Capítulo 10.

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Ellie.

Esto de tener que interrumpir mi sueño y horas de descanso no me gustaba para nada, pero la llamada de Dylan haciendo referencia que mi hermana estaba pasada de alcohol me preocupaba mucho.
Faith es una controladora nata, que haya traspasado los límites de su control solo significaba que algo estaba sucediendo. Las dos vivimos juntas al ser obsesivas del trabajo son muy pocas las veces que nos encontramos en el mismo departamento, ella con sus horarios y yo con los mios son casi imposible a veces sentarnos a cenar juntas. Hoy sabía que se iba a un imposible evento que ella llevaba organizando hace más de un mes.

Se que algo le sucede.

Cuando escuché el golpe de la puerta, no dude en tirarme casi a la puerta para abrir, Dylan que traía en sus brazos a mi hermana que no paraba de reirse.

— Vamos Dy ... un be si to — le pide queriendo besarlo, pero nuestro primo le corre la cara para que bese su mejilla.

— ¿Qué le pasó? — pregunto cerrando la puerta de nuestro departamento.

— Mal día en el trabajo — me contesta suspirando.

— ¡Ellie! — chilla Faith riendo.

No está borracha, está borrachisima.

— Faith — murmuro.

— La llevo a su habitación — dice Dylan caminando para el lado de la habitación de mi hermana. Ella insisten con querer besarlo, pero él siempre hace la misma acción.

— Moustrito — musita al acostarla en su cama.

— Dy — le hace un mohin, tira de la mano de Dylan haciendo que caiga encima de ella. — Follame, sacate la ropa — dice queriendo quitarle la chaqueta que llevaba puesta.

— Faith — habla queriendo detener la forma en que mi hermana lo toca, hasta veo como llega a su entrepierna y sin descaro alguno lo manosea.

— Vamos, Dylan  ...

— Por favor, Ellie, ayudame — me suplica.

— ¡Dy, follame! — suplica.

Intervengo ayudando a nuestro primo salga de las manos incontrolabes de mi hermana menor que sigue insistente con el tema de pedirle que la folle.

— Basta Faith — intervengo.

— Te odio — contesta poniéndose a llorar.

— Odiame todo lo que quieras — digo al estrecharla entre mis brazos.

Faith llora y no para.

— Cuídala — me pide Dylan con su quijada tensa.

— Esto no es por un mal día — afirmo.

— Que ella te cuente si quiere, de mi parte no lo sabras, Ellie — declara nuestro primo.

— Gracias por traerla a casa.

Dylan asiente y lo veo marcharse. Mi mirada va de nuevo a mi hermana que era un mar de lágrimas. Balbuceaba un nombre y que fue una ilusa por confiar.

No la entiendo.

Solo la dejo llorar y lo hace hasta que al fin se queda dormida.

Definitivamente esto no es por un mal día de trabajo, sino algo mucho más fuerte porque toda su orden y control se había esfumado de sus manos, esto era algo más profundo.

Esa noche duermo a su lado, atenta a sus sueños, al nombre que repite, a sus lágrimas y soy la que sostiene su cabello cuando al otro día se levanta con ganas de vomitar.

La Fórmula Perfecta ( 7° SAP) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora