||VEINTINUEVE||

744 81 15
                                    

|29|Alguien más

La mano de Mirabel lo detuvo entes que se le ocurriera tocar sus labios, él la miro sorprendido y ella suspiro, bajando su mirada al suelo.

–Lo siento, pero ya estoy con alguien más y lo amo –murmuro alejando lentamente sus manos de él.

Sin mirar a nadie se adentró a paso lento en Casita destrozada y confundida. Daniel la miro irse, devastado mientras que Camilo se levantó rápido para correr tras de ella.

Mirabel se alejaba a pasos rápido –aprovechando que nadie la miraba– podía escucharla sollozar, subiendo con todas sus prisas hacia la habitación que compartían. Corrió tras de ella, pero rápidamente fue detenido antes que pisara el primer escalón. Molesto giro su mirada al quien se le ocurrió detenerlo, al voltear todo su enojo desapareció al encontrarse con el rostro decaído de Bruno.

–Tenemos que hablar –dijo firme y sin mucho ánimo en su voz.

[...]

Isabella toco suavemente la puerta de la guardería con un tazón con fruta picada y una botella de vino tinto junto con dos copas. No escucho respuesta del otro lado, aun así abrió la puerta y trato de sonreír, lo cual no duro mucho al verla deprimida recostada en su cama abrazando su almohada. Suspiro, cerró la puerta con su zapato y se acercó a ella dejando las cosas en la mesa de noche.

–¿Dónde está Camilo? –pregunto con la cabeza oculta en la almohada blanca.

Isabella mordió el interior de su mejilla al recordar como Bruno se llevaba al joven a su despacho. Camilo no paraba de ver a la guardería como si deseara ir corriendo hacia ella.

–Quería dejarte un momento sola, ya sabes con todo lo que paso con la ex de él –explico haciendo un ademan con la mano. No podía creer que lo estuviera defendiendo al idiota de su cuñado.

–¿Está enojado? –pregunto levantando un poco la cabeza para ver a su hermana con miedo y tristeza.

Negó moviendo su cabeza y suspiro.

–Está más preocupado por ti –murmuro mirándola con tristeza–. ¿Qué paso allá fuera? ¿Quiénes eran ellos?

Mirabel mordió su labio se acomodó en medio del colchón y alzo la mano en señal para que le sirviera un poco del vino. Isabella obedeció sirviendo de la bebida en ambas copas y entregársela a la menor de las doncellas. Ella la tomo con ambas manos, observando su reflejo en el oscuro líquido antes de beber un largo trago. El vino no era como el tequila que comenzaba a acostumbrarse a beber con Camilo en las noches largas llenas de pláticas y sonrisas. Se sintió tan débil estando en frente de su ex amor, ahora entendía lo que Camilo sintió al reencontrarse con Ana Laura. Suspiro exhausta, ¿Cómo que nunca se casó?

Le conto todo, desde como conoció al joven banquero, hasta sus escapadas a las afueras del pueblo. Su abuela nunca le permitiría casarse con quien no mostrara un interés a la familia Madrigal. Así que Daniel le propuso matrimonio y huir a Bogotá, pero al preferir primero su familia él solo se despidió y se fue de su vida. Lloro por días y semanas, hasta que los meses pasaron y de un falso matrimonio de su ex amado la rompió por completo.

Ella había sufrido por meses desde que le dijeron que él hizo una vida nueva con otra mujer más hermosa, nunca se consideró bella a comparación de sus hermanas o su prima. Su autoestima se derrumbó hasta los suelos pensando que nadie la miraría con amor y deseo. Ahora no sabía que pensar. Estaba tan feliz al fin siendo la novia de Camilo, pero volver a ver al hombre que no solo le entrego su corazón y virginidad, si no estaba a punto de abandonar a su familia por él, la desbasto. Él nunca la utilizo como Ana Laura a Camilo, él le juro amor eterno. Una lagrima no tardo en recorrer su mejilla. Isabella la limpio con su pulgar para después tomar su mentón y obligarla a mirarla.

–Todo estará bien –le susurro abrazándola con cariño, quería ser una buena hermana después de hacerla de lado toda su infancia–. Camilo ahora está contigo.

Mirabel le correspondió al instante sintiendo como las lágrimas comenzaron a brotar ante las viejas heridas del pasado que creyó que sanaron. Pasaron abrazadas por varios minutos, hasta que Casita encendió las luces ante la esperada noche. La doncella de lentes quedo dormida en el pecho de su hermana mayor; quien hacia pequeñas trenzas en el caótico cabello ondulado de su hermana, adornándolo con pequeñas margaritas. No la iba a dejar sola.

Las doncellas descansaban en un tranquilo silencio mientras que a unos cuartos alejadas de ellas, Camilo se desparramo en el pequeño sillón del despacho, con la cabeza llena de pensamientos la mayoría negativos. Estaba perdido, después de escuchar todo lo dicho por su tío.

No solo se enteró del regreso del primer amor de su Mirabel, también de que él nunca había estado casado con nadie, a él lo engañaron diciendo que Mirabel la casaron con alguien más –aunque en cierto punto es verdad, porque ELLA ES SU PROMETIDA–. Jalo un poco su cabello con fuerza. Bruno le había contado de la pelea que tuvo Octavio con Daniel al enterarse que él fue el que mintió solo para quedarse con Mirabel. Lo peor de todo...

–Vino hasta aquí para pedir su mano en matrimonio con abuela –comento en un murmullo su tío, mirando desanimado a su querido sobrino.

–Pero ¿lo rechazo? –se acomodó en una mejor postura al ver que no recibía respuesta por parte del vidente– ¡Mirabel es mi prometida!

–Sabes que la abuela no es...muy unida con ella –buena forma de decir que Alma jamás quiso a Mirabel como las demás doncellas– Daniel ofreció un mejor nivel económico en el pueblo a cambio de su mano.

Camilo cerró sus ojos tratando de comprender lo que escuchaba, la abuela buscaría la manera que Mirabel no se involucrara tanto en la jerarquía de la familia. La trataba como un maldito objeto para su propio beneficio. Realmente no quería que ella fuera la siguiente sucesora.

–Yo seré el nuevo líder –recalco tallando el puente de su nariz–. Mirabel será mi esposa, ella es la sucesora también. ¿Cómo pudo pensar que yo aceptaría eso?

–Él lo sabe, la abuela se lo conto –Camilo abrió los ojos con sorpresa y Bruno suspiro jugando un poco con sus dedos– Por eso le dio la condición de que si volvía a enamorar a Mirabel para convencerla de casarse con él, anularía tu compromiso sin problemas.

Apretó los puños queriendo ir junto con su abuela a reclamarle. Los junto a él y a Mirabel para que tuvieran un heredero y ahora quiere dar su mano al mejor postor. Estaba furioso, pero se podía arriesgar a gritarle a la cara, si no le daría una razón de casarla con su ex novio sin pedir su opinión. Aun no tenía el poder para impedirlo y como la forma que actuó Mirabel hace una hora no tenía mucha oportunidad de ganar. Mas con la estupidez que hizo días atrás. Volvió a tallar su rostro frustrado y cabreado, se sentía tan inútil.

Bruno exhalo coloco su mano en el hombro de su sobrino y murmuro en un tono tranquilo.

–Ya tienes a la doncella, solo no dejes que te intimide.

Camilo levanto la mirada y trato de sonreírle, pero parecía más una mueca que una sonrisa. Agradeció la información y sin decir o hacer algo simplemente salió de la oficina con unos conflictos en sus pensamientos. ¿Cómo planeaba ganarle al primer amor de su amada?

No tenía mucho que ofrecer más allá de su amor y dedicación. En pocas palabras era un idiota enamorado. Miro la puerta de la guardería al otro lado del corredor. Cerro sus ojos intentando calmar sus celos y enojo, Mirabel lo necesitaba...no, él necesitaba a Mirabel. Respiro hondo, había entrado a una guerra de la que se veía que él iba a perder desde un inicio. No se rendiría, lucharía por su mujer. Al abrir devuelta su mirada, se mantuvo serio. No rendiría tan fácil sin antes luchar por ella. Su tío tenía razón; ya tiene a la doncella solo es cuestión de enamorarla todos los días.

El pecado de las luciérnagas || CamimiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora