|22|Merecer
Ella sirvió un poco de tequila –cual le pertenecía a su padre– en ambos caballitos antes de mirar al joven de su lado. Sentados en un escalón en el patio trasero de la casa, envueltos solo con el cantar de los grillos, Mirabel le entrego su trago. Camilo bebió todo sin pensarlo; sintiendo el ardor recorrer por su garganta. Después de que le había confesado que la beso, ella lo saco al patio para hablar como adultos. Obviamente tratando de disimular el golpe duro que fue escuchar esas dos simples palabras después de haber sufrido con su cuñado.
–¿Por qué? –susurro Mirabel mirando su bebida aun intacta.
Camilo no la miro solo dejo su caballito vacío a un costado y suspiro.
–No lo sé...–fue todo lo que salió de sus labios antes de despeinar su cabellera ansioso y frustrado–. Tal vez simplemente el hecho de verla de nuevo me trajo todo esos recuerdos. Le exigí que me dijera: ¿Por qué me engaño? ¿Por qué simplemente me utilizo? Cuando yo había dado todo por ella.
Mirabel se quedó callada, escuchándolo en lo que movía el líquido del caballito.
–Ella me dijo que nunca me amo –con las palmas de su manos tallo su rostro–, al principio solo fui una gran oportunidad que la sacaría de la miseria donde vivía, nunca me aguanto para ella era un idiota que quería llamar la atención y cuando iba a dejarme porque ya no aguantaba, se enteró de mi apellido y del puesto que podría haber tenido si nos casábamos antes. Nunca le interese para que supiera desde un inicio que era un Madrigal.
–Entonces, ¿Por qué la besaste? –volvió a preguntar levantando su rostro y dejando que él vea las lágrimas que causo.
–Porque ella me lo pidió como forma de despedirnos en buenos términos...–susurro– también porque quería saber si aún la amaba.
–¿Y la amas? –pregunto con furia en sus palabras, ignorando el maldito hecho que podría amar a una mujerzuela que solo vio en él su apellido y riqueza. Esa estúpida escusa la rompía por dentro, Ana Laura era una mujer hermosa que verlos juntos pisoteo su autoestima de por si dañada.
–No...–bajo la mirada a sus zapatos y con dolor en sus palabras continuo–. Cuando la bese, sentí arrepentimiento, tú apareciste en mi mente. Solo fue un simple beso, pero me sentí tan sucio que solo me separe, me despedí y le desee lo mejor antes de ir a buscarte.
–Tienes en cuenta de lo horrible que se sintió que me dejaras a un lado por ella y luego que la beses solo porque te lo pidió –reclamo molesta y decepcionada. Podía asegurar que ya no le quedan más lágrimas que derramar–. Yo quería besarte esta noche, Camilo –recalco sintiendo su garganta doler. Su orgullo esta pisoteado.
–Lo se...–murmuro con un nudo en su garganta–. En verdad lo siento –se levantó colocándose en frente de ella–. Golpéame, por favor, golpéame con todas tus fuerzas. Lo merezco –le suplico con tristeza a la vez con la esperanza que eso pudiera arreglar las cosas.
Incrédula de lo que le pedía lo miro. Estaba furiosa como triste, bebió todo el tequila de su caballito; dejando el envase a un costado de la botella. Serena se levantó sacudiendo su falda e ignorando por completo la petición de Camilo.
–Golpearte no sanara lo humillada y triste que me hiciste sentir hoy –recalco seria antes irse de ahí.
De nuevo la miro irse, no la culpaba él también se odiaba por haber hecho eso. Realmente quería saber, ¿Por qué Ana Laura nunca lo amo cuando él le dio todo? Solo lo manipulo como lo hizo años atrás. Volvió a caer en las redes de una araña cuando perseguía a una hermosa mariposa. Era débil con quien fue su primer gran amor.
Ahora entendía lo idiota e insensible que podría llegar a ser. Jalo sus cabellos con fuerza casi arrancárselos de su cuero cabelludo. Se lo dijo porque no quería que se volviera a repetir la distancia por la que pasaron. De lo único que no se arrepentía era eso: decirle la verdad. Se dejó caer devuelta en el escalón, no iba a beber aun teniendo la botella a lado, ya fue lo suficientemente estúpido como para embriagarse y arruinarlo más. Solo miro la luna creciente para después ahogar un gran grito con sus manos. La había cagado.
[...]
Camilo con grandes ojeras adornando sus ojos termino de subir todas las maletas al carruaje en lo que las dos doncellas terminaban de despedirse de sus padres y hermana. No había dormido nada esa noche, durante el desayuno miraba de vez en cuando a Mirabel quien al igual que él tenía un par de ojeras debajo de sus hermosos ojos; cuales ahora estaban rojos de tanto llorar. Nadie les pregunto lo obvio que era la tensión entre ellos, eran ya unos adultos que tienen que resolver sus propios asuntos. Termino de meter las rocas que tenía Isabella en su maleta. ¿Qué mierda cargaba la doncella?
–Hey, Camilo –escucho la voz tranquila de Arturo acercándose a él con una pequeña sonrisa; aunque su ojo izquierdo tenía un tic.
El joven de risos volteo a verlo y antes que dijera algo recibió un horrible golpe en el estómago por parte del hombre. Cayo de rodillas al suelo, tenían suerte que nadie los viera.
–Más te vale arreglar las cosas con mi hermanita –lo amenazo con una voz gruesa y molesta. Todo lo contrario a lo que siempre muestra.
Asintió aun adolorido. En verdad lo merecía.
–Tienes la maldita suerte de que Mirabel me pidiera que no dijera nada a su familia –aclaro con seriedad–. Odio mentirle a mi esposa.
Arturo respiro hondo tratando de volver a mantener la calma de siempre. Volvió a sonreír relajado, arreglando su traje para volver a con su amada señora sin antes amenazarlo con la mirada. Nadie se mete con su familia. Antonio encamino una vez que Arturo se fue, confundido de ver a su hermano sentado en la tierra ocultando su rostro entre sus rodillas; una pose devastadora a simple vista. Sin decir nada tomo asiento a su lado y lo abrazo con cariño.
Camilo no dudo en corresponderle, en verdad lo necesitaba, iba ser un viaje demasiado largo hacia el sector del este. Necesitaba arreglar las cosas con Mirabel.
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El pecado de las luciérnagas || Camimira
FanfictionLa magia muere; la familia se había separado. La familia de Pepa en el este y la de Julieta al oeste. Los años habían pasado, sin vela no habría seguridad la familia, ni en el pueblo. Solo Bruno y la abuela saben que podría salvarlos, lo sabían des...