La rabiosa mirada de Hypnos dejó a Saga para fijarse en la figura apartada de Thane, quien le mantuvo la mirada. Los labios los tenía apretados y, a pesar de los grandes esfuerzos que hacía para mantener la estoicidad, el rápido ritmo había alcanzado la respiración se reflejaba en la agitación de su pecho.
Saga dilató el alto en su discurso para dejar que sus palabras fueran calando en las mentes del jurado, los miembros del cuál tenían toda su atención puesta sobre la contraída faz del artista. El fiscal esperó a que la rabia interna de Hypnos fuera creciendo, y aguardó hasta que la siempre serena figura de Thane decidió abandonar la sala.
─El señor Hyppolitos Sifakis no pudo soportar el rechazo de Violet ─dijo alto y claro, cuando algunos murmullos impacientes del público comenzaron a ensuciar el ambiente─. No pudo soportar no ser el elegido. Y ahí comenzó a gestar la venganza o, dicho de otra forma, el castigo de Violet y Thane. Un castigo que lo conduciría a orquestar un complot contra Thane Sifakis, sirviéndose de falsos testimonios muy bien pagados para que lo denunciaran por fraude y estafa. Un castigo que lo empujó a extorsionar al fiscal Aspros Samaras, amenazando la vida de su familia... Un castigo que, no sintiéndose suficiente una vez Thane estuvo recluido en un hospital psiquiátrico de alta seguridad, se intensificó con el asesinato de Violet y su esposo tres años después. ─Saga se detuvo para tomar aire y ordenar la siguiente retahíla de ideas. ─ El incendio de la mansión de los Heinstein fue intencionado. El fallecimiento del matrimonio, premeditado y calculado. La consiguiente aparición pública del señor Sifakis lamentándose de dicha desgracia, un paso más en un dantesco castigo que ya no tenía fin. No sólo no tuvo suficiente en conseguir quitarse de en medio a su hermano Thane, que no pudo soportar la existencia de una niña fruto de un amor que a él le fue negado. La adopción de Pandora, señoras y señores, fue un movimiento más en su particular y macabro tablero de juego. La adopción de la pequeña Pandora simbolizó la victoria sobre la humillación que su alma enferma creía haber recibido, sin olvidar que la gestión de la herencia de la pequeña también pasaba a sus manos... ─Saga dio un paso atrás, se cambió las gafas otra vez de mano y repasó todos los rostros de los miembros del jurado. ─¿Que con los años el señor Hyppolitos consiguió desarrollar algún tipo de afecto hacia la muchacha? Es posible. ¿Que este afecto llegó a convertirse, otra vez, en enfermizo? También ─ahí frunció el ceño, bajó el rostro por un instante y lo volvió a erguir, mostrando una expresión sobria y altiva ─. El señor Hyppolitos Sifakis se creyó con la posesión de Pandora. Simple y llanamente. Consideraba a la joven como el trofeo arrebatado a Violet y Thane para vengarse de no haber sido el elegido. Había arrebatado a su propio hermano gemelo lo que más podía amar en la vida, con la única intención de regocijarse en su sufrimiento. Había ejercido ese control que tanto disfruta de experimentar. La había secuestrado sólo para él. Con los años incluso llegó a conseguir que Pandora cultivara el gusto por el arte, que decidiera cursar Bellas Artes en la Facultad que él mismo dirige... ¿coincidencia de gustos y talentos? ¿o, más bien, control subliminal?... Piénsenlo... ─los pasos lo movieron hacia el lateral más alejado de la tribuna del jurado, donde se detuvo y dejó que su zurda se apoyara en la baranda ─. «La controlo en casa, la controlo en la universidad, la controlo en sus noches de ocio...». Recuerden que pocos días antes de su asesinato, el señor Sifakis fue captado por las cámaras de seguridad del pub "The Wyvern's Cave", propiedad del señor Rhadamanthys Wyvern, en actitud hostil y controladora, hecho que se puede comprobar y que está registrado como prueba. Recuerden cómo en dichas grabaciones el señor Hyppolitos se comunica con gestos airados con Pandora, e incluso llega a forcejear con ella para lograr que abandone el local. La justificación del señor Hyppolitos es la mala influencia que según él ejercían las compañías que rodeaban a Pandora, pero la realidad, señoras y señores del jurado...─Saga se detuvo y volvió a dedicarles una estudiada inspección─ la única realidad existente es que el señor Sifakis no podía soportar perder el control de su trofeo. Un trofeo que gozaba de la dulce vitalidad de los veinte años en el momento de su muerte. Un trofeo que quería divertirse como lo hacen todos los jóvenes de su edad. Un trofeo que tenía la voluntad de salir con sus amigos, conocer gente, enamorarse, decepcionarse, ilusionarse, experimentar...─enumeró Saga, ayudándose con gestos de reafirmación─. En resumen: Pandora quería vivir. Vivir su vida. Y vivirla con sus aciertos, con sus errores, con sus enmiendas y con la riqueza de sus respectivas experiencias. Vivir su vida, y hacerlo lejos de él. Y es aquí, justo en este momento de expansión vital de Pandora, que el señor Hyppolitos sufre el segundo gran rechazo de su vida.