1. En fase de negación

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Rhadamanthys ya no sabía de donde podía sacar fuerzas y paciencia. Desde la anulación del juicio de Thane, Kanon parecía haber entrado en una fase de negación total, comenzando por la rotunda negación de su profesión, siguiendo por la asumida negación de su capacidad para ejercerla y culminando en la inevitable negación ante la fiabilidad de una justicia que parecía ser de todo menos justa.

Por suerte para ambos, el inglés estaba bendecido por un carácter sobrio y serio que le permitía poder manejar los cambios extremos de carácter que sufría Kanon de vez en cuando, pero desde que fueron conocedores del ingreso en prisión del joven Kagaho Bennu, Kanon había descendido por una espiral de sentimientos tan nocivos que se estaba dirigiendo hacia laberintos demasiado parecidos a los que ya le habían atrapado años atrás.

Laberintos para los que el Wyvern no había tenido el mapa de salida en el pasado, y para los que temía no ser capaz de encontrarlo ahora.

Armarse de todavía más paciencia era lo único de que momento se le ocurría, pero incluso el simple hecho de ir al supermercado acompañado de Kanon se le estaba antojando una tortura evitable, si no fuera porque el gemelo también se había negado a quedarse en casa. Tenía que quejarse y refunfuñar de todo, pero al parecer tenía que hacerlo contra los oídos de Rhadamanthys.

- ¿Por qué cojes un carro? - Preguntó al ver que el Wyvern se hacía con uno.- Hemos venido en moto, no podemos cargar mucho.

- Nos hacen falta un montón de cosas.- La respuesta fue mecánica, como si esperara el "pero" que no se hizo de rogar.

- Pero podríamos comprar sólo la cena. Lo demás, mañana.

- Y estaríamos con el mismo problema. No te preocupes que nos llevamos lo urgente y pido que el resto nos lo traigan a casa.

- ¿Que nos lo lleven? ¡¿Y qué más?! Como si fuéramos unos putos ricos.- Se quejó el gemelo otra vez, agarrándose a esa perniciosa actitud casi convertida en costumbre.

Rhadamanthys masculló algo en inglés, y acabó agarrándose bien al carro, deteniendo su paso y apuñalando a Kanon con la mirada.- Pues es lo que hay, majo.

- ¡Joder! ¡¿Y ahora por qué me hablas así tú?! - Kanon también se había parado, pero él lo hizo en medio del paso de entrada al establecimiento, convirtiéndose en un escollo para los demás clientes.

- ¿Quieres hacer el favor de bajar la voz? - Rhadamanthys masticó las palabras evitando compartirlas a los cuatro vientos.- Y sal del medio, que estás haciendo de tapón.- Ordenó, tomando a Kanon del brazo para atraerlo hacia él y dejar el paso libre.

- ¡Pues que se jodan!

Kanon se libró del agarre con un gesto bastante brusco, y el Wyvern gruñó con desesperación al tiempo que se agarraba los cabellos con ambas manos. Si el inglés había querido discreción, ésta se había perdido completamente y todas las miradas iban recayendo sobre ellos y su estúpida discusión.

- ¿Qué cojones te pasa, Kanon? - Rhadamanthys se le acercó hasta quedar a tan sólo unos pocos centímetros del gemelo.- Estás insoportable.

- Insoportable lo estás tú.- Le soltó, apoyando la mano sobre el pecho del inglés para apartarlo de un empujón.- Lo que pasa es que no te quieres dar cuenta.

Esta había sido la guinda que echaba al traste la poca paciencia que le quedaba a Rhadmanthys.

No dijo nada más. No había nada que hacer cuando Kanon entraba en ese estado de estupidez. De modo que sólo le miró, en silencio y sin esconder el reproche que se dibujaba en sus dorados ojos. Le miró sin bajar la vista, estableciendo un pulso de miradas en el que Kanon le afrentaba, y no pudo más.

Duelo Legal V: CicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora