AVISO: Capítulo con contenido sensible. Lenguaje soez, escenas disgustantes y con una visión sobre el sexo que puede herir la sensibilidad de algunas personas.
Lamento informar que, a partir de ahora, la mayoría de los capítulos contendrán temática controvertida y sensible, por lo que recomiendo total discreción a la hora de leer. La trama principal de esta historia es delicada, y hemos llegado a un punto que la misma naturaleza de Duelo Legal demanda la inmersión total en contenido crudo y explícito.
Aún así espero que quienes seáis seguidor@s de esta historia lo disfrutéis.
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─¿Qué es esto? ─Elsa dejó el bolso y el abrigo colgados del perchero y se adentró hacia el centro del loft, donde Hypnos la esperaba junto a un par de paquetes envueltos en papel decorativo.
─Un regalo, por haber logrado acabar tu colección de rostros con gamas de azul y estar a punto de ofrecerla al mundo ─ ronroneó él, observándola con embeleso ─. Vamos...ábrelo...
Elsa le miró, coqueta. Se acercó a los obsequios contoneándose juguetonamente. La vaporosa falda que lucía bailaba con sus pasos y primero eligió el más grande, el cual abrió tirando de los lazos con pensada lentitud, concentrándose en los ambarinos ojos que la adoraban sin filtro.
Hyppolitos la consentía...y a ella le encantaba.
Lo llevaba haciendo desde el primer día, cuando la aclamación del público designó su obra como la merecedora absoluta del mecenazgo del gran artista griego. Cada paso que avanzaba en su carrera era agasajado con regalos de gran valor monetario, y no podía negar que la intriga de saber qué escondían esos dos nuevos presentes le hacía florecer la típica sonrisa vanidosa de quien se sabe merecedora de halago.
Una sonrisa que, sin embargo, se desdibujó en el preciso instante de descubrir un vestido de tirantes blanco, con margaritas bordadas en la falda y claro diseño infantil. Debajo del atavío encontró dos zapatos de charol con hebilla tobillera y un par de calcetines de hilo blanco con un exquisito calado floral.
─¿Qué es esto? ─la extraña repulsa que le nació en el estómago hizo que dejara el paquete sobre el sofá, retrocediendo un paso para poder observar a Hyppolitos completamente perpleja.
─Un hermoso vestido de verano ─le sonrió él, desplegando la pieza para que Elsa pudiera admirarla mejor.
─Es de niña...
─Pero lo he encargado confeccionar con tu talla, mi pequeña...─Hypnos lo extendió sobre sus muslos y acarició el bordado con una peculiar veneración que a Elsa inquietó todavía un poco más ─los bordados son hechos a mano...
─No voy a lucir este vestido en la gala de inauguración de mi colección "Azules".
Elsa habló con determinación, frunciendo las cejas y echándose otro paso atrás, como si gobernara sus movimientos un irracional instinto de protección.
Hypnos la miró y, por primera vez desde que se conocían, lo hizo con severidad. El rechazo que la joven estaba mostrando hacia su generoso acto de adulación no le gustó en absoluto y sintió cómo una bilis amarga comenzaba a escalarle por el esófago. Una bilis que hacía años que no saboreaba y cuyos efectos conocía demasiado bien. Elsa estaba manteniéndole la mirada, ahora mostrándose abrazada a sí misma, e Hyppolitos inspiró hondo para darse unos segundos de transición.