La llegada al puerto de Bahía Blanca fue emocionante para las cuatro.
Contemplar el tamaño de aquel barco que sería su hogar por un año fue impactante.
El Logos, imponente, con sus nueve pisos y sus 140 metros de largo, esperaba con ansias el día de su arribo a mar abierto.
Era principio de septiembre.
El viento golpeaba el rostro de las muchachas al caminar por el puente que llevaba hasta la entrada.
Un hall lleno de rostros sonrientes les dio la bienvenida. Jóvenes de diferentes países, les saludaban en inglés y les daban las indicaciones.
Siguieron a una muchacha rubia que les llevaría hasta el gran auditorio, donde los recién llegados recibirían la información y directivas para ubicarse y organizarse.
Las rueditas de las valijas se trababan en las mullidas alfombras de los pisos, haciendo difícil la tarea de trasladarlas.
—Es más grande de lo que pensaba—comentó Paloma.
—Me encanta volver a pisar este lugar sabiendo que no solo estoy de paseo—comentó Giuly, que había podido años atrás visitar el barco junto a sus padres, cuando estuvo en Rosario.
—¿Podremos dejar aquí las valijas y buscarlas cuando termine la charla?—preguntó Mariel a la encargada que la miró confundida—. Oh, perdón—dijo olvidando que debía hablar en inglés. Se detuvo un momento tratando de armar en su mente la frase y expresarla correctamente.
No fue necesario que la pronuncie, ya que Sheila, la coordinadora, les indicó donde dejarlas justo en ese momento.
—Espero acostumbrarme rápido al idioma—dijo Mariel riendo—, mi inglés no es muy fluido.
—A todas va a costarnos—comentó Paloma.
—Ustedes han tenido más práctica—afirmó Mariel—, lo mío es bien básico, ¡parezco un cacique indio!
Todas rieron a su comentario.
Una vez sentadas en el auditorio, se dieron cuenta de que no eran las únicas recién llegadas. Cerca de ciento cincuenta chicos y chicas de diferentes lugares estaban allí esperando para recibir las directivas y poder ubicarse en las habitaciones, y sumarse formalmente a la tripulación.
Una media hora después de llegar, Timothy, el director de OM, dio la bienvenida, presentó a Mark, el capitán, y a parte de los encargados de las diferentes áreas, luego indicó los pasos y tareas por seguir.
Los cursos de capacitación y orientación comenzarían la mañana siguiente.
Antes de que el barco saliera a mar abierto, toda la tripulación debía realizar cursos de supervivencia, medidas de seguridad extremas y otras capacitaciones que los prepararían para cualquier eventualidad que surgiera en el viaje.
Terminada la charla, fueron asignadas nuevamente con Sheila, para que las llevara a su habitación junto con otras chicas.
—No entendí nada de lo que dijo—comentó Mariel.
— Yo entendí la mitad— agregó Paloma riendo.
—Cuando lleguemos a la pieza les explico todo— respondió Giuly—, fueron indicaciones para los cursos que debemos hacer en estos tres días antes de que el barco comience a navegación.
—Yo entendí bastante—comentó Marilina—, pensé que me iba a costar más, pero fue claro y pude entender casi todo.
Sheila las guió por unas largas escaleras que llevaban al segundo piso del barco en donde se encontraban las habitaciones.
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EL VIAJE QUE CAMBIÓ NUESTRAS VIDAS
PertualanganCuatro amigas deciden dedicar un año de sus vidas a servir en el barco LOGOS HOPE. Emprenden esta aventura sin comprender el alcance que tendrá para sus propias vidas y amistades. Las tormentas en el mar, los conflictos en los puertos, la cárcel y e...