Capítulo 3.

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Ignati.

Se podía decir que me encontraba en Chicago solo acompañando a mi chica en la nueva presentación de perfume que tiene en sociedad con Mackenzie, la futura esposa de mi primo. Hace años que no venía específicamente a esta ciudad, porque no tenía ganas de cruzarme con la jodida mujer que nunca entendió mi vida y destruyó mi corazón hace más de tres años.
Ellie fue alguien importante en mi vida, pero hasta la persona más paciente puede cansarse, fui demasiado bueno con ella, dejando de lado casi todas mis obligaciones para estar a su lado, la dejé ser libre cuando me pidió un tiempo para estar con otras personas y lo último fue ese momento en que quiso ponerme entre la espada y la pared para que dejé todo lo que es importante para mí, solo para complacerla.

¿Egoísta?

Los dos fuimos egoistas y es por eso que me mantengo lejos de ella hace tres años.

¿Arrepentirme de no luchar?

No, no lo hago. De mis penas amorosas y tal vez un poco de alcohol de por medio, me llevó a pasar más tiempo junto a Jade, mi amiga, confidente, mi prometida y la mujer que quiero. Ella me entiende y yo a ella, por eso somos una pareja consolidada hace dos años que es feliz a nuestra manera.

— Ayuda — me habla mi chica queriendo que suba el cierre de su vestido negro.

— Me encantan como se ven tus pechos — digo observando el escote del infarto de su sexy vestido.

— No me mires de esa forma, sino no iremos al cumpleaños de tu amigo — acota mordiendo su labio inferior.

Jade es todo en mi vida.

Nos entendemos a la perfección, tal vez por el simple hecho que nos criamos dentro de la mafia y sus reglas. Además que nos unía la pérdida de personas que en verdad amabamos, ella a su Donovan y yo a Ellie, como dije de nuestras penas amorosas nació esta gran relación que la llevaremos más alla, una boda donde uniremos mucho más a la mafia rusa con la italiana.

— Ven aqui, la mia dolcezza assassina — digo atrayandola en mis brazos.

Somos la pareja perfecta, sin tabúes y abierta de mente, porque no teníamos problema de unir a quien sea en nuestra casita de juegos para divertirnos.

Tal vez no nos amamos como ella pudo amar a Donovan y yo a Ellie, nuestra forma de amarnos es diferente y por eso somos una letal fórmula perfecta.

— Mi topolino — me regaña cuando bajo mi mano tocando su perfecto trasero.

Sonrío y me acerco a besarla, suele decirme  topolino, que significa ratoncito en italiano porque una vez escucho a Noah, un amigo de la familia y el abogado de la Bratva decirme ratón de laboratorio, por eso ella lo tomó para molestarme de vez en cuando.

— La pasaremos bien esta noche — aseguro sonriendo.

— Tal vez podriamos ser tres o cuatro en esta cama — sugiere mi chica divertida.

— Dejemos que la noche fluya — acoto.

Me separo de ella, tomo su mano y la hago girar para observar su belleza.

Jade es mi piedra preciosa y nadie tiene idea del valor que tiene en mi vida.

***

Faith nos había invitado al cumpleaños de Dylan y el lugar era ni más ni menos el famoso club nocturno del papá de mi tía Lexie. Había tantos famosos no solo del motocross sino que hasta la conocida banda de música pop, primos del cumplañero.

Sentirnos normal nos gustaba. En Chicago nadie nos conocía y podiamos hacer cosas normales sin tantas medidas de seguridad en el medio, aunque igual debiamos cuidarnos, Jade es la hija il capo de tutti capi, heredera de la mafia calabresa que hoy en día se encuentra al mando de su tia Gina y tampoco debo olvidar que soy el segundo al mando dentro de la mafia rusa y su científico, los dos valemos mucho para nuestros enemigos.

La Fórmula Perfecta ( 7° SAP) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora