||VEINTITRÉS||

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|23|Este

Camilo abrió la puerta anaranjada dejándola pasar primero, ambos no habían hablado durante el todo el trayecto del oeste al este, lo cual duro casi todo el día entero llegando justo en el atardecer. Al llegar tuvieron que fingir que todo estaba bien entre ellos para no preocupar a Pepa y una muy ocupada Dolores. Félix al contrario de Agustín los recibió con alegría instalándolos inmediatamente en la vieja habitación de Camilo. El este era demasiado diferente al oeste de cual habían salido, Mirabel e Isabel quedaron maravilladas por la gran alegría que tenía la gente, eran muchos más animados la mayoría eran inmigrantes caribeños o del mismo Norteamérica. Era el sector con menos gente pero el más alejado y enorme de los tres. La gente se dedicaba a los cultivos alrededor del rio que conectaba con el lago, los colores cálidos abundaban por doquier y la gente era animada. Música de todos los tipos aparecían en cada esquina desde cantantes Jamaiquinos hasta pasando por mariachis de origen mexicano o incluso habían distintos músicos de diferentes partes de Colombia y Venezuela. El sector este era el más vivo de los tres.

Mirabel admiro los detalles de la habitación, habían muchos espejos de distintos tamaños y formas colgados en una de las paredes. Camilo siempre perfeccionaba su don frente a ellos. Las tonalidades cálidas también abundaban en el lugar, él se adentró cerrando la puerta una vez que dejo la maleta en el suelo. Se dirigió directamente a su escritorio, tomo un lápiz y papel y comenzó a escribir. Ella siguió explorando la habitación con curiosidad, había algunas que otras plantas –ya secas ante la ausencia de su dueño–, un estante lleno de obras dramáticas y adornos de todo tipo colgados en las demás paredes.

Dio un pequeño brinco al verlo extenderle la hoja de papel. La tomo y leyó:

"Dolores nos puede escuchar y no quiero preocuparla. Te dejare la cama, yo dormiré en otro lado. Tranquila te dejare en paz, solo tratemos de no preocupar a los demás. Respetare tu espacio y tus decisiones".

Ella bajo el papel al leer lo último, era claro que se refería que entendería si quería que terminaran lo que sea que tenían, giro para hablar con él, pero se encontró con la puerta de la habitación abierta. Al tener a alguien como Dolores en la casa, la mayoría de los muebles u objetos no tenían ruido, fueron bloqueados para proteger la audición de la doncella chismosa. Sus manos arrugaron un poco los bordes del papel. Aun no sabía cómo volver a hablar con él, tampoco sabía si perdonarlo o no. No por el beso; si no por cómo se sintió a ser alejada con simple presencia de Ana Laura. Cansada de un largo viaje tomo asiento en el borde de la cama matrimonia. Se dejó caer de espaldas en el viejo colchón. Camilo tenía razón no podían preocupar a los demás, ya bastaba con los largos interrogatorios de Isabella; cual negó cualquier cosa para que su hermana no matara a Camilo. Abrazo una de las almohadas, sintiéndose destrozada ante el aroma de su amado aun sobre ellas. Cerró sus ojos tratando de no volver a llorar. Quería a Camilo, lo quería tanto, pero no le gusto para nada aquella sensación que vivió la noche anterior. No quiere volver a pasar por lo que paso años atrás.

[...]

Respiro hondo estando en frente de la puerta, tenía que tener el maldito valor si quiere volver a recuperar a su mariposita. Tomo la perilla y la giro encontrándose con el despacho de su padre. Cerró la puerta y encamino hacia su padre quien estaba entretenido con algunos papeleos. Camilo carraspeo un poco su garganta para llamar su atención.

–Camilo, mi niño, ¿Que te trae aquí? –pregunto con una gran sonrisa el hombre de piel oscura–. Creí que querías estar a sola con tu chica –hablo dándole una sonrisa de cómplice.

El joven se avergonzó mas no poder. Se aguantó las ganas de reclamarle y solo tomo el pequeño pizarrón junto con un gis blanco que tenían cuando no querían que su hermana se enterara de algunas conversaciones. Félix retiro sus lentes de lectura, dejando un poco sus cosas de lado y presto atención a su hijo cuando él tomo asiento al otro lado de su escritorio. Suspiro y escribió:

"Necesito un consejo"

–Oh, ya veo –expreso al leerlo.

Tomo el pizarrón, borro con un trapo lo escrito y escribió:

"¿Para tu chica? ¿Hiciste algo malo?"

Él asintió no muy orgulloso y suspiro antes de responder:

"Bese a Ana Laura al encontrarla en el sector de la tía Julieta. Su cuñado me golpeo por eso"

–Hasta yo te golpearía, lo que hiciste estuvo mal –dijo en un tono serio y agotado; nunca le agrado esa joven, pero no decía nada porque Camilo en verdad la amo–, una parte de mi entiende porque lo hiciste. Esa muchacha solo te causa problemas, hijo.

Camilo suspiro ya lo sabía y estaba perdiendo a una gran mujer por su culpa. No tenía idea de relaciones que no fueran toxicas, Mirabel era la primera mujer que se fija realmente en él y no por su estatus o apellido –a pesar que tienen el mismo–. Tallo su rostro frustrado y miro a su padre con desespero.

–¿Qué puedo hacer? Te necesito –sus ojos comenzaron a cristalizarse ante la ansiedad que había heredado de su madre–. Eres el único con que puede apoyarme.

Félix suspiro, no le agrado que su hijo rompiera el corazón de un mujer, no lo culpaba era muy joven e inexperto en el tema del amor.

–¿En verdad quieres recuperarla? –le pregunto de forma seria y directa. Quería asegurarse que en verdad le importa Mirabel.

–Quiero que tan siquiera me perdone –bajo la mirada derrotado–, entenderé si no quiere volver conmigo.

Su padre esbozo una pequeña sonrisa, se levantó de su lugar para colocar su mano en el hombro del joven. Camilo con ya lagrimas amenazando con resbalar de sus mejillas pecosas lo miro sorprendido. Félix le dio un pequeño apretón en su hombro y volvió a tomar el pizarrón para empezar a escribir.

[...]

Mirabel regresaba a la habitación de Camilo, extrañada y decaída ante la ausencia del joven de rizos durante la cena. Temía que volvieran a alejarse, pero aún no estaba de humor para arreglar las cosas. Suspiro cansada y abrió la puerta de la habitación. Sus castaños ojos se abrieron con sorpresa al mismo tiempo que un brillo relucía en ellos. Un hermoso  vestido tradicional anaranjado con detalles rojizos estaba perfectamente colocado sobre la cama. Acompañados por un par de zapatillas. 

Sorprendida se acercó a paso lento, notando como sobre el vestido se encontraba una nota doblada. dudo unos momentos si tomarla o no pero la curiosidad le gano. Con delicadeza y leyó su contenido con una diminuta sonrisa:

"Para mi mariposita, la mujer más bella de toda Colombia.

Quiero arreglar las cosas contigo, demostrarte que a la mujer que amo eres tú. Te pido una oportunidad, solo una para bajarte las estrellas. Es esperare en el patio del frente a medianoche, si no vas lo entenderé"

Mirabel tapo sus labios con la nota al terminar, observo de nuevo el vestido. Era precioso. Cerró los ojos y lo pensó dos veces. ¿Qué debería hacer?

El pecado de las luciérnagas || CamimiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora