Los días del Logos en Francia llegaron a su fin.
El viaje debía continuar y la Palabra debía ser llevada a nuevos lugares.
Comenzaron los dos días de preparativos para dejar el puerto de Marsella. Toda la tripulación se abocó al protocolo de salida, cumpliendo con la revisión exhaustiva de cada sala y cierre de puertas. También el orden y aseguramiento de todos los utensilios de cocina.
Los papeles de aduana y migraciones fueron completados y la guardia costera aprobó la salida del barco del puerto.
Al mismo tiempo, llegaba el momento de la despedida de Enzo. Sus días en el barco habían terminado.
Su trabajo como guía había sido excepcional, pero no podía continuar. Una de las razones, era por desconocer el idioma italiano... y otra, porque tenía una vida que lo esperaba en Cádiz.
Los adolescentes de la Iglesia Bautista necesitaban a su líder, su carrera había quedado suspendida por este mes y su licencia de trabajo terminaba y debía presentarse nuevamente.
La experiencia en este último mes había sido extraordinaria. Jamás olvidaría a ese grupo de chicas y chicos de diferentes partes del mundo y su pasión por predicar la palabra. Todo lo que había aprendido en ese tiempo, las experiencias vividas, las amistades... guardaría eso en su corazón para siempre.
Y Giuly.
Lo más difícil era despedirse de ella.
No habían querido hablar el tema de su partida, pero la cuenta regresiva estaba en sus mentes desde los últimos cinco días.
Andrew organizó una pequeña cena de despedida. La oficina volvió a ser el centro de reunión y abundaron las palabras de agradecimiento y algunas lágrimas también.
No tuvieron oportunidad de hablar a solas.
Abundaron las miradas que decían un triste y doloroso adiós.
Enzo cerró su bolso, lo cargó en su hombro y tomó aquel sobre blanco que acababa de cerrar.
Caminó hasta la salida donde el grupo de amigos lo esperaba para darle el último abrazo.
Se acercó a Giuly y la sostuvo entre sus brazos unos segundos mientras le decía:
—Gracias por todo. Han sido treinta días inolvidables. Te voy a extrañar.
Ella sintió un nudo en la garganta.
No pudo decir ni una palabra y sintió cómo sus ojos se ponían borrosos por las lágrimas que amenazaban con salir.
—Toma... sé que mi primera carta fue algo impulsiva hasta quizás inapropiada, pero era un adolescente de dieciséis años—dijo riendo y encogiéndose de hombros—. Espero que esta última carta de despedida deje una mejor impresión y un grato recuerdo.
—Gracias, Enzo.
—No, yo tengo que agradecerte. Eres especial, Giuly. Dios hará grandes cosas con tu vida.
Enzo avanzó hacia Andrew y se dieron un fuerte abrazo. Los idiomas los separaron al principio y les impidieron conocerse con mayor profundidad, pero aquel vínculo que se había formado entre los dos era entrañable, ese vínculo que se forma cuando uno ama a Dios y puede servir al lado de otros que también le aman, que tienen pasión por los perdidos y entrega total... sin importar su nacionalidad o idioma.
Sonrieron los dos al separarse.
—A-mico—dijo Andrew en un intento de español.
—My friend—respondió Enzo riendo también.
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EL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRAS VIDAS
AventuraCuatro amigas deciden dedicar un año de sus vidas a servir en el barco LOGOS HOPE. Emprenden esta aventura sin comprender el alcance que tendrá para sus propias vidas y amistades. Las tormentas en el mar, los conflictos en los puertos, la cárcel y e...