Capítulo 33.

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Ellie.

Meses después.

Semanas después del secuestro y recuperarme de la herida de bala en mi pierna, ingresé por voluntad propia al centro especializado a tratar enfermedades psicomentales en Dinamarca. Viktoria había sugerido un nuevo lugar, totalmente diferente a lo que mis padres vieron en primera instancia. Por eso decidí ingresar en este lugar, por sus grandes parques, por la comodidad en la forma de trabajo y sobretodo que no iba a terminar tan drogada por fármacos como es costumbre en los hospitales psiquiatricos. Este centro trabajaba nuestro control, tanto en la toma de la medicación habitual, así como también ayudarnos a manejarnos en la sociedad sin que nada pueda destabilizarnos.

Tengo demasiadas enfermedades y una adicción fuerte al trabajo.

Dinamarca y este centro serán mi casa hasta que tenga todas las herramientas de control para evitar que vuelva a sucederme lo mismo. Hice tantas cosas mal, lastimé a muchas personas y sobre todo me hice tanto daño que jugué con mi propia vida.

¿En qué momento deje que esa voz de interior se llevará mi luz interna?

— Buenos días, Ellie — saluda la doctora Berenice Stole, mi psiquiatra.

— Hola — digo ingresando a su consulta.

Tenía una consulta cada dos días, en el caso que necesitara otro, ella no tenía problema de llamarme para charlar.

— ¿Qué tal estos días? — pregunta haciendo señas para que me recueste en el divan.

— Tuve horas malas — contesto siendo sincera. — muchos pensamientos negativos, que hacían mis sueños una pesadilla y sentí que la voz negativa de mi cabeza volvía a aparecer tirando todo para atrás lo de este último mes ...

— Es común tener días malos. Es fácil decirte herramientas para evitarlos, pero también es parte de este crecimiento que tu puedas ponerlo en práctica evitando que eso te encierres en ti misma.

Era difícil todo, evitar algunos pensamientos, no meterme en mi burbuja y ponerme a la defensiva viendo que todos son mis enemigos, cuando no lo es así. Creo que estos últimos años con mi familia fue de esa forma, sentí que siempre estaban en mi contra y juzgaban mi vida, cuando era todo diferente, yo los juzgaba por sus acciones, me irritaba estar en un ambiente donde mi madre solo quiere que seamos felices, pero aunque no lo era, ellos si lo son y también se que quieren lo mejor para mí en todos los sentidos.

— Estuve pensando en mis hermanos — murmuro.

— ¿Quieres hablar de ellos? — consulta.

Es difícil hablar de ellos, sin no ponerme a llorar porque muchas veces he sido cruel con ellos, empezando con Nick y Juli, que sin importar que tan enojada este siempre rondaban mis lugares evitando cualquiera de mis destrucciones. Con Faith, le dije tantas cosas respecto a su forma de relacionarse con los hombres o su forma de vestir, incluso fui cruel en el momento que más necesitaba a su hermana mayor. Respecto a Cayden pasaron tantas cosas, no solo mi desprecio a él sino también a su familia.
No quiero ni hablar de mis padres, eso me hace doler el pecho y lágrimas en mis ojos, porque fui la peor hija de este mundo, mi mamá no merecía que hago todo lo que hice, dejar mis tratamientos e intentar suicidarme como lo hice hace unos meses atrás.

— No, todavía no puedo — digo sintiendo ese nudo en la garganta.

— Lo que uno no puede expresar hablando, lo puede hacer escribiendo. ¿Intentaste hacerlo? — habla.

— Escribí muchas cartas — confieso.

— ¿Las piensas mandar?

— ¿Puedo? — pregunto.

La Fórmula Perfecta ( 7° SAP) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora