- Será muy extraño verte entre el público, Shura...Te juro que te preferiría a mi lado, más en un juicio como el de hoy, donde es imprescindible tomarlo con temple y cabeza...
Saga se hallaba a las puertas de la Sala del Tribunal, acompañado de su amigo y asistente. Cuando Shura había llegado únicamente le habían sido necesarias un par de señas para que el Fiscal le viera y descifrara la petición de compartir una rápida e íntima charla en zona neutral.
- No me precisas, Saga. Lo que sucede es que te has acostumbrado a la falsa sensación de seguridad que te da mi presencia, pero es justo eso, una sensación. No quieras engañarte hoy, amigo mío - dijo el español, permitiéndose una comedida sonrisa que le acercó a Saga para poder posarle una mano sobre el hombro - Tú solo puedes. Además...está tu hermano...¿no?
Saga tenía el rostro gacho, y le miró a través de las sombras de su propio ceño y de la corta distancia que les separaba.- Tal vez hoy no te necesite como asistente, pero sí como amigo. Tus consejos de amigo siempre me han aportado la sobriedad que en momentos puntuales de mi vida me ha faltado, y no estoy muy seguro que Kanon sea capaz de ofrecer un aporte similar. Ya le conoces...Fíjate en la hora que es y no sé dónde narices se ha metido después de caer en las provocaciones de ese periodista sueco.
Shura suspiró con resignación. No podía contradecir a Saga, ni aportar ninguna nueva luz a una realidad en la que el Fiscal le llevaba treinta y cinco años de ventaja.- Es tu mitad, Saga...Con sus virtudes y sus defectos, los cuales conoces a la perfección. Apóyate en él en esos puntos en los que puede ser más perspicaz que tú. Confía en su intuición y sus impulsos, puesto que tú y yo somos más de usar la mente y la lógica. Equilíbrate en estos aspectos...
- Supongo que tienes razón...- sonrió Saga, forzándose un poco - ¿Y Phansy? ¿Cómo está?
Shura cortó el contacto, inspiró hondo, buscó guardarse las manos en los bolsillos del pantalón de su traje oscuro y dejó escapar un soplo de su propia desazón.- Está angustiada. Y muy nerviosa. No ha podido dormir en toda la noche.
- Me gustaría poder prometerte que hoy acabará todo para ella también.
Shura iba a responderle algunas palabras más de ánimo, pero la estampida de fotógrafos y periodistas hacia el final del pasillo se lo impidió.
- La defensa acaba de llegar - anunció el español - Será mejor que regresemos dentro...- Agregó, rozando el brazo de Saga en señal de acompañamiento.
Una vez dentro, Shura ocupó un lugar en la bancada que le mantenía cerca de Saga, quien tomó asiento en la que siempre era su silla cuando actuaba en esa sala procesal. Sobre la mesa ya tenía dispuesta en varios montoncitos toda la información que necesitaba; las gafas las había dejado al lado derecho de todo ese despliegue de pruebas y un bolígrafo de diseño descansaba sobre un par de folios en blanco.
El público poco a poco iba llegando a la sala, y los periodistas acreditados se apresuraban a tomar sus plazas para comprobar que todos sus dispositivos informáticos y visuales funcionaban a la perfección.
Saga había clavado los codos en la mesa y apoyaba el mentón en la unión de sus manos, ocultando los labios apretados tras el amparo de los largos dedos entrelazados. Mantener sus piernas quietas y relajadas le estaba costando horrores, pero bajo ningún concepto se podía permitir ceder a toda la corriente nerviosa que le circulaba por dentro. Lo único que parecía gozar de movilidad en su cuerpo eran los ojos, los cuales radiografiaban cada detalle de su entorno en constante movimiento. Cuando barrieron la zona donde se encontraba Shura esbozaron una tímida expresión de reconocimiento y complicidad, y al llegar al asiento que había sido ocupado por Afrodita Eriksson se sorprendió al descubrirlo todavía vacío.