salir hoy.
—El doctor dijo que puede nacer en cualquier momento—explicó el padre primerizo—. Eso quiere decir que puede ser hoy.
—Bueno, quizás sea hoy, pero por ahora... me siento bien y quiero ir al almuerzo con nuestros amigos.
—Llevaré el bolso de la bebé—agregó Will saliendo del auto.
—Llegaremos tarde...—intentó advertirle, pero él ya se había alejado corriendo hacia la casa.
Marilina meneó la cabeza y sonrió.
Hacía una semana del último control médico. Todo estaba bien, el doctor les había anunciado que entraban a la etapa final, a la cuenta regresiva...
Los casi nueve meses transcurridos habían sido perfectos, sin ninguna complicación.
Desde la semana 16, la ecografía les había revelado que era una niña. Su primera hijita.
Ponerse de acuerdo en el nombre no había sido sencillo. Will tenía algunos nombres extraños en mente, que a Marilina no le agradaban, y ella solo había pensado nombres de varones, teniendo el presentimiento de que sería un niño.
Fue en un día lluvioso, mirando una película romántica, donde una de las actrices se llamaba Isabella, que lo dos se miraron sonrientes y no tuvieron dudas, ese era el nombre correcto para su pequeña hija. Isabella.
¡Cuánto habían esperado por ella!
Desde su casamiento, su mayor deseo había sido poder tener un bebé.
Luego de establecerse en Córdoba, alquilar una pequeña casa, conseguir un empleo y equilibrar sus gastos, se sentían preparados para el siguiente paso: ser padres.
Durante el primer año, sentía que era normal que ella no quedara embarazada, pero cuando ese tiempo se extendió, comenzaron a preocuparse.
Los estudios médicos daban bien en ambos, pero por alguna razón, el anhelado bebé no llegaba a sus vidas.
Los dos comenzaron a poner este tema en manos de Dios, a clamar, para que les permitiera tener el privilegio de ser padres.
Marilina había caído en su típico pesimismo, pensando que nunca quedaría embarazada. Y que el problema seguramente estaba en ella.
Will intentaba mantenerse optimista, era cariñoso, amable y siempre la alentaba a confiar en Dios y descansar que el tiempo llegaría, cuando el Señor así lo quisiera.
Tres años después llegó la respuesta.
Will lloró de emoción cuando el test dio positivo.
Marilina lo miró varias veces. Hasta quiso repetirlo para estar segura.
Y así era. Un bebé venía en camino.
Sería madre.
Un nuevo temor comenzaba a invadir su interior.
¿Estaba preparada para esta gran tarea?
No dudaba de que Will sería un excelente y amoroso padre. Pero... ¿Y ella? ¿Sería una buena madre?
Luchaba en su interior con aquel pensamiento.
Will de inmediato llamó a su hermana para darle la noticia. Cath se mostró igualmente feliz de saber que tendría una sobrina. Sus padres también se alegraron de ser abuelos, algo que anhelaban desde hacía bastante tiempo.
Marilina avisó a su familia. Los abuelos pronto llegaron a celebrar y traer los primeros regalos para el futuro nuevo integrante de la familia. Aún Victoria y su esposo, llegaron con sus pequeños hijos a saludarlos.
Un camino de ocho meses le esperaban por delante.
Will comenzó a trabajar más horas, para ahorrar el dinero necesario para los gastos del bebé.
La abuela comenzó a tejer saquitos y gorritos.
Todos se mostraban tan felices con la noticia.
Pero el pesimismo no estaba dispuesto a abandonar la mente de Marilina, uno tras otro, diferentes malos pensamientos llegaban a su mente.
¿Y si el bebé nacía enfermo?
¿Y si perdía el embarazo?
¿Y si algún movimiento o caída lastimaban al bebé?
¿Y sí...?
Las dudas, el temor, la desconfianza inundaban su ser.
Una tarde leyendo su Biblia, en el Salmos 139, aquel versículo tan conocido, le trajo un nuevo tiempo de paz.
Tú creaste las delicadas partes internas de mi cuerpo
y me entretejiste en el vientre de mi madre.
¡Gracias por hacerme tan maravillosamente complejo!
Tu fino trabajo es maravilloso, lo sé muy bien.
Tú me observabas mientras iba cobrando forma en secreto,
mientras se entretejían mis partes en la oscuridad de la matriz
Me viste antes de que naciera. Cada día de mi vidaestaba registrado en tu libro.Cada momento fue diseñado
antes de que un solo día pasara.Qué preciosos son tus pensamientos acerca de mí,[]
oh Dios. ¡No se pueden enumerar!
Al terminar de leer aquellas palabras, comprendió que su vida y la de su hija estaban en las poderosas manos de Dios. No debía temer. No debía dejar que el diablo llenara su mente de pensamientos negativos y miedo a lo desconocido.
Eligió confiar. Eligió descansar en Dios.
Esa misma tarde, cerca del cuarto mes de embarazo, estaba sola en casa, y algo extraño se sintió en su vientre. Un movimiento que la alertó y preocupó al principio, hasta que comprendió de qué se trataba.
Era su pequeña hija.
Estaba allí dentro, moviéndose con fuerza, haciéndole saber, que crecía dentro de ella, que descansaba en la seguridad y protección de su vientre. Y que estaba bien.
Dios tenía todo bajo control.
Los recuerdos de cada etapa del embarazo, desde ese día en adelante, serían hermosos y alegres. Se ahuyentaron las dudas y temores, y el camino de la fe y la paz fue el elegido.
Will regresó agitado al auto. Guardó el bolso en el maletero y se sentó.
—Ahora sí, estamos listos. ¿Segura que estás bien?
—Will, estoy bien... las dos estamos bien. Vamos al restaurante de Gino. Ya quiero estar con nuestros amigos.
...
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EL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRAS VIDAS
AventuraCuatro amigas deciden dedicar un año de sus vidas a servir en el barco LOGOS HOPE. Emprenden esta aventura sin comprender el alcance que tendrá para sus propias vidas y amistades. Las tormentas en el mar, los conflictos en los puertos, la cárcel y e...