||ONCE||

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|11|¿Por qué duele?

El gruño al escucharla hablar. La expresión de la niña era neutra como siempre. Se veía demasiado calmada alejada de toda la celebración.

–Tú fuiste –recalco.

Catalina bajo la mirada y siguió mimando su pequeña rata.

–¡¿Por qué lo hiciste?! –Reclamo molesto al igual que adolorido, sin importarle que le estaba gritando a una pequeña niña de siete años–. Ahora no se si mis sentimientos son reales o las ganas de tenerla conmigo no son influencia por parte de todos.

Furioso golpeo la pared de una de las casa de a lado, sentía el ardor del golpe mezclándose con el desespero y maldito dolor de cabeza de lo que es real o no. La niña lo miraba algo triste, realmente no quería hacer algo mal, simplemente quería ser útil con su horrible don. Otro golpe a pared fue dado al mismo tiempo que sus lágrimas recorrían sus mejillas, se sentía usado o más bien como una marioneta que todos podían manipular. La pequeña no tenía palabras, con apenas podía expresar lo que sentía.

–¿Tu amarraste nuestros hilos? –pregunto más calmado y sin mirarla.

–Los dos no tienen un destino en esta vida –respondió en un murmullo que por milagro logro escuchar.

Se recargo en la pared y fue deslizándose hasta llegar al suelo de la calle. Sus chinos eran un desastre y sus ojos lo estaban amenazando con volver a llorar. Miro a la niña y suspiro, golpeando su cabeza con el pobre muro.

–¿En verdad quieres que deshaga el nudo? –pregunto con una voz débil y rota.

Camilo peino su cabellera hacia atrás, frustrado no tenía idea que responder. Amaba a Mirabel, pero no sabía si en verdad lo hacía o era el nudo cargaba. Admiro su mano vacía, no podía creer como algo que no podía ver lo lastima tanto.

–Si voy a estar gobernando a su lado, quiero que en verdad me ame –susurro, sintiendo un doloroso nudo formándose en su garganta, miro el cielo nocturno iluminarse por los fuegos artificiales y respiro hondo–. Le tengo miedo que Isabella o las chicas tengan razón y que termine dañándola o que ella no me ame realmente.

Abrió los ojos con sorpresa al sentir como la niña lo abraza, no aguanto más y volvió a soltar un par de lágrimas, correspondiendo al afecto de la menor.

–Desata el hilo, por favor –murmullo decidido.

Catalina no respondió, solo tomo su mano en especial su dedo meñique y se levantó de su lugar y comenzó a caminar como si siguiera un hilo invisible. Con las manos dentro de sus bolsillos la siguió en silencio en medio de las calles iluminadas por los faroles, no había mucha gente como en la plaza, varios comenzaron a retirarse sin antes felicitar a las nuevas líderes de las zonas.

Respiro profundo al regresar a la plaza principal. Sus ojos marrones se abrieron con sorpresa al verla bailar con uno de los hombres del pueblo, parecían estar hablar con alegría; cosa que lo hizo sentir peor.

–Aquí esta –susurro la niña a su lado levantando algo que él no podía ver–. ¿Estás seguro?

Él asintió sin despegar la mirada de su Mirabel. Catalina obedeció, sus deditos comenzaron a moverse en la nada. Camilo cerró sus ojos esperando que todo acabara. No quería vivir una fantasía donde nada era real. Aun sabiendo que no importaba nada, estaba comprometido con ella. Suspiro, abriendo lentamente su mirada, ella seguía ahí lejos de él riendo con otro hombre. Miro a su lado, la pequeña tenía las manos agachadas y de dedico una mirada un algo decaída. Ya no había nada que los uniera. Volvió a ver a Mirabel, si no había ya un hilo. ¿Por qué le dolía verla tan feliz con alguien más?

Bajo la mirada al sentir como la pequeña jalaba uno de los bordes de su poncho, él se agacho y la tomo en sus brazos en búsqueda de un consuelo. Catalina limpio con mucho cuidado sus lágrimas, beso su mejilla antes de acurrucarse en su pecho y abrasarlo con cariño.

–Lo siento –murmuro la niña.

Camilo siseo acariciando con dulzura su cabellera castaña.

–No es tu culpa –susurro devuelta–. Creo que en verdad termine enamorado.

[...]

Las horas pasaron ya era más de media noche, aún quedaba gente celebrando en la plaza. Por no decir que eran personas ya alcoholizadas. La abuela se había ido hace horas con sus dos hijas, las pobres ya no podían celebrar como antes. Bruno había agradecido a Camilo por encontrar a la niña ya estaba estérico y paranoico que algo le hubiera pasado a su hija. La niña había escapado de la vista de Mariano y Arturo en un simple momento, casi iban a ir Félix y Agustín por un par de escopetas en búsqueda del desgraciado que se llevó a la pequeña. Y para suerte de cualquiera del imaginario secuestrador; Camilo mintió diciendo que ella le pidió que la llevara a un baño, justificando perfectamente su desaparición.

Se encontraba de vuelta estaba sentado en la misma jardinera a lado de Antonio, ahora con una Catalina profundamente dormida en su pecho abrigada con su poncho. Ambos hermanos miraban con aburrimiento a los demás integrantes de la familia limpiaban un poco el lugar antes de irse a Casita. 

Camilo acariciaba la cabellera de la niña con cariño; aunque le seguía causando miedo, era un pequeño angelito cuando estaba tranquila. Trataba con toda sus fuerzas ignorar a Mirabel hablando alegremente con un hombre que él desconocía, los dos no estaban muy lejos de ellos así que podía escuchar perfectamente las risas de la doncella. Respiro hondo, tratando de calmar sus celos y las ganas de golpear a ese idiota. La sangre le hervía con furia, estaba molesto que tan pronto deshizo el nudo ella estaba en brazos de alguien más. Le dolía tanto, pensaba que así era como se sentía un corazón roto. 

–Cam –lo llamo en un tono inocente, mirando algo preocupado ante la expresión tan deprimente que tenía el cambia formas–, ¿Estas bien?

Él resoplo e ignoro por completo su pregunta.

–No le diré a mamá que espiaste la reunión –hablo sin despegar la mirada de la pequeña.

Antonio lo miro sorprendido, parpadeo unos instantes al saber que no sería castigado o delatado. Camilo levanto su vista hacia él y añadió en un tono serio y amenazante:

–Pero necesito que me digas todo lo que sabes de esa reunión.

El pecado de las luciérnagas || CamimiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora