||TREINTA Y UNO||

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|31|La más bella

–No deberíamos hacer esto –hablo Mirabel mirando al hombre sentado frente a ella.

Daniel rio levemente admirando lo hermosa que estaba su amada. Él le invito a hablar a un café, no iba a desaprovechar la oportunidad de que ella este sola. Encantador y caballeroso ordeno la bebida preferida de la doncella –lo cual la sorprendió que aun la recordara, pero no lo demostraría– y la ayudo a sentarse en lo que esperan.

–¿Entonces porque aceptaste venir conmigo? –pregunto con una sonrisa pícara mirando bobamente.

Ella frustrada cerro los ojos y respiro hondo.

–Porque quiero dejar las cosas claro –abrió su mirada castaña y lo miro con seriedad–. No dejare a mi novio por ti, ni quiero volverte a ver en mi casa. Lo nuestro termino.

Él se acomodó en su asiento de forma elegante y recta, curveando su labio y sin dejar de perderse en el perfil de su rostro.

–No lo quiero dejarte ir sabiendo que no estas casada –cerro sus ojos unos instantes sin borrar aquella sonrisa tan confiada–. Es tu novio, pero no tu esposo. Que puede ofrecer él que no pueda hacerlo yo –tomo su mano–, puedo bajarte la misma luna, si así lo prefieres, puedo hacer cualquier cosa por ti menos dejarte.

Sorprendida y avergonzada por sus palabras alejo su mano de manera brusca. Sin ni siquiera esperar su pedido se levantó de su asiento para irse.

–Al fin y acabo no creo que Camilo te conozca mejor que yo.

Ella paro sus pasos al escuchar el nombre de su amado. Lo miro y él seguía mostrándose relajado jugando con los pétalos de la pequeña maceta que tenía la mesa. Estaba demasiado confiado en lo que decía. Ella tembló y Daniel le sonrió con calma.

–Te enamore ya una vez, mi pequeña mariposita –coloco su mejilla en la palma de su mano y mostro una expresión aburrida pero con un toque lascivo–. Solo quiero darte lo mejor.

Ella se acercó a él y golpeo la mesa. Pero él ni se inmuto.

–No quiero saber de ti, amo a Camilo y no pienso dejarlo por ti –le gruño.

Él esbozo una sonrisa relajada y se acercó a su rostro, solo para susurrar.

–Espero que él llegue a complacerte tal como lo hice yo –su sonrisa se agrando al ver su sonrojo en su hermosa piel canela–. Espero que nuestros hijos saquen el hermoso color de tu piel desnuda.

Sin más se levantó y se fue dejándola sola en la pequeña cafetería. Humillada al igual avergonzada se dejó caer en la silla. Ocultando su rostro detrás de su mano, sus piernas temblaban, se sentía fatigada. Él conocía sus debilidades. Se acomodó en la silla un momento tratando de despejar su mente, en eso una de las mujeres encargadas coloco su taza de café con leche y un platillo de merengón recién hecho. Mirabel se acomodó en su asiento dispuesta a comerlo. Pero...

Tal vez sea el estrés del reencuentro o los problemas que tiene con la abuela, pero al oler un poco de su merienda preferida se sintió un poco mareada lo cual la obligo a rechazar la comida.

[...]

Cepillaba su larga y esponjosa cabellera mientras se miraba en el espejo de su tocador, esperaba que Camilo volviera después de irse a resolver algunos asuntos con su tío. Dejo el cepillo en el mueble para ver su reflejo, ella no era tan hermosa como las demás mujeres en pueblo. Toco con delicadeza su mejilla recorriendo con las yemas de sus dedos su cuello y hombros hasta llegar a sus pechos que eran más grandes que todas las demás mujeres que conocía, caderas anchas que hacía que su pequeña cintura resaltara. Se levantó de su lugar y no dudo en desnudarse en frente al espejo para poder admirarse y pensar ¿Qué es lo que vieron Camilo y Daniel en ella? Nunca se sintió bella como sus hermanas o su prima. Comenzó a explorar su cuerpo con sus dedos desde su cadera hasta acariciar su ya larga cabellera oscura. No le gustaba lo que veía.

Cerro sus ojos por un momento, asustándose casi al instante de sentir unas manos acariciar su cintura con delicadeza.

–Eres la mujer más bella de Colombia –le susurro Camilo en su oreja y la abrazo por la espalda, ocultando su rostro detrás de su hombro.

Ella se tensó no lo había escuchado entrar, volvió a sentirse débil y sonrojada cuando repaso lo que le susurro. Volvió a ver su reflejo ahora con la más bella de sus sonrisas mientras colocaba sus manos sobre las de él. Camilo sintió su corazón latir con tal fuerza al ver aquella expresión sobre su adorable rostro se separó un poco de su escondite para besar su hombro desnudo.

Ambos notaron sus manos estaban sobre el vientre de Mirabel y como inconscientemente acariciaban aquella zona. Ella recostó su cabeza sobre su pecho, relajándose ante las muestras de cariño. Por otro lado Camilo no paraba de pensar en la visión del bebé, quiere que sea suyo. Lentamente se alejó de la zona para comenzar a jugar con el resorte de su pantis blanco. Una mano comenzó a moverse lentamente introduciéndola debajo de la tela mientras que la otra subía entre caricias hacia uno de sus pechos. Amaba el cuerpo de su novia. Comenzó a jugar con su zona intima moviendo sus dedos en su entrada que comenzaba a humedecerse, comenzó a masturbarla notando como las piernas de ella comenzaban a temblar ante el constante embestidas que hacía. Restregó su cuerpo con el de él, sus leves gemidos acompañaban los movimientos de su trasero contra la tela de su pantalón, logrando que poco a poco su miembro comenzara a despertar. Pellizco el botón de su pecho al mismo tiempo que pegaba más su cuerpo con el de él. Todo un espectáculo frente al espejo del tocador. Un no tan fuerte jadeo salió de los labios de la doncella cuando Camilo salió de su ropa. Ella volteo a verlo y casi al instante fue sorprendida por él cuando la cargo entre sus brazos para llevarla a la cama.

Recostándola con tanta delicadeza sobre las sábanas blancas. Mirabel lo miro a los ojos quedando maravillada al ver sus pupilas dilatadas; parecieran como si se la quisieran devorar y eso esperaba. Sin pensarlo Camilo retiro su pantis de manera desesperada lanzándolas a la otra cama de la habitación, al igual que su camisa. Mirabel abrió las piernas al mismo tiempo que estiraba sus brazos hacia él para poder besarlo, hace ya una semana y media que no tenían intimidad. Tomo el rostro de su novio cuando él se colocó entre sus piernas lo acerco a ella para poder besarlo con intensidad. Camilo acariciaba con un poco de fuerza sus mulos hasta llegar a su trasero y apretarlo al mismo tiempo que frotaba su pene contra ella. La doncella quería pedirle que se quitara de una jodida vez sus pantalones. Pero todo quedo en el olvido cuando el termino el beso con una pequeña mordida en su labio inferior. Se levantó un poco, colocando ambas manos a los costados de su amada y la miro con deseo.

–Amo tu pelo –beso su cabello–, amo tu hermoso rostro –murmuro acariciando su mejilla–, Dios como amo tus pechos –dijo acercándose a uno para morder sin nada de fuerza uno de sus botones oscuros–. No sé qué tanto te mirabas en el espejo –levanto su vista sonriendo con notorio sonrojo al ver tan hermosa despeinada al igual de ruborizada–, pero eres la mujer más bella que he visto y amo todo de tu cuerpo y la gran mujer que eres –finalizo volviendo a besar con cariño sus labios.

Al separarse de nuevo, el limpio aquella pequeña lagrima de alegría de su mejilla. Beso su frente y cuando estaba a punto de bajarse sus pantalones para comenzar el acto. Los dos pararon al escuchar a unos músicos afuera de Casita, ambos intentaron ignorarlos y proseguir, pero supieron que era una serenata para Mirabel al momento que pequeñas piedras comenzaron a chocar contra el cristal de la ventana. Camilo gruño, se levantó furioso de que lo detuvieran, se acercó a la ventana para ver al imbécil y su enojo empeoro al ver a Daniel, trayéndole serenata a SU novia.

Mirabel tomo asiento en el borde de la cama cubriendo su cuerpo con la almohada, Camilo no dijo nada cerro con fuerzas las puestas de la ventana y furioso se fue a la salida dejándola sola y aun con las ganas, pero eso no evito que ella sonriera al ver al celoso de su novio salir gritándole a Casita que corriera a los intrusos mientras él iría por un palo para golpear al ex. Ella retiro la almohada para acariciar a su vientre, tal vez no sea tan malo darle por fin el heredero que tanto espera la familia.

Sin saber que esa serenata solo era él principio de mas problemas...

El pecado de las luciérnagas || CamimiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora