14. Hilos sin cortar

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Domingo de madrugrada, ático de Saga y Shaka

- ¿Saga? ¿Qué haces levantado?

Shaka abandonó toda precaución de movimientos al descubrir a Saga sentado bajo la luz de estudio que iluminaba su escritorio, en el que era su rincón adaptado del gran salón.

- No podía dormir - Saga dejó sobre la mesa la pluma estilográfica con la que había estado escribiendo desde hacía largo rato, se quitó las gafas y se restregó ambos ojos con la ayuda de un par de dedos.- Desde que se fue Thane que tengo un dolor de cabeza terrible.

- ¿Cenaste algo? - Shaka dejó las llaves de casa sobre la consola y se despojó de la bolsa bandolera y del abrigo para colgarlos del perchero.

Saga negó con la cabeza mientras volvía a frotarse los ojos, ahora con las dos manos, girando levemente el asiento.- Se me cerró el estómago.- Aclaró, acariciándose el rostro en descenso hasta dejar caer las manos sobre los muslos. Shaka no quiso insistir. Las respuestas que le daba Saga se le antojaban muy directas y cortantes, y cuando sucedía ésto sabía que lo mejor en nombre de la paz doméstica era mantenerse al margen de todo.- ¿Cómo te fue la guardia? - preguntó Saga, dando la media vuelta completa a la silla de oficina para poder ver al forense de frente, quien aún estaba de pie cerca del recibidor, curioseando algo en el móvil que acabó descartando al decidir dejarlo sobre la mesa del salón.

- Ha sido larga...Y aburrida.- Confesó, acercándose a Saga para tantear con discreción su estado anímico.

- ¿Pero no le tocaba también a Mu? Siempre que tenéis guardia juntos os lo pasáis bien, haya trabajo o no...- Saga le observaba a través de la hinchazón que aún sufrían sus ojos después de haber sido atravesados por un maremoto de emociones que aún estaban a medio digerir.

- Sí, pero no sé qué le pasa últimamente a Mu. Hace días que está muy raro conmigo, como si estuviera enfadado u ofendido por algo.

- Pregúntale. Sois amigos, os tenéis confianza.

- Ya lo he hecho, Saga - el joven hindú arrastró uno de los pufs escondidos bajo el reposabrazos del sofá y se lo acercó hacia Saga para tomar asiento en él - y todo lo que me dice es que no le pasa nada. Que son imaginaciones mías.- Shaka inspiró un poco y volvió a pensar en varios momentos tensos de la noche - Que no me haya hablado ni una palabra en todo el trayecto de metro que hemos hecho juntos no son imaginaciones mías. Algo le pasa y no me lo quiere decir.

- Sea lo que sea, tal vez sólo necesite tiempo antes de poderlo compartir contigo.

Shaka asintió mientras se comía el labio inferior y pensaba en lo esquivo y callado que veía a su amigo, pero pronto lo olvidó para dirigir su mirada hacia Saga y formular la pregunta obligada.- ¿Y tú cómo estás? Ayer me fui porque no quería ser un estorbo. Creí que tal vez necesitarías espacio...- musitó, justificando así su temprana huida.

- Sí, lo sé Shaka.- Saga posó su mano sobre las del forense, las cuales mantenía entrelazadas entre la separación de sus piernas encogidas debido a la escasa altura que ostentaba su singular asiento.

- Entonces...¿pudiste...?...ya sabes...

- No quiero hablar de ello.- Saga le miró con una mezcla exacta de ternura y tristeza, insinuando el nacimiento de una pequeña sonrisa que rápidamente murió en el retraimiento de sus labios.- Perdóname, pero es que no estoy listo para poder hablar de ello sin que se me rompa la voz - admitió, entre caricia y carica de su pulgar sobre las manos de Shaka.

- Está bien. Lo entiendo. No pasa nada.- Shaka le sonrió con afecto, deshaciendo el nudo de sus manos para tomar la de Saga y estrecharla cariñosamente.- Has estado escribiendo...y a mano...- los azules ojos traspasaron la barrera que suponía el cuerpo del fiscal para aterrizar sobre la mesa, fijándose en la estilográfica que descansaba al costado de las finas gafas y esos folios de calidad suprema que el fiscal usaba en ocasiones especiales.

Duelo Legal V: CicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora