||TREINTA Y CUATRO||

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|34|Nosotros

Hacía que las palma de su mano florecieran pétalos de jacarandas para des aburrirse, trataba con todas sus fuerzas no golpear a Camilo; quien caminaba de un lado en la calle murmurando que "fue todo su culpa" o "debió estar más al pendiente de su novia". Julieta y Arturo fueron los únicos a los que dejaron entrar; siendo que ambos eran los más calmados en la situación, incluso su tío Bruno se alteró cuando Camilo salió de la guardería con Mirabel en brazos, gritando alterado que la ayudaran.

Camilo estaba tan angustiado y paranoico en esos momentos que era como una copia idéntica a su inestable madre. Gruño en voz baja se estaba volviendo loca con su cuñado. ¿Qué le costaba a Mirabel conseguir a una pareja que no tenga problemas mentales?

–Cálmate, ya, Mirabel y el bebé estarán bien –comento irritada a ver si así se callaba.

Y funciono. Sonrió burlona al verlo detenerse de repente, con la mirada bien abierta y sus manos comenzaron a temblar. ¿La escuchó bien? ¿Bebé? ¿Qué bebé?

Estaba en un estado de pánico total. Miro a su cuñada y ella sonrió alzando su ceja como si le dijera que era lo más obvio. Él sintió como casi le daba un pequeño infarto, comenzó a respirar constantemente se recargo en una de las paredes cercanas dejándose caer lentamente al suelo. Trataba de digerirlo. La imagen del bebé de la visión llego a su mente, golpeo su cabeza contra la pared. No lo creía, pero hizo las cuentas, había pasado ya un mes y semana de lo ocurrido en el sector este. Fuera de ahí no habían tenido otro encuentro.

–Un bebé...–murmuro aun en estado de shock–. Mirabel está embarazada –incrédulo miro a su cuñada y ella asintió con indiferencia; aunque disfrutaba verlo sufrir–, seré papá...

–No sé porque te sorprendes ya habías visto la visión del tío Bruno.

Camilo abrazo sus piernas enterrando su rostro en ellas. Estaba feliz, más que feliz; lágrimas de emoción recorrieron sus mejillas pecosas. Era humillante llorar estando en la calle, pero no podía evitarlo: Sera el padre del hermoso bebé que traerá devuelta el milagro. Una sonrisa se formó en sus labios, ahora entendía todos aquellos síntomas. Eran los mismos síntomas que vio cuando su madre estaba esperando a Toñito. Él pensaba que Mirabel comenzaba a hartarse de él, por ser celoso o no darle su tiempo por tanto trabajo.

–Se siente muy distinto estarlo viviendo que verlo en una visión –murmuro.

Isabella hizo un gesto de no comprenderlo y él solo saco su rostro de su escondite para verla con la más hermosa sonrisa. Sus mejillas estaban húmedas, pero se veía realmente feliz.

–Saber que realmente es mío el bebé –bajo la mirada al suelo observando como una fila de hormigas pasaban a su lado y susurro–. Es la mejor de las noticias...

[...]

Las horas pasaron volando, Julieta les aviso que seguían con el chequeo, habían curado la herida de su frente. La pobre doncella se desmayó y golpeo su cabeza con uno de los muebles. Pero se encontraba en perfectamente, aunque seguía inconsciente. Eso relajo no solo a Camilo, Isabella también sintió un peso menos. La mujer del oeste los mando a buscar algo de comer no solo para ellos, cuando Mirabel despierte tendría demasiada hambre.

Ambos cuñados fueron por todo el pueblo comprando cualquier cosa que se viera deliciosa para la menor de las doncellas. Camilo era muy selectivo quería lo mejor para ella y su hijo. Pensarlo de esa manera lo emocionaba al mismo tiempo que lo aterraba. El atardecer envolvió al pueblo colorido envolviendo todo el lugar en tonalidades cálidas, ambos estaban sentados en los escalones de la iglesia, admirando en silencio como los niños del lugar jugaban alegres en medio de la plaza.

Camilo estaba tan feliz y relajado ahora que no le tomo mucha importancia ver como se acercaba a ellos el director de la única escuela; él lo miro con indiferente realmente nadie puede joderle su día, ni siquiera si se encuentra con Daniel. Rio en sus adentros al saber que él gano, aunque sabía que no debería cantar victoria hasta casarse con Mirabel.

Alzo la ceja aburrido al ver a Octavio pararse en frente de ellos con arrepentimiento, en su rostro aun con algunas marcas que ya no se harían tan fácil. El hombre suspiro y Camilo no le tomo mucha importancia.

–¿Podemos hablar? –pidió exhausto, estaba perdiendo mucho orgullo en ese momento.

–Cualquier estupidez que vayas a decir, también lo escuchara mi consejera –hablo serio apuntando a la doncella de su lado.

Isabella se mantenía callada con una postura firme y seria; digna para la que fue considerada la princesa de Encanto. El pelinegro asintió sin darles más vueltas al asunto.

–Quiero disculparme contigo y Mirabel –fue directo.

Camilo acaricio su mentó pensativo, obviamente no tenía tanto odio aquel hombre que a su primo.

–Nunca tuve una oportunidad con una mujer tan encantadora como es ella –suspiro–. Realmente no sabía que era tu pareja cuando le coqueteaba.

En el interior del cambia formas estaba irritándose al saber que siempre tuvo razón, aunque también no lo culpaba en esos tiempos estaba muy en duda que tipo de relación tenían ellos, pero algo no cuadraba en su mente.

–¿Por eso le mentiste a Daniel y a Mirabel sobre que cada uno se casó con alguien más? –gruño con clara molestia.

Octavio rasco su nuca no muy orgulloso de lo que hizo, aun así suspiro.

–Sí y no –respondió derrotado–. Daniel es muy posesivo con ella, yo era el que cubría todos sus encuentros para que tu familia no se enterara, logre convencerla que pensara mejor las cosas y no huyera con él –miro desanimado a Camilo; quien escuchaba todo con atención–. Camilo, en verdad no dejes que él la vuelva a enamorar, porque te lo aseguro que lo hará.

Isabella miro a su cuñado, él estaba perdido en su mente. No quería pensar mal en nadie, tampoco sabía mucho lo que fue en si la relación que tuvo su amada con el banquero. Miro al hombre, no tenía palabras que decir que cuando apareció Arturo por unos de los callejones; parecía su salvador al mismo tiempo que su verdugo.

Al verlo Camilo se levantó al instante esperando que nada malo sucediera con su novia, pero sus nervios desvanecieron cuando el hombre esbozo una sonrisa.

–Mirabel quiere verte –comento tranquilo dando media vuelta y volver por sus mismos pasos.

Miro a su cuñada nervioso y ella le dedico media sonrisa. Tomaron sus cosas, y antes de irse detrás del esposo de Luisa, miro al director y suspiro.

–Yo...no tengo nada contra de ti –desvió la mirada y dijo en un tono cansado–, pero sería mejor que hagas las paces con Mirabel.

Sin esperar una respuesta o algo simplemente se fue del lugar acompañado por su consejera. Octavio los miro irse, sabía que su amiga estaría en buenas manos con él.

[...]

Al entrar a la clínica, Camilo dejo las bolsas con comida a su suegra; quien le dijo que Mirabel la espera del otro lado de la puerta. Nervioso volvió a mirar a Isabella y ella solo lo arrastro hacia la puerta de madera blanca. Casi cayéndose al momento que la puerta se abrió, maldijo en murmullos a la doncella perfecta, pero todo quedo en el olvido al tener esos ojos castaños mirándolo con miedo y curiosidad. Ahí estaba ella sentada en medio de la cama, usando el maldito camisón –que tanto odia– cual se lo trajo horas atrás. A un costado de su frente tenía una costura ante el accidente de la mañana. Aun así ella seguía viéndose hermosa.

Se quedó sin palabras en lo que intentaba recuperar la postura, los últimos rayos de atardecer iluminaban su piel. Ella seguía mirándolo como si en su garganta tuviera un nudo que la impidiera hablar. Él en silencio se sentó en la orilla de la camilla y le dedico una pequeña sonrisa. Mirabel solo desvió la mirada decaída.

–Creo que ya lo sabes...–murmuro mientras jugaba con la tela de la sabana. No sabía cómo iba a reaccionar Camilo, apenas llevaban un poco más de un mes saliendo oficialmente, lo mismo que ella tenía de embarazo.

Él no respondió, algo temeroso coloco su mano en su vientre acariciándolo con delicadeza sobre la tela del camisón. Volvió a sonreír como cuando Isabella le dijo y sin pensarlo la abrazo emocionado. Mirabel se rompió y correspondió al afecto con la misma emoción. Ya era oficial, iban a ser padres del próximo heredero de Encanto.

El pecado de las luciérnagas || CamimiraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora