Stockbridge, Massachusetts. Momento actual.
Cuando la vio aparecer por la puerta de la cafetería acordada, enseguida se quitó los auriculares que estaban ensordeciendo sus oídos con una canción lejana canción de "los Rollings". Lisa miró a derecha e izquierda, buscándole mientras se desenroscaba del cuello una enorme bufanda de lana blanca, a juego con el gorro que cubría su cabeza del intenso frío invernal que azotaba esa zona cercana a Boston. Defteros le hizo una señal alzando el brazo, y la joven enfermera le ofreció una sincera sonrisa que subrayó sus pasos hacia la mesa que ocupaba el que para ella siempre sería el marido de Sasha.
- Hola...Defteros.- Lisa dudó un poco antes de usar el nombre de pila de su acompañante en esa inusual cita, pero recordó la gran cantidad de veces que él mismo le había pedido que le nombrara así y le hizo caso, aunque siguiera resultándole extraño.- No te imaginas cómo odio el invierno... - Añadió una vez hubo colgado su bolso del respaldo de la silla y dejado la inacable bufanda y el gorro sobre el asiento que iba a quedar libre al costado. Con su llegada a la mesa, Defteros también recibió el aroma del frío que entró adherido a ella, cuyas mejillas lucían completamente arreboladas por las caricias del gélido viento.
- Lisa, te agradezco mucho que hayas aceptado compartir conmigo esta comida, más siendo hoy tu día libre. Sé que no es una situación, digamos..."normal".
- Descuida.- La enfermera sonrió con esa naturalidad tan gentil y jovial que la convertía en la enfermera más querida del centro donde residía Sasha. Se quitó los gruesos guantes con un par de tirones y los depositó sobre la montaña de lana blanca que iba creciendo en la silla contigua a la elegida para sentarse. El voluminoso abrigo fue lo último en abandonar su cuerpo, y éste obtuvo el privilegio de ser bien colocado sobre el respaldo.- La verdad...la verdad es que tenía ganas de compartir una buena charla contigo. Desde que has regresado de Grecia que apenas me has contado nada del viaje.- Defteros parecía no saber muy bien cómo lidiar con la naturalidad de la muchacha, siendo él el que aparentemente se sentía más violentado, sobretodo por las miradas que algunos cilentes cercanos les despachaban, acompañadas de nocivos cuchicheos. Lisa se dio cuenta que esa especie de cita que había surgido de forma franca se estaba convirtiendo en un mal trago estúpido, y no dudó en hacer uso de su espontaneidad para crearse la burbuja de comodidad y confianza que ambos necesitaban.- Además, me halagó mucho tu invitación. No todos los días se tiene la oportunidad de compartir una comida con un hombre tan interesante...- Lisa achicó los ojos y le lanzó una mirada pícara que azuzó aún más los murmullos chismosos de su alrededor, o más concretamente, de dos ancianas que estaban tomando té en la mesa próxima a ellos.
Defteros se sonrió ante la frescura de la enfermera, y tomó el cable de los auriculares para enroscarlo en el teléfono móvil y apartarlo de medio mientras le alertaba de las antenas auditivas que había instaladas en su entorno más inmediato.- A ver si se van a pensar que engañas a tu prometido con un viejo.
- Que se piensen lo que quieran si ésto les hace la vida menos aburrida. Tú y yo sabemos porqué estamos aquí.- La joven le miró con ojos seductores, se inclinó un poco sobre la mesa y le soltó lo que llevaba guardándose desde que Defteros había regresado a Estados Unidos.- Aún me debes mi imán de Atenas.
- ¡Cierto! - Defteros recordó que lo llevaba guardado en su chaqueta desde que había estado esperando en el aeropuerto para embarcar.- ¡Creí que te lo había dado el primer día que te vi! - Lisa se rió con ganas, más al verle rebuscar en el bolsillo interno de esa chaqueta vieja que le otorgaba un aire juvenil, y se recostó en la silla disfrutando del momento y llevándose una mano a los labios para mordisquearse la uña del pulgar.- Aquí está.- Defteros lo depositó encima de la mesa un pequeño sobre arrugado, y lo empujó con dos dedos hacia la enfermera, que lo tomó entre sus manos como si fuera una niña pequeña desenvolviendo un regalo especial.