Prólogo.

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Ellie.

Tres años después.

¡Voy a colapsar!

Faltaba tan poco para la boda de una de mis primas y me había comprometido en no solo en realizar el vestido de novia sino que el de las damas de honor y los esmoquin del novio y sus padrinos. Una locura innecesaria, pero debo reconocer que me gusta trabajar bajo presión, solo que por el momento todo lo que hago sale bajo la marca de mi abuela. Ansío ese día en que mi marca que lleva mi nombre pueda salir a la luz y deslumbrar al mundo como tanto deseo.
Tuve una mala experiencia en el pasado, no se como pasó, pero Leah, mi competencia me robó todas mis ideas, presentando como suya mi colección en la Fashion Week de New York, no debo pensar eso, fue hace tres años y no podía dejar que otra vez sea ella la que me gane en la de este año, es por eso que mantenía entre siete llaves mis ideas para el evento que será en menos de ocho meses.

Mi marca, Ellie, saldrá a la luz.

Una fracaso, no debía ponerme triste sino que todo lo contrario, soy una Salvatore y no dejamos que nada ni nadie nos afecte.

En esta Fashion Week, seré todo.

— Ellie, tienes una cita — me recuerda Viviana, una de las chicas que se encarga de las costuras dentro del atelier.

¿Por qué sigo tomando citas?

— ¿Ya está la clienta? — pregunto suspirando dejando de lado el vestido de novia.

Mi abuela había decidido retirarse de la moda, no al cien por ciento porque siempre pasaba para darle algún toque algún encargo que teníamos, pero me cedió el control de su atelier a mí para que siga con el legado familiar, solo nosotras dos somos las fanáticas de la moda dentro de la familia y por eso confía ciegamente en mí, solo que estar a cargo me trajo más responsabilidades que quitan un poco de tiempo a mi colección y vida.

¿Vida?

Esto es mi vida.

— Si — contesta ella entregandome mi cuaderno. Me gustaba escuchar y anotar, mientras mi cabeza creaba la mejor idea para la clienta.

Ese cuaderno es mi vida.

Salgo del lugar de confección para subir al local, donde atendemos a nuestros clientes y tenemos muestra de nuestro trabajo.
Frunzo mi ceño al ver a un hombre de espalda, por lo que tenía entendido una mujer había pedido una cita conmigo y si que estaba confundida.

— ¿Si? — hablo provocando que el hombre se gire y ambos nos miremos con sorpresa.

Hace tres años que no sabía nada de él, no después de decirle que no quería nada que nos una, ni un futuro y mucho menos una amistad con él.

— Hola Ellie — me saluda sonriendo.

Tres años y seguía igual de guapo que siempre.

— Ignati — murmuro sin poder salir de mi asombro.

— ¿Puedo abrazarte? — pregunta.

Amo su acento ruso.

— Claro — digo siendo la que corta la distancia y nos abrazamos.

Pasamos muchas cosas, una relación de amistad y algo más que terminó mal, no puedo atarme a una relación a distancia. Admiro a Inzie que mantuvo mucho tiempo una relación con Sasha, pero por eso somos diferente, ella si pudo, de mi lado no puedo, tengo muchas conflictos que me harían pensar lo peor de todo, siempre.

— Cuanto tiempo — reconoce sonriendo.

Amo su forma de sonreír.

Ignati siempre fue el chico raro, el chico hongos locos, lo llamaban mis hermanos, o la rata de laboratorio, mis primos. Siempre tan perdido en compuestos químicos y cosas raras que no dudaba en contarte para que lo entiendas.

Él siempre fue raro.

— Mucho tiempo — aseguro.

— Estás hermosa — acota con una sonrisa ladeada.

— Gracias — sonrio. — ¿Qué haces aquí? — pregunto desconcertada.

Tal vez como es uno de los padrinos del novio estaba aquí por algo relacionado, pero es raro porque ya tenia los talles de cada uno de ellos.

Ignati no logra contestar porque la atención de ambos se va a la chica rubia de piernas largas que caminaba a donde nos encontrábamos parados.

¿Y ella?

— Papá siempre controlando todo — le habla a él.

— No sería Geronimo sino lo hiciera — contesta divertido y veo como pasa su mano por su cintura para atraerla a su lado. — Ellie te presento a Jade, mi chica — agrega al presentarme a la rubia de piernas largas.

— Su prometida — le corrige ella riendo.

— Prometida — murmuro.

— Nuestros padres pedían que al fin lo hagamos serio — me cuenta la rubia sin borrar su sonrisa.

— Jade ella es Ellie, la mejor diseñadora y amiga que puede existir — agrega Ignati.

¿Mejor amiga?

Me molestaba que nos presente de esa forma.

— ¿Pero cuánto tiempo llevan juntos? — quiero saber.

— Casi tres años — responden al unísono mirándose a los ojos.

¿Casi tres años?

¿Cómo?

¡Qué ilusa!

No iba a estar toda su vida solo.

¿Por qué sentía esta rara sensación en el pecho?

¿Por qué me molestaba esto?

¿Por qué sentía una gran necesidad de querer ahorcar a esta rubia de piernas largas?

No podia sentir todo eso.

Ignati es mi pasado, no debía importarme  su presente, se lo veía feliz con la rubia y a mi me daba igual todo lo que venga de él.

Vamos Ellie, muestra que no te importa.






















* Actualizaciones todos los viernes.

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