Saga regresó a la sala con el tiempo de receso casi extinguido. No le apetecía intercambiar opiniones con Shura, ni tentar la posibilidad de cruzarse en el pasillo con el incómodo abogado defensor y ni siquiera sosegarse con el temple del que generalmente gozaba Shaka, quien parecía más enfrascado en la tarea de intentar rebajar el nivel de frustración con el que Mu había abandonado el estrado que en mostrar algún tipo de preocupación por las continuas pisoteadas que estaba recibiendo él mismo en un escenario que no le estaba resultando propicio.
A llegar a la mesa que siempre se destinaba a los representantes de la Fiscalía se sintió más solo que nunca, y alzar la vista hacia la zona que ocupaban Lune de Balrog e Hyppolitos Sifakis, descubriéndoles compartiendo una charla privada y aparentemente cercana le trajo a la mente los recuerdos de cuando, apenas unos meses atrás, era él quien entablaba conversaciones con un hombre que realmente parecía abatido por la prematura pérdida de su hija adoptiva. Saga esbozó una mueca de rechazo ante esa colección de remembranzas que acudían a sacudir un poco más la confianza en sí mismo y se centró en recuperar sus gafas, ubicar bien esquinados sobre la mesa el par de bolígrafos, cerrar los ojos mientras entrelazaba las manos sobre un folio aún en blanco e inspirar hondo con discreción. Su siguiente testigo era el ex-inspector DM y, dada la dilatada experiencia de trato que tenía con el italiano y el largo tiempo en el que ambos habían colaborado juntos en diversos casos, Saga no estaba en disposición de poder augurar una comparecencia mínimamente positiva. Y no porque DeathMask no fuera un hombre capaz de estar a la atura de las circunstancias sino porque, sencillamente, le podían los arrebatos de carácter cuando su discurso se veía cuestionado, y Balrog ya le había demostrado por activa y por pasiva que en este terreno se movía con soltura y, además, se divertía con ello.
La comparecencia del Juez Dohko se demoró un par de minutos que a Saga se le antojaron eternos, y cuando fue su turno de nombrar el siguiente testigo, los murmullos y comentarios de nerviosismo y expectación entre los periodistas que ocupaban la sala no se hicieron esperar, siendo acompañados por el frenético teclear de varios ordenadores portátiles y los flashes de rigor que inmortalizaron la entrada del carismático "ex-ispettore".
DeathMask accedió al estrado con sus típicos andares despreocupados, aunque para todos aquellos que estaban acostumbrados a su antigua imagen un tanto rancia, supuso una grata sorpresa el hecho de hallarle vestido con ropas más modernas y luciendo un saludable color de piel que le avivaba los rasgos de unas facciones misteriosamente rejuvenecidas.
La presentación se llevó a cabo con total agilidad y las preguntas que Saga comenzó a exponerle fueron respondidas siguiendo las directrices básicas que ambos habían establecido previamente. Saga evitó explicitar que DM había sido retirado del caso de Pandora por un tiempo antes que el nuevo Inspector Jefe lo readmitiera en colaboración, e hizo su presencia más cercana al estrado cuando comenzó a - tantear terrenos más delicados.
- Señor Granchio...- dijo Saga, deteniéndose a un metro de distancia más o menos, otorgándose la libertad de ocultar su zurda en el bolsillo de los pantalones mientras con la diestra se re-colocaba las gafas sobre el puente de la nariz -. La detención de Nikos Agravanis, apodado también "Aiacos", se produjo después de una persecución policial, ¿cierto?
- Sí, así fue.
- ¿Sería tan amable de relatar cómo transcurrió la operativa, para que quede constancia de los hechos?
DeathMask inspiró hondo, se pasó los dedos a modo de peine por sus cabellos canosos y carraspeó levemente antes de alzar la mirada y posarla sobre Saga, reconociendo en él algo más que el Fiscal con el que tantos años había colaborado.
- Yo me hallaba en el hospital donde estaba ingresado un muchacho en estado muy crítico, Kagaho Bennu, el cual estaba relacionado con el grupo de seguidores de Thane Sifakis, "Thanatos", y quien había sido hallado en un callejón, inconsciente y herido de gravedad tras sufrir una paliza que pudo haberle robado la vida – comenzó a explicarse DeathMask, absteniéndose de dirigir una sola mirada hacia la zona del jurado popular y de la defensa -. El inspector Camus, el sub-inspector Milo y un servidor hacíamos guardia esperando su despertar para poder proceder al imprescindible interrogatorio una vez recuperara la consciencia, y en uno de estos momentos nos llamó la atención la presencia de un joven enfermero.