56. ¿Abogado o enfermero?

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AVISO: Capítulo con contenido sensible. Lenguaje soez, escenas disgustantes y con una visión sobre el sexo que puede herir la sensibilidad de algunas personas. 

Lamento informar que, a partir de ahora, la mayoría de los capítulos contendrán temática controvertida y  sensible, por lo que recomiendo total discreción a la hora de leer. La trama principal de esta historia es delicada, y hemos llegado a un punto que la misma naturaleza de Duelo Legal demanda la inmersión en contenido delicado. 

Aún así espero que quienes seáis seguidor@s de esta historia lo disfrutéis.

***

Algo en su nuevo trabajo no acababa de convencerle, pero por mucho que lo estudiara desde todas las distancias posibles, no sabía dar con él qué. Quizás era esa mirada apagada, o esos labios que no se prestaban a sonreír con la naturalidad que ella deseaba.

Probablemente solo era el reflejo de su propia tristeza el que ensombrecía los matices de ese rostro que se acercaba a la pretensión de un fiel auto retrato, o la añoranza que comenzaba a serpentearle por dentro...Tal vez los miedos que insistían en filtrarse por las fisuras de su autoestima artística aún en construcción...O la difícil aceptación de ciertas realidades que se habían atrevido a estrujarle un poco su jovencísimo corazón.

Elsa exhaló un largo suspiro y se abrazó a sí misma, ciñéndose al cuerpo la holgada camisa masculina elegida a modo de batín provisional. La oleada de perfume que ascendió hasta su nariz hizo que cerrara los ojos y se deleitara con el sugerente aroma que siempre vestía la piel de aquél con el que ahora dormían sus pasiones; una de sus manos viajó hacia la nuca e intentó suavizar esa tensión que le agarrotaba los hombros, la otra continuó agarrándose a la tela sobrante de la camisa hasta que una mano más grande y segura se posó sobre ella.

─Te estás obsesionando con el retrato─ susurró Hyppolitos a sus espaldas, abrazándola por la cintura al tiempo que su alto cuerpo se convertía en soporte para el desánimo de Elsa─, y la obsesión no es buena consejera. Te sugiero que dejes reposarlo, que le des tiempo ─agregó, estrechando el cariñoso cerco de sus brazos.

─Transmite tristeza, Hypnos...Y no es lo que yo deseo...

─¿Acaso transmitir tristeza está reñido con el cometido del arte?

─No, claro que no, pero...

─Transmites, Elsa...Tus pinturas tienen un poder de comunicación exquisito; son un reflejo del estado de tu alma en el momento en que esta te invita a tomar el pincel para expresarse...No es bueno juzgar el resultado de algo que te nace aquí dentro...

La mano de Hyppolitos presionó suavemente el estómago de la joven y le depositó un beso en el cuello, hundiendo su nariz entre los mechones que se resistían a escapar de su larga trenza medio deshecha.

Elsa volvió a cerrar los ojos para intensificar las sensaciones que la cercanía y tacto de Hypnos despertaban en su cuerpo e, inspirando a consciencia, se dio media vuelta para poder colgarse de la nuca de su mentor, dejando que sus dedos jugaran con sus cabellos rubios mientras ella se perdía en su clara y peculiar mirada.

─Supongo que...─comenzó a asumir, humedeciéndose los labios antes de proseguir ─ extraño a mi familia, mi hermano...

─El proceso creativo a veces requiere de distanciamiento de todo aquello que nos produce apego, ¿recuerdas?

─Ya...lo sé, me lo dijiste el primer día en que comenzamos con la mentoría...«tomar distancia de lo familiar y cotidiano»...

─¿Y ves cómo van aflorando nuevos sentimientos que te ayudan a evolucionar en tu talento? Acabas de mencionarme dos de ellos: «tristeza» y «añoranza».

Duelo Legal V: CicatricesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora