2. Un extraño frío

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Esa tarde Saga había decidido trabajar desde su ático, aprovechando que Shaka no llegaría hasta pasadas las siete y que disponía de toda la comodidad y silencio que en su despacho oficial muchas veces no tenía.

Poder despojarse de la indumentaria formal era uno de los principales detalles que agradecía al estar en casa: vestir jeans o pantalones de deporte, sudaderas o camisetas e ir descalzo, manía de Shaka a la que poco a poco le iba tomando el gusto, no tenía precio. Había comido un rápido bocadillo en la misma cafetería - restaurante de los juzgados, a los que sí había acudido por la manaña, sobretodo para recalcar a su secretaria que borrara su existencia de la faz de la tierra durante lo que quedara del día.

Contactar con Shura era una cuestión que tenía pendiente, y que había ido relegando en el tiempo para no entorpecer las vacaciones que él mismo le obligó a tomar. Y allí se encontraba ahora, sentado en la silla de oficina apostada en su rincón de trabajo del salón, esperando a que Shura respondiera a la reunión telemática que ambos habían pactado por la mañana. A su derecha humeaba un café recién hecho. Sobre el puente de su nariz ya se habían instalado las gafas imprescindibles para estar ante cualquier pantalla y el cabello caía alrededor de su rostro sin ningún tipo de doma ni sujeción. El cuerpo lo cubría un jersey de hilo grueso que con el tiempo parecía haber ido aumentando de talla por sí solo, y dada su rara holgura lo utilizaba sólo para estar en su dimensión más privada. Las piernas las vestían unos gastados vaqueros y los pies, sin calcetines, jugaban con ese par de pantuflas que le había regalado Kanon por su último cumpleaños, las que rezaban ese divertido mantra: "no soy raro" la derecha, combinado con "sólo una edición limitada" de la izquierda.

Él ya tenía listo el enlace del "Google Meet" que lo conectaría con Shura pero, al parecer, en Torla* había dificultades con la conexión. Deslizó la diestra hacia la nuca, donde se rascó tontamente mientras el brazo izquierdo permanecía apoyado sobre el escritorio, justo delante del teclado. Acto seguido se presionó la musculatura del trapecio y al corroborar la tensión que seguía acumulada ahí decidió masajearse con ambas manos él mismo. Echó la cabeza hacia atrás y cerró los ojos esbozando una mueca de dolor al admitir que sus dotes manuales para la relajación quedaban a años luz de la destreza que poseía Shaka, a quien se vería obligado a recurrir si no deseaba quedar contracturado del todo.

- Vamos Shura...¿qué narices os pasa con la conexión? - Masculló a media voz, intentando adecentar el holgado cuello del jesrsey, el cual dejaba a la vista parte de las clavículas. Miró el móvil y en el preciso instante en que se disponía a escribir un whatsapp, recibió señales de Shura avisándole que ya casi lo tenían listo.- Entonces esperemos...

Dio un pequeño sorbo al café aún humeante, maldiciendo que las gafas se le empañaran por gentielza del vapor. Se las quitó, buscó el pequeño paño que ubicaba tirado por ahí encima, y cuando dio con él se activó la pantalla del ordenador, apareciendo Phansy a un costado y el pectoral de Shura tapando casi toda la visión. Algo estaba toqueteando porque la imagen se iba poniendo cada vez más borrosa, hasta que la webcam al final enfocó bien y Shura tomó asiento al lado de la joven psicóloga.

"Hola, ¿me escuchas?"

- Sí, te escucho y os veo perfectamente. - Dijo Saga, colocándose otra vez las gafas - Además es evidente que las vacaciones os están sentando muy bien. ¿Cómo estás tú, Phansy?

"Bien, la familia de Shura es fantástica. Sus padres me han acogido con mucho cariño" - Phansy se agarró al brazo de Shura con un gesto lleno de ternura, arrancando una sonrisa boba al español.

- Sí, son un amor de padres. Cuando yo estuve allí - empezó a explicarse, obviando el detalle de la boda fallida - me trataron como si fuera un hijo.

Duelo Legal V: CicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora