30. Una batalla perdida

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Diversos murmullos de estupefacción sembraron la sala cuando Phansy respondió a la pregunta de qué tipo de relación le unía con Hyppolitos Sifakis. Muchas de las miradas ahí reunidas se apresuraron a viajar de un rostro a otro en busca de esos rasgos que pudieran dar veracidad a las palabras de la joven.

Los flashes de las cámaras fotográficas coparon el instante de dicha revelación, obligando a que Saga dejara pasar unos segundos antes de proseguir. Lune de Balrog aprovechó el momento para recostarse en su silla y así poder poder cruzar sus piernas al tiempo que se llevaba una mano a los labios y sonreía con altanera satisfacción, como si ese primer paso fuese justamente el que él esperaba presenciar.

Afrodita parecía haberse zambullido por completo en su ejercicio periodístico, tecleando con velocidad sobrenatural los posts que irían relatando el transcurso del juicio al minuto en el blog del periódico por el que trabajaba, permitiéndose alzar su clara mirada únicamente para absorver esos detalles faciales o corporales de los protagonistas con el fin de plasmarlos y ofrecer más dramatismo a ciertos insatantes de la escena.

Poco a poco el runrún de la sala fue disminuyendo, dando pie a Saga para avanzar.- Si el Señor Sifakis es su progenitor...¿por qué usted lleva sus dos apellidos maternos?

- Porqué...el Señor...Sifakis...- respondió Phansy, viéndose obligada a tragar saliva en un momento ideal para abrir una brecha en su frágil compostura - el Señor Sifakis - repitió, ahora con más determinación - nunca aceptó reconocerme como hija.

- ¿Qué tipo de relación une al Señor Sifakis con su madre, Señorita Melnik?

- Ahora mismo, ninguna.

- ¿Y en el pasado? ¿En los años en que usted fue concebida? - Saga no se alejaba de Phansy. Sabía que ante testigos fracturados emocionalmente, el acto de establecer distancia física durante un interrogatorio se transformaba en una especie de abandono y desprotección que contribuía a mermar la capacidad de ofrecer respuestas seguras y contundentes, y lo que a Saga le urgía en ese preciso instante era que Phansy exhibiera un aplomo envidiable. Un aplomo que comenzaba a intuir en exceso quebradizo si la muchacha no se sobreponía al pavor de estar compartiendo su verdad.- ¿Qué tipo de relación compartían el Señor Sifakis y su madre alrededor del año 1989? - Insistió con suavidad, observádole de cerca y sin dureza.

- El Señor Sifakis pagaba para intimar con mi madre.

- Entendemos que no era una relación de naturaleza romántica...

- En absoluto.

- Protesto - Balrog esgrimió su desaprobación sin dignarse a mover más dedos de los que mantenía ocupados jugando con el bolígrafo que iba tomando notas - La Señorita Melnik no estaba presente en esa época para valorar bajo qué características se desarrollaba dicha relación. La suya es una opinión completamente subjetiva, seguramente inducida por el fiscal.

- Se acepta.- Convino Dohko.- No divague en sus planteamientos, Señor Samaras - añadió, manteniendo un tono de voz firme pero calmado.

- ¿Qué edad tiene ahora su madre? - Preguntó Saga, improvisando un poco ante el toque de atención recibido.

- Cuarenta y uno.

Saga se tomó unos segudos para escenificar un susurrado conteo mental que acabó desvelando en voz alta, todavía sin abandonar la proximidad de su figura con la posición que ostentaba Phansy.- Si usted tiene veintiséis y su madre cuarenta y uno, según mis cálculos su madre le dio a luz cuando tenía solamente quince años de edad ¿cierto?

- Así es - respondió Phansy, asintiendo mientras intentaba suavizar la aridez que agrietaba su garganta.

- Una muchacha en la edad de la adolescencia.

Duelo Legal V: CicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora